Primera detección en otoño de una estratopausa elevada, un fenómeno atmosférico invernal
- Su origen último, fuera de la época invernal, no queda del todo claro
Investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, (IAA-CSIC) han detectado en archivos de datos de 2009 una estratopausa elevada en noviembre, un fenómeno «nunca visto» fuera del periodo invernal.
Según ha explicado el IAA-CSIC, la atmósfera terrestre se divide en cinco capas (troposfera, estratosfera, mesosfera, termosfera y exosfera), una división que atiende a la temperatura del aire en cada región y que «no establece una división férrea».
En este sentido, la atmósfera es un sistema dinámico y altamente acoplado y lo que ocurre en una región puede influir en otra, de modo que la altura de las capas puede variar.
Uno de estos cambios bien documentados son las estratopausas elevadas, fenómenos invernales en los que la estratosfera puede alcanzar los 85 kilómetros, muy por encima de los entre 50 y 55 kilómetros a los que, en condiciones normales, finaliza esta capa. Ahora, investigadores IAA-CSIC han detectado este fenómeno en otoño, «algo nunca visto antes».
La estratosfera abarca entre los 10 y los 50-55 kilómetros de altura y es rica en ozono, que absorbe la radiación dañina del sol. En esta capa, la temperatura del aire asciende con la altura hasta un máximo, la estratopausa, que establece la división con la siguiente, la mesosfera, en la que la temperatura desciende con la altura.
La estratopausa es la región de transición entre ambas capas, situada, dependiendo de la latitud y la estación, entre los 50 y los 55 kilómetros de altura.
«Las estratopausas elevadas suceden en latitudes polares tras algunos calentamientos estratosféricos súbitos, que a su vez son consecuencia de una intensificación de la actividad de ondas planetarias generadas en la superficie. Son un muy buen ejemplo de acoplamiento atmosférico, a través del que unas regiones atmosféricas responden a fenómenos originados en otras», apunta Maya García-Comas, investigadora del IAA-CSIC que coordina el estudio.
«Los calentamientos estratosféricos capaces de generar estratopausas a gran altura no son raros en pleno invierno, pero sí lo son en noviembre. Así que detectar una estratopausa elevada en esta época del año es cuanto menos sorprendente».
El instrumento MIPAS, a bordo de la misión Envisat, midió la estratopausa sobre Groenlandia a 82 kilómetros durante unos pocos días en noviembre de 2009, una altura muy elevada comparada con su altura climatológica en la temporada invernal, de unos 55 kilómetros.
Se trató de un fenómeno a pequeña escala, con una extensión y duración inferiores a las típicas de pleno invierno, pero igualmente extraordinario. «Se formaron dos anticiclones en la estratosfera baja, la estratopausa desapareció unos pocos días y resurgió a más de 25 kilómetros por encima de su altura climatológica, mostrando una asimetría longitudinal considerable. La estratopausa tardó algo más de una semana en recuperar su altura usual», detalla García-Comas.
El estudio de las estratopausas elevadas permite comprender mejor los mecanismos de transferencia de energía entre la superficie del planeta y la media y alta atmósfera, así como la distribución de los distintos compuestos atmosféricos, que se ve alterada en este tipo de episodios: por ejemplo, se intensifica el transporte vertical de aire en la mesosfera baja, que conduce a una mayor destrucción de ozono estratosférico.
La estratopausa elevada de noviembre de 2009 constituye, hasta ahora, un fenómeno único y algo distinto a los registrados anteriormente, de modo que el grupo de investigadores lo ha denominado BM-ES, acrónimo en inglés de «estratopausa elevada breve de mesoescala».
Su origen último, fuera de la época invernal, no queda del todo claro. «Sabemos que el cambio climático afecta a la variabilidad en la actividad de las ondas planetarias originadas en la superficie. Siendo este el único suceso de este tipo conocido, aún es pronto para saber si tiene alguna relación con el cambio climático. En cualquier caso, requiere que permanezcamos vigilantes y examinemos los datos para comprobar si se trata de una excepción o de un fenómeno recurrente», concluye García-Comas.