El Día de la Hispanidad

El pasado día 12 de octubre se celebró el Día de la Hispanidad, en conmemoración de que tal día como ese del año 1.492 Cristóbal Colón descubrió las Américas.

Este hecho de importancia histórica mundial fue tomada de base para instituir esta fecha como la Fiesta Nacional de España desde el año 1.892, y se ha venido celebrando en los estados americanos, aunque hace tiempo que estas celebraciones han cambiado el signo que tenían, habiéndose convertido en una reivindicación de los pueblos indígenas originales y una denostación del “colonialismo español”. A esta línea de pensamiento se han unido los diferentes grupos españoles de la extrema izquierda y del populismo de izquierdas. En este contexto se han producido numerosos ataques a los monumentos a los colonizadores españoles. Incluso el actual presidente de México ha exigido públicamente que España pida perdón.

En este sentido, hay que recordar el dicho “la ignorancia es muy atrevida”, y yo añadiría que si además está trufada de dogmatismo ideológico, es muy peligrosa, y más aún cuando se busca un rédito político cortoplacista.

Como anécdota, recuerdo que en una reunión científica hace varios años entable conversación con una chica argentina rubia, de ojos azules y con apellidos polacos, inicialmente sobre temas intrascendentales que fue derivando hacia las diferentes costumbres de cada país, y terminó acusándonos a los españoles de haber asesinado a sus ancestros. Estuve tentado de invitarla a que se mirara en el espejo y leyera cual era su apellido, pero la buena educación está por encima de todo.

La colonización española fue desde el principio diferente a la realizada posteriormente por las “educadas” Gran Bretaña, Holanda o Francia.

El objetivo principal de la Corona española era la evangelización de los nuevos territorios.

Así, hay que recordar que por ejemplo la reina Isabel la Católica (figura histórica de talla mundial, que inconcebiblemente no es reivindicada por el movimiento feminista español, otro claro ejemplo de la sesgada visión de determinados grupos lobbistas) dictó en 1514 un edicto por el cual prohibía que los indios americanos fueran esclavizados pues todos los súbditos de la corona tenían que ser libres.

Fernando el Católico también en 1514, emitió una Real Cédula que aprobaba los matrimonios interraciales. Ha sido tal su éxito, que se calcula que actualmente en los países de la América hispana los mestizos representan más del 80% de la población. En Estados Unidos o Canadá el mestizaje es inferior al 2%.

También hay que destacar la labor en general de los Jesuitas en su papel de defensa de las comunidades indígenas, y muy especialmente resaltar el papel de defensor de los indios del fraile dominico Bartolomé de las Casas.

La muerte de una parte importante de la población indígena se produjo fundamentalmente por la transmisión de enfermedades por parte de los colonos emigrados, pero no por la esclavización o directamente el exterminio para ocupar sus territorios. A cambio, los amerindios nos transmitieron a los europeos la sífilis.

Pero tampoco debemos caer en la visión edulcorada de los grupos populistas de derechas. Obviamente existe una parte negra de la acción colonizadora española.

La Corona española explotó de forma intensiva y sin miramientos, el oro (escaso) y la plata (abundante) de los territorios americanos

Los españoles que emigraron para “hacer las Américas” procedían de una situación de miseria y solo buscaban su enriquecimiento inmediato sin importarles como conseguirlo.

Y también la evangelización obligatoria de la población indígena provocó un ataque a las culturas y civilizaciones de estas poblaciones originarias, con una importante pérdida de riqueza cultural.

Pero en el balance global, la colonización española enriqueció más que perjudicó a aquellos países. Si se compara la situación de la América hispana con la de África o la mayoría de Asia y Oceanía, sale ganando la América hispana.

Hay algo muy claro, no podemos juzgar con ojos actuales lo que se hizo en el pasado. Todos los países tienen algo que callar. La exigencia del presidente mexicano es una “boutade”. Así podemos recordarle el carácter sanguinario de las elites originarias de los indios americanos. Por eso los indígenas aceptaron sin problema a sus nuevos jefes, lo que facilitó una conquista rápida y con pocos soldados de América.

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