Fariseos siglo XXI
Quien más quien menos ha escuchado hablar, cuando no utilizado, el término «fariseo», bien en el colegio, en las clases de catequesis, en las homilías dominicales, o en los enfrentamientos políticos, para definir el sentido de superioridad que estos tenían sobre las naciones paganas;sus preceptos arrogantes y orgullosos y su formalismo exagerado, hasta el punto que hoy en día, llamar fariseo a alguien es considerado incluso un insulto.
El término se le puede aplicar a quienes se apegan a las reglas, incluso por encima del daño que le puede causar a otras personas. Más comúnmente, es otra forma de llamar a alguien “hipócrita”.
Hasta el mismo Jesucristo se refirió a los fariseos de manera negativa, llamándolos “sepulcros blanqueados”. Incluso en el evangelio se hablaba de los fariseos acusándoles de»rasgarse las vestiduras» delante de las palabras de Jesús (costumbre antigua en señal de duelo o de ultraje público), lo que ha hecho que la frase «Rasgarse las vestiduras» sea muy popular, para expresar la indignación -fingida- de alguien delante de un hecho determinado, para desaprobarlo.
Sirva esta introducción para situar a quienes esta semana se han rasgado las vestiduras y llorado lágrimas de cocodrilo, ante el desbloqueo parlamentario para la tramitación de una ley de eutanasia que permita poner fin a la propia vida, a aquellas personas que padezcan un sufrimiento físico, o psiquíco insoportable y sin esperanzas de curación, pero no se enfrenten a una muerte inminente.
En el trámite parlamentario se han escuchado algunas de las barbaridades más indecentes de los últimos años, como las del recortador mayor del reino, José Ignacio Echaniz, responsable de la cuasi liquidación de la sanidad publica en Castilla-La Mancha, bajo la presidencia de Maria Dolores de Cospedal, a quien no se le cayó la cara de vergüenza, al asegurar que esa ley no tiene otro objeto que «ahorrar costes» con «personas que son muy caras al final de su vida», rematando la faena con que»para el PSOE, la eutanasia es una política de recortes» … Al caballero y al PP, partido del que es portavoz adjunto en el Congreso, no se le ha caído la cara de vergüenza, como tampoco a Vox -aunque eso era más previsible- a la hora de comparar la eutanasia con la eugenesia nazi y los campos de exterminio.
En la propuesta de regulación de la eutanasia planteada por el PSOE, un equipo médico administraría a quien padezca “una enfermedad grave e incurable” o “invalidante” que cause “un sufrimiento insoportable”, los fármacos necesarios para morir.
Sorprende que algo tan simple, tan humano y tan digno, como el derecho a morir sin sufrimiento propio ni ajeno, se esté demonizando desde la derecha patria con argumentos más propios del siglo XIX que del XXI.
La eutanasia es una práctica común en todo el mundo y países como Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Colombia y Canadá y Australia, cuentan con leyes que la regulan a nivel estatal, mientras que otros muchos tienen en marcha iniciativas para impulsar su despenalización.
Y es que en cuanto aparece en el horizonte un nuevo derecho social, se dispara todo el catálogo de barbaridades, entre los representantes de esa derecha rancia que siempre se niega a ampliar los derechos y libertades de la ciudadanía, aunque luego sean los primeros en beneficiarse de ellos.
Ya conocen la historia: divorcio, aborto, matrimonio homosexual, y ahora la eutanasia, perfecta secuencia para detectar la derecha más cutre y casposa de Europa. La hoja de ruta ha sido siempre la misma, primero oposición sin cuartel, invocando hasta las llamas del infierno, para a renglón seguido, apuntarse los primeros.
Esta semana hemos dado un paso fundamental para poder acabar nuestra vida dignamente. La ley que ha empezado a tramitarse no obliga a nadie, como tampoco lo hizo la del divorcio, o la del aborto, aunque no me negarán que no deja de ser una burla, que quienes más se opusieron al divorcio -Abascal incluído- sean quienes más se divorcian; quienes más se opusieron a la ley del aborto, fueran clientes VIP de las clínicas londinense de interrupción del embarazo y quienes más combatieron el matrimonio homosexual -Maroto es el ejemplo- hayan sido los primeros en convertirse en marido y marido.
Aprobemos de una vez por todas esta ley, porque no hacerlo causa un profundo dolor y sufrimiento a miles de personas, incluidas aquellas que tantas barbaridades están diciendo en estos días.