Javier Gilabert y Fernando Jaén: “Hacemos las preguntas que le haríamos a un amigo, intentando conocer mejor el pensamiento de los entrevistados»

Javier Gilabert y Fernando Jaén: “Hacemos las preguntas que le haríamos a un amigo, intentando conocer mejor el pensamiento de los entrevistados»

Está a punto de cumplirse un año desde que en abril de 2018 los poetas granadinos Javier Gilabert y Fernando Jaén estrenaran ilusionados “Entre2vistas”, una sección de secretOlivo (www.secretolivo.com) dedicada a entrevistas literarias. Este espacio nos ofrece periódicamente conversaciones a dos voces, las de Gilabert y Jaén, que se conjugan con acierto para arrancar del/de la escritor@ invitad@ opiniones e impresiones muchas veces inéditas. El propósito, que podría haber acabado en sueño roto o en un arrebato del momento, no sólo ha demostrado gozar de una salud de hierro, sino que por la galería de Entre2vistas han desfilado figuras destacadas del panorama literario y cultural andaluz, en especial del granadino. Convertida ya en un referente de la cultura andaluza, esta sección aspira a ampliar la nómina de escritores y escritoras y servir de altavoz a quien tenga algo que aportar en este sentido. Desde hoy, en La Voz de Granada y gracias a la generosidad de los compañeros de SecretOlivo, compartiremos semanalmente estas entre2vistas y hemos creído que la mejor manera de conocer la sección es a través de la que el también escritor Gerardo Rodríguez Salas entrevistó a sus conductores, de manera que tendremos la oportunidad de saber más de ellos y de esta sección que tan buena aceptación está teniendo.

Javier Gilabert Sánchez (Granada, 1973) es maestro y avemariano y ejerce su labor docente en el Ave María de la Quinta. Con PoeAmario (Círculo Rojo, 2017), su primer libro de poemas, donó los beneficios íntegramente al Fondo Solidario Avemariano, ONG que trabaja por los niños más desfavorecidos de la comunidad educativa de los colegios del Ave María. Junto a Alicia Choin, fue también el promotor de la antología de textos contra la violencia machista Granada no se calla (Esdrújula, 2018), otra iniciativa de carácter social en la que además colabora con un poema. Asimismo, participa en las antologías Caballo del Alba (Diputación de Granada, 2018), dedicada a García Lorca, y próximamente en la antología de poetas andaluces De la nieve al trigo, coordinada por Juan José Castro, que verá la luz en la Editorial Calambur la próxima primavera. Colabora asiduamente con la revista cultural granadina Lumbre y con la de cultura andaluza secretOlivo, conduciendo junto a Fernando Jaén la sección Entre2vistas. Tras un año repleto de presentaciones y actividades relacionadas con la poesía (Día Mundial de la Poesía de Granada, talleres de poesía para niños, etc.), su reciente poemario, En los Estantes (Esdrújula, 2019), quedó finalista del II Premio de Poesía Esdrújula, cuyo jurado estuvo compuesto por Ángeles Mora, Antonio Praena, Raquel Lanseros y Joaquín Pérez Azaústre.

Fernando Jaén (Granada, 1975) es médico internista en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada, donde trabaja en la Unidad de Hipertensión y Riesgo Vascular. Como poeta ha publicado cinco poemarios: El corral de las cuatro esquinas (Dauro, 2002), Los ciclos brutos (Comares, 2012), Los días del barro (Comares, 2014), Las orillas difíciles (Oblicuas, 2015) y Las reparaciones (Esdrújula, 2017). La obra de Jaén aparece incluida en antologías como Todo es poesía en Granada (Esdrújula, 2015), coordinada por José

Martín Vayas, Nocturnario, obra colectiva coordinada por Ángel Olgoso y José María Merino (Nazarí, 2016), Pájaro Azul, edición de Marina Tapia, homenaje a Rubén Darío (Artificios, 2016), Granada no se calla (Esdrújula, 2018), Caballo del Alba (Diputación de Granada, 2018), dedicada a García Lorca y, al igual que Javier, en De la nieve al trigo (Calambur, de próxima aparición). Ha colaborado con A. L. Guillén en diversas aventuras artísticas y musicales como Capricho 69 (1993), Restos (1998), Amor sin misericordia (2003) y Aprojimación a tu ciclo (2013). De este diálogo ascético surge el documental Alfa y Omega (2012). Es miembro del Institutum Pataphysicum Granatensis y del proyecto anartístico Gruppo Ungido.

Gerardo Rodríguez Salas: Sin pretensiones, vuestra sección Entre2vistas se está convirtiendo en un referente de la cultura andaluza. A la vista del elenco que ha desfilado por sus páginas y la originalidad de vuestras preguntas, todas y todos los escritores/as quieren aparecer. ¿Cuál es el espíritu de esta sección?

Fernando Jaén: Querido Gerardo, exageras. Como bien dices, no hay pretensiones. Hacemos las preguntas que le formularíamos a un amigo, intentado conocer mejor el pensamiento de los entrevistados. Por tanto, somos nosotros los que agradecemos la generosidad tanto de secretOlivo como de los distintos autores y autoras que han pasado por ella, quienes han confiado ciegamente en nuestras preguntas y las han contestado tomándose su valioso tiempo para ofrecernos su forma de entender el arte, la música, la poesía y el mundo.

G.R.S.: ¿Cómo surgió Entre2vistas?

Javier Gilabert: Pues como casi todo lo que nos está pasando últimamente: por casualidad. Tengo una relación de amistad desde la infancia con Miguel Ángel Blanco (me prologó PoeAmario, sin ir más lejos) y también con Tono Cano, los responsables de que secretOlivo sea la magnífica revista cultural de la que, de forma totalmente gratuita, podemos disfrutar los/as lectores/as, y lo cierto es que, charlando un día con Miguel de todo un poco, comentamos que sería estupendo poder trabajar juntos alguna vez. En otra ocasión, tomando unas cervezas con Fernando surgió la idea. Se la propuse y –su generosidad para conmigo es ya proverbial– «se dejó liar». De hecho, la perspectiva de charlar distendidamente con gente relacionada con la cultura andaluza nos pareció de lo más atractiva y lo demás vino rodado. Empezamos por los/as conocidos/a, las personas a las que teníamos acceso directo por una u otra razón y… ¿qué puedo decir? Esto se ha convertido en una criatura que tiene ya vida propia. Y eso nos hace felices.

G.R.S.: ¿Cuál es el secreto de la supervivencia y del interés que suscita esta sección?

J.G: En mi opinión, son varios los motivos. En primer lugar, el hecho de que Fernando y yo planteamos las entre2vistas como una oportunidad de charlar y pasar un buen rato. Los/as entre2vistados/as saben que no hay presión de ningún tipo. Tanto a quienes invitamos como a quienes nos solicitan participar en la sección les hacemos la misma propuesta: no hay límites ni de tiempo a la hora de contestar, ni de extensión, ni de contenido. Formulamos preguntas (además, por si alguien no lo sabe, por separado, cada uno las suyas) a las que pueden contestar o no, de manera que no hay presión en ese sentido. Por otro lado, nos centramos en los aspectos relacionados con su actividad cultural y siempre preguntamos, como bien ha mencionado anteriormente Fernando, igual que lo haríamos con un/a amigo/a. Poco a poco esta sección ha ido creciendo y haciéndose un huequecito en las redes, lo cual es, a mi entender, la guinda del pastel.

G.R.S.: ¿Qué ha supuesto para vosotros Entre2vistas?

F.J.: Para mí es un privilegio que a los/as autores/as les apetezca charlar con nosotros sobre su obra y de sus ideas, y no tanto de sí mismos. Se establece una comunicación que parece surgir de una intimidad que no siempre ha sido exhibida. Mis preguntas me han ayudado a repensar y a redescubrir más de una obra y más de un/a autor/a. Desconozco si se consigue el mismo efecto en quienes leen la entrevista, pero si es así me resulta fascinante.

G.R.S.: ¿Cuál es el perfil del entre2vistado/a?

J.G.: Fácil. Basta con ser de o residir en Andalucía y desarrollar cualquier actividad que tenga que ver con la cultura. Por Entre2vistas han pasado escritores/as, poetas, músicos/as, fotógrafos/as. Algunas eran ya figuras consagradas en su actividad, otras absolutamente noveles. Gente muy conocida o personas recién llegadas al panorama cultural actual. Y por supuesto, que les apetezca pasar un buen rato charlando con nosotros (risas). A veces somos nosotros quienes invitamos a los/as entre2vistados/as y en otras ocasiones son ellos/as quienes se ofrecen a colaborar.

G.R.S.: ¿A quién os gustaría entre2vistar? (Podéis mencionar nombres imposibles, tanto por inalcanzables como por no estar ya con nosotros/as).

F.J: Es una pregunta difícil. Quizá a Marcel Proust, para hacerle el cuestionario homónimo. Probablemente nos podría responder a la pregunta del millón: dónde encontrar el tiempo perdido. Me hubiera gustado entrevistar a estos autores de un pasado no demasiado remoto como él, y ver con sus ojos el mundo que tanto ha cambiado desde entonces. Y a Galdós.

J.G.: Totalmente de acuerdo con Fernando. Sí que puedo decirte que si me hubieras hecho esa pregunta hace un año, varios de los nombres que habría mencionado ya aparecen en la nómina de Entre2vistas. También –no puedo desvelártelo aún– han aceptado ya otras muchas personas a las que admiro, así que pronto este deseo se verá cumplido. Pero venga, me mojo: a María Zambrano.

G.R.S.: Ahora que hemos roto el hielo, os pongo en un aprieto. ¿Qué opináis el uno del otro? ¿Qué os preguntaríais mutuamente si fueseis invitados de esta sección?

F.J.: Ésta es más fácil (risas). Aunque nos conocemos desde hace relativamente poco, la intensidad de nuestra amistad, que comenzó en la poesía, se ha ido afianzando de forma sólida y coherente y ramificando en distintas realidades. Javier es un hombre con una actividad cerebral casi lisérgica, lo que le hace estar permanente en creación y en varios lugares a la vez. Posee una capacidad extraordinaria para dinamizar a las personas que tiene a su alrededor. Es un entusiasta pero con ideas, con muy buenas ideas. A eso hay que sumar su capacidad de trabajo, de entrega en lo que cree, su generosidad y su capacidad de aprendizaje. Así es fácil embarcarse en algunos de sus proyectos. Su amistad es un lujo. La pregunta que le haría es sencilla: ¿Cuándo duermes Javier? Aunque me temo que ya conozco la respuesta…

J.G.: De nuevo estoy de acuerdo con mi compañero de fatigas. Hará poco más de año y medio que tengo la gran fortuna de contar a Fernando entre mis amigos. En este tiempo es mucho y muy intenso lo que hemos vivido juntos y, por tanto, también mucho lo que lo conozco. Fernando es un Hombre Bueno. Con mayúsculas. Pero también es un Hombre

Sabio. Tanto en su profesión como en la poesía y en la vida le adornan tantas virtudes (ojo, no está exento de defectos –muchas risas–) que sería difícil decidir cuál es la que lo define. Mi pregunta es clara: ¿De verdad tienes los años que afirmas tener, o has descubierto el secreto de la eterna juventud y has sobrepasado ya la centena? G.R.S.: Dejaremos las respuestas a ambas preguntas para otra entrega. Javier, hace un par de meses vio la luz En los estantes, el que consideras tu primer poemario. Cuéntanos cómo percibes tu evolución como poeta desde PoeAmario hasta En los Estantes.

J.G.: No soy poeta. Ni sé si llegaré a serlo alguna vez. Poeta es una palabra grande, muy grande para mí. Ello no obstante, la puerta de la poesía, que siempre estuvo entreabierta en mí, se abrió de par en par gracias al proceso que se inició con PoeAmario, un proyecto solidario en el que, con la mayor de las fortunas, cedí unos poemas de juventud –al menos poética– al Fondo Solidario Avemariano y que por azar, de una parte, y gracias a personas como Fernando (o como tú, no te escapas), me llevó a escribir En los estantes. Fernando, en su generoso panegírico hacia mi persona, se deja un detalle: lo que realmente se me da bien es saber rodearme de personas de gran valía, de las que aportan. Durante este año y medio he podido constatarlo. Son muchos los nombres que podría mencionar en este sentido, y que no se me ofenda nadie si no lo hago, pues están en mi pensamiento y en mi corazón. En ese sentido, me he rodeado de amigos y amigas que me han ayudado a crecer tanto en lo personal como en lo poético, bien con su ejemplo, consejo, corrección, guía, lectura… Entiendo que he empezado con buen pie en este camino de aprendizaje que espero dure toda la vida. Mención especial merece Juan Carlos Friebe. Allá por mayo del año pasado –gracias al consejo de Fernando, por cierto– me enrolé en uno de sus talleres de poesía. Aprendí tanto como podéis comprobar en En los estantes. De hecho, varios de sus poemas nacieron en ese taller. Pero han sido muchos más los que me han ayudado. Fernando, por cierto, el primero de todos.

G.R.S.: Imagino tu reacción al enterarte de que En los estantes había quedado finalista en el II Premio de Poesía Esdrújula con un jurado de la talla de Ángeles Mora, Antonio Praena, Raquel Lanseros y Joaquín Pérez Azaústre.

J.G.: No imaginas (risas). Como he comentado anteriormente, presenté el libro sólo a este premio. Tenía –no sé explicar por qué– muchas esperanzas y mucha curiosidad puestas en él. Cuando se hizo público el veredicto y no quedé ganador me olvidé un poco del tema. Era lo lógico y no sabía qué haría entonces con el poemario. Sin embargo, al cabo de dos o tres días, me llamaron Víctor y Mariana para decírmelo y me emocioné. Me había tocado la lotería. Se cumplía un sueño y se iniciaba un camino. Fui –y sigo siéndolo– muy feliz.

G.R.S.: Como guinda de este suculento pastel, uno de los miembros del jurado, Antonio Praena, acaba escribiendo el prólogo de tu libro. ¿Si te pellizco te despiertas?

J.G.: Mejor no lo intentes, ¡no quiero despertar! Conocí a Antonio hará también un año. De la mano de Alicia Choin vino a dar una charla a los alumnos de mi colegio y luego tuvo la amabilidad de pasarse por mi clase y de dejarse fotografiar con PoeAmario. Estamos en contacto y charlamos de cuando en cuando. Desde entonces lo sigo. Tengo todos sus libros y me parece casi tan buen escritor como persona (porque, quizá la gente no conozca esta faceta suya, es un hombre excepcional). Cuando «los esdrújulos» me lo propusieron yo dije para mis adentros: «Sí, anda; no tendrá otra cosa que hacer…». Balbuceé un «sería la leche» y le escribieron. Sobre la marcha aceptó encantado. Creo que con eso está todo dicho.

G.R.S.: El momento álgido, imagino, fue la presentación en sociedad de En los estantes, junto a Víctor Miguel Gallardo (editor de Esdrújula) y Juan Carlos Friebe, en la Sala Val del Omar de la Biblioteca de Andalucía, donde no cabía un alfiler. Yo asistí a la presentación y se respiraba ilusión y cariño. Cuéntanos cómo lo viviste.

J.G.: ¿Por dónde empiezo? Mariana y Víctor, que de esto saben un rato, decidieron que mi presentación tenía que ser allí. A mí me daba vértigo pensar en esa sala, tanto por los grandísimos escritores y escritoras que me han precedido como por lo que impone ese local (es la sede del CAL, tiene un aforo brutal…). No te quiero ni contar lo nervioso que estaba. Para colmo –lo sabes por experiencia– los días previos a la presentación no paraban de llegar mensajes excusando la inasistencia de amigos y conocidos. Más incertidumbre. Más nervios. Llegué con poca antelación. Apenas había gente sentada. Saludé a los conocidos y me dirigí al estrado, solo. Me acomodé hasta que Víctor y Friebe ocuparon sus posiciones. Me había conjurado para no pensar en nada salvo en disfrutar. De repente, levanté la vista… ¡Y apenas quedaban butacas libres! Además, la gente no dejaba de entrar. Me fijé en que los palcos también estaban llenos. Fue una sensación indescriptible. Lo demás vino rodado. Escuché con atención las intervenciones de mis compañeros de mesa, paladeando cada palabra. Desde estas líneas les agradezco tanto su compañía en un momento tan importante de mi vida como sus discursos. También hago otro tanto con los/as asistentes. Llegó mi turno y me sentí bien, pude controlar los nervios y vivir aquel momento con intensidad. Ya figura en el más alto de mis estantes para la posteridad.

G.R.S.: Tu incursión literaria ha sido apoteósica. En 2017 publicas PoeAmario y, desde entonces, coordinas una antología de textos contra la violencia machista, Granada no se calla, apareces en varias antologías (Caballo del alba y De la nieve al trigo), participas activa y periódicamente en revistas culturales y literarias como Lumbre o secretOlivo… ¿De dónde sacas el tiempo para, encima, ser el mejor padre, marido y maestro?

J.G.: No creo que sea el mejor padre, ni el mejor marido, ni el mejor maestro. Lo intento, eso sí. El tiempo es un concepto caprichoso. En mi caso parece que lo estiro. Para bien o para mal, lo que Fernando menciona sobre mi actividad mental es cierto. Creo que si fuera al colegio en estos días me habrían diagnosticado un estupendo TDAH (risas). Procuro aprovechar los huecos que puedo para hacer cosas. Siempre llevo listas con un montón de tareas pendientes (aunque suelo perderlas y a veces me junto con tres o cuatro). He convertido mi tiempo de ocio en algo productivo y es en esos momentos cuando saco las cosas adelante. Además, tengo la enorme fortuna de contar con muchos aliados y aliadas y sobre todo cuento con el apoyo incondicional de mi María. Disfruto haciendo cosas en equipo y la gente responde mejor que bien. Por otro lado, tampoco duermo mucho…

G.R.S.: Sí, eso ya lo imaginaba (risas). Granada no se calla, la antología que promoviste junto a Alicia Choin, y que editó Esdrújula con el apoyo de las Áreas de Cultura e Igualdad del Ayuntamiento de Granada, se ha convertido en un referente de textos contra la violencia machista, que te mantuvo ocupado y de promoción durante gran parte del año pasado y lo que llevamos de 2019. ¿Cómo surgió la idea? ¿Crees que este tipo de proyectos tienen calado social más allá de la literatura?

J.G.: La pregunta a esta respuesta la conoces bien, pues para mi fortuna tú estuviste en este proyecto desde el principio, al igual que Fernando. El poema ‘Cobarde’ es el germen de la antología. Lo escribí un día en que la enésima noticia de la muerte de una mujer y de su hijo a manos de su expareja me explotó en la cabeza. Al mismo tiempo, vi que Ana Muñoz (concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Granada y amiga) publicaba en sus redes una actividad que llevaban a cabo con motivo del 25N, ‘Tu palabra leída’. En ella, mujeres granadinas leían textos contra la violencia de género. Le ofrecí mi poema y le propuse hacer extensivo el ofrecimiento a poetas de la ciudad. Le gustó la idea y la comenté con Alicia Choin. Los dos, charlando sobre la cuestión, le dimos una dimensión mayor al asunto. Pensamos en posibles nombres y opciones, y en –mi frase favorita– «hacer algo» al respecto.

Llegó Navidad y estábamos unos cuantos amigos reunidos en torno a la chimenea de casa (Fernando Jaén, Carlos Allende, Antonio Caballero y un tal Gerardo Rodríguez Salas) y os planteé la idea; pensaba que me ibais a tachar de loco, pero sucedió todo lo contrario. Lo visteis factible, necesario e ilusionante, así que nos pusimos en marcha. Sopesamos mucho qué editorial podría ser la más idónea para hacerse cargo de semejante empresa. Decidimos que ésta no era otra que Ediciones Esdrújula. A primeros de enero Alicia y yo nos reunimos con Mariana y Víctor y a ellos les encantó la propuesta. Se pusieron a trabajar y, te lo aseguro, dieron lo mejor de sí –que es mucho– para que se convirtiera en una realidad. También habíamos hablado con Paco Cuenca, Ana Muñoz y María de Leyva sobre la posibilidad de que el Ayuntamiento colaborara en la publicación. Desde el minuto uno nos apoyaron y gracias también a su ayuda y a que el consistorio se hizo cargo de los gastos de la primera edición hoy podéis tener el libro en vuestras manos. ¡Ah! Y no olvidemos a las 22 escritoras y a los 20 escritores que tan generosamente nos cedieron sus textos. Les estaré eternamente agradecido por ello.

Respecto a si tienen o no calado social este tipo de proyectos con trasfondo literario, mi respuesta es rotunda: Sí. Hasta ahora, en apenas un año de «vida literaria», PoeAmario y GNSC así me lo demuestran. Es imposible contar no ya en esta entrevista, sino incluso en un libro, cuántos apoyos he recibido en ambos proyectos. La gente es solidaria. Quizá el problema sea que hay demasiados frentes abiertos. Pero en ambos casos –y no serán los últimos, créeme– la literatura ha sido vehículo de la solidaridad y del activismo social. Y no por mí, que no soy nadie, sino por las mujeres y los hombres que se han ilusionado con estas iniciativas y me han apoyado.

G.R.S.: Volviendo a tus estantes, Javier, ¿qué lugar ocupa en ellos tu familia? En el poemario y junto al poeta, tus hijos y tu mujer son los verdaderos protagonistas. La voz poética que construyes para este libro conduce a los/as lectores/as por los avatares del personaje y de su existencia con tintes autobiográficos. ¿Qué papel juega la autobiografía en tu libro y cómo la utilizas como material de base para tu poemario? Las Ficciones para una autobiografía de Ángeles Mora me vienen a la cabeza.

J.G.: Este libro es un reflejo de mi vida. Los estantes pertenecen a la estantería en la que atesoro los instantes que dan sentido a mi existencia. En ellos, mi mujer y mis hijos ocupan el lugar más destacado. Son, junto con el resto de mi familia y mis amistades, lo más valioso que tengo. De otra parte, éste es un libro de descubrimiento, tanto en lo poético como en lo personal. En él me escribo y al tiempo que lo hago, me conozco mejor. Es un honor que hagas un paralelismo con ese libro de Ángeles a la que tanto admiro. Tiene mucho de (auto)ficciones y de autobiográfico, aunque en un momento del poemario la voz poética se separa de la autoral y el libro discurre por un camino muy distinto al mío.

G.R.S.: Fernando, ahora te toca a ti. Me gustaría comenzar destacando tu excelencia profesional dentro de la Unidad de Hipertensión y Riesgo Vascular del Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Hace poco os convertisteis en un referente nacional con la implantación de una técnica nueva en cirugía para un caso de hipertensión resistente. ¿Podrías contarnos a quienes somos legos en medicina en qué consistió esta labor pionera?

F.J: Bueno, no puedo evitar ponerme serio cuando hablo de mi trabajo. Mi especialidad, Medicina Interna, es, además de muy compleja, muy amplia. Una de sus ramas es la prevención global de los principales factores de riesgo vascular que predisponen a sufrir un evento cardiovascular (infarto de miocardio, ictus…). La hipertensión es uno de estos factores principales y su control no es sencillo. Es una patología muy frecuente que aumenta con la edad. Nuestra Unidad está para aquellos casos complejos donde no se consigue un adecuado control de la presión arterial con los fármacos y medios habituales. Estudiamos causas de hipertensión secundaria y también tratamos los casos más rebeldes o refractarios al tratamiento. A veces nos quedamos sin más fármacos que ofrecer y recurrimos a algunas técnicas invasivas que actúan sobre el sistema nervioso simpático, «engañándolo». Una técnica que hacemos es la denervación renal mediante un cateterismo y la otra que hemos implantado recientemente es la de colocar un estimulador en el seno carotideo para activar los barorreceptores. Esta técnica es la primera vez que se usa en nuestro país para una hipertensión refractaria, pues antes se había utilizado sólo en el caso de insuficiencia cardíaca. Lo que hacemos es estimular la carótida en consulta, una vez colocado el dispositivo en quirófano (Barostim), y ajustar la intensidad según el grado de control de la presión arterial que necesitamos y las molestias que note el paciente. Es una técnica que no permite curar la hipertensión, pero sí controlarla con menos fármacos y mejorar la calidad de vida de los enfermos. Si alguien ha llegado leyendo hasta aquí le doy las gracias por el interés mostrado y la paciencia.

G.R.S.: Imagino que, cuando dices que eres poeta, la gente se sorprende. Hace poco Antonio Arenas mencionaba a médicos novelistas como Gastón Morata o Ballesta y te presentaba como «el primer médico en activo que, además, escribe versos». Supongo que asociamos al médico con un discurso objetivo y científico lejano a la subjetividad de la literatura, sobre todo de la poesía. En tu caso, no sólo rompes las expectativas, sino que además tu poesía se nutre de tu experiencia como médico. ¿Cómo combinas ambas facetas en tu poesía? ¿Crees que a nivel formal y estilístico tu poesía está marcada por un lenguaje médico al que tú dotas de lirismo?

F.J.: Bueno, no suelo presentarme como poeta, es una definición que me queda un poco grande. Soy médico, para bien y para mal. La poesía para mí es una pasión, una estancia en la que sentirme a solas con mis pensamientos y mi forma de entender la vida y la muerte. Un refugio y en cierto modo una cura, una forma de repararme, a mí y al mundo que me rodea. El poder transformador, reparador de la palabra hecha poesía es incalculable, es portentoso, casi mágico. Por eso respeto tanto la palabra poeta. Cartarescu tiene una frase muy hermosa que refleja esta idea, la poesía es para él «el gato muerto de nuestro tiempo», que hace referencia a una fábula zen que viene a decir que no tiene valor y que tampoco hay forma de calcular lo que realmente cuesta, quizá por eso sea la cosa más preciada que tienen las letras universales.

Antonio es muy generoso diciendo eso de mí, pero no soy el único médico que escribe versos, ni tampoco el mejor. Pero sí que soy honesto con mi poesía. Es una poesía, como la definió Friebe, vívida y vivida. Al menos en esta última etapa donde la paternidad y el encuentro con la enfermedad ocupan la mayor parte de mis días. En cuanto al lenguaje, no

me gusta usar demasiados tecnicismos. Creo que el lenguaje científico tiene su ámbito y la poesía el suyo. Si usara demasiados conceptos médicos quedaría petulante, no es que no se pueda rimar esternocleidomastoideo con parpadeo, es que no quiero abusar del lenguaje de mi ciencia que sirve para poner nombre a demasiado dolor.

G.R.S.: En alguna ocasión comentabas que empezaste a escribir desde muy joven. ¿Tienes alguna anécdota o recuerdo de infancia o adolescencia ligado a tu escritura?

F.J.: Recuerdo que mi primer poemario se llamaba Papiroflexia y pretendía ser una especie de manual amoroso, que afortunadamente perdí y espero que haya sido destruido por las manos que me lo confiscaron hace mucho tiempo.

G.R.S.: Tu primera incursión como poeta fue en 2002 con la publicación de El corral de las cuatro esquinas, que calificas de «ejercicio de poeta principiante que intenta jugar con el lenguaje». La mayoría de escritores y escritoras sienten cierto pudor al releer su primera obra. ¿Es tu caso? ¿Qué sensaciones te provoca ese primer poemario, 17 años después?

F.J.: Es difícil reconocerse a veces después de tanto tiempo, porque los años no pasan en balde, nos cambian demasiado. Me cuesta leerme, pero reconozco que aquello era lo mejor que podía hacer en ese momento, recuerdo cuando lo escribí y para quién lo escribí. Tiene el valor de lo ya vivido y el peso de demasiadas estaciones.

G.R.S.: Los ciclos brutos, tu segundo poemario, apareció diez años después, un trabajo maduro, reflexivo y experimental que surge durante tu formación como médico, en muchos casos ligado a tus noches de guardia. Imagino que es un libro cargado de sentimientos y recuerdos. ¿Puedes hablarnos de él?

F.J: Este es un libro muy especial para mí. Está escrito a lo largo de diez años en los que solía colaborar con un blog colectivo llamado ‘Bruto’ y que dirigía mi amigo Javier Alani. Mi papel era el de escribir sobre libros que me habían marcado de alguna manera, y aquella sección se fue transformando con el tiempo en un muestrario de mis pasiones, tristezas, remordimientos, descalabros y amores que se desangraban por cada renglón. La experiencia como joven médico también estaba latente y hacía de aquellos relatos un punto de encuentro con amigos y algunos lectores que se hicieron asiduos. De tal manera que me ofrecieron publicar una selección de aquellos relatos. Tras pensarlo mucho los transformé y mi amigo A.L. Guillén los musicó. El resultado es ese extraño libro, plagado de reflexiones y experiencias de desierto real y emocional. La portada es una foto tomada con un móvil, por la ventanilla de un coche en plena noche del parque natural de Joshua Tree, con Guillén al volante, después de grabar una oración en la Cap Rock donde fue incinerado Gram Parsons. Un libro lleno de símbolos y de gran valor para mí.

G.R.S.: Los dos libros siguientes están íntimamente ligados a tu experiencia vital. Los días del barro (2014) es un «diario poético a tiempo real» dedicado al nacimiento de tu hijo; Las orillas difíciles (2015) surge de momentos difíciles en tu profesión con frecuencia vinculados a la muerte de tus pacientes. Sin leer un solo verso ya se eriza el cabello. Creo que libros como éstos demuestran el poder catártico de la poesía y la valentía del poeta al abrir su corazón de par en par, tan sólo separado de los/as lectores/as por la fina cortina de la ficción. ¿Qué supusieron estos dos libros para ti?

F.J.: Son dos libros muy distintos entre sí. Las orilla difíciles es un homenaje a personas que yo atendí en un momento dado y luego fallecieron. No se trata de elegías, la mayoría

son el recuerdo de un gesto, de una impresión, de una conversación o de algún tipo de conexión breve, pero vital con esos enfermos. No habla tanto de la muerte, como de la espera de lo inevitable. Hablo de un lugar, la orilla de Estigia, la orilla de nuestro final antes de cruzar el río hacia el otro lado.

En contraposición está Los días del barro, un libro dedicado al nacimiento de mi primer hijo. Es un libro reflexivo en su primera parte, y casi un diario sentimental en las otras dos, con poemas escritos en un momento determinado y casi sin retocar (un mal para algunos poetas) pues pretendía captar la alegría y el cansancio a partes iguales. Es un libro sin refinar, en bruto, para que pudiera captar los matices de aquellos días. Un libro que espero le aporte algo a quien va dedicado, a mi hijo, y por su puesto a su madre, una titán, una medusa de carne y hueso que nos pudo sostener a los dos a pesar de todo.

G.R.S.: Tu último poemario hasta la fecha, Las reparaciones (2017), me parece la evolución natural de los anteriores en esa búsqueda continua por una cura del cuerpo y del alma. ¿Encontraste el antídoto para el dolor?

F.J.: Del dolor no se vuelve con el alma transparente, es algo que saben quienes han pasado por ahí. No hay escapatorias, ni caminos fáciles en esta travesía. Pero hay lugares de descanso y a veces una voz amiga que acompaña. Ése es el fin de los poemas de ese libro, acompañar, caminar a tu lado, reparar pero sin pretender arreglar nada. Reparar es un acto de memoria a veces, otras un acto de fe. Es una forma de defensa contra la realidad. La reparación de la poesía va más allá de lo físico. El título hace un homenaje a Seamus Heaney, quién escribió un libro de sus conferencias como catedrático de Poesía en Oxford llamado La reparación de la poesía (Vaso Roto, 2014), donde habla de la poesía como la fuerza capaz de «reparar» y preservar el equilibrio espiritual del mundo y defendernos de las fuerzas hostiles que lo amenazan y lo atraviesan, ese lugar fronterizo entre la imaginación y la realidad. Ésa es la pretenciosa intención de Las reparaciones. A mí, al menos, me sirvió escribirlo.

G.R.S.: Javier y Fernando, seguro que tenéis nuevos proyecto literarios entre manos. ¿Me equivoco?

J.G.: No te equivocas. Al contrario. Por una parte tengo ya cerradas muchas fechas para presentar En los estantes por distintos puntos de la geografía andaluza y nacional. Pero, ya me conoces, no es ni mucho menos lo único. Aún quedan actos relacionados con GNSC, y son varios los proyectos que, en conexión o no con estos libros, están en fase de elaboración o de desarrollo. La primavera se vislumbra «movidita», si quieres que te sea sincero. Aún no puedo desvelar gran cosa, pero estad atentos/as a mis redes, porque alguna –si todo va como debe– será sonada. Ah, y en casi todas estaréis Fernando y tú. Esto empieza a cobrar tintes de «trío de hecho» (muchas risas).

F.J: En mi caso, lo más inmediato, y antes de que a Javier se le ocurra algo más, es una exposición poético/pictórica junto a mi querido amigo Marcello Magnato, llamada ‘En las orillas difíciles’, donde exploramos las regiones que suponen el límite de nuestra existencia. Os informaré sobre la misma más adelante.

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