No somos nadie
Esta semana he sido más consciente aún que no somos nadie para los dirigentes educativos y para los sindicatos. “No somos nadie” es una frase hecha muy recurrente en los funerales. También se puso en boga cuando observamos los primeros estragos del COVID, nos sentimos tan vulnerables que, en los casos de las personas más cenizas, se repetía como un mantra tibetano. Pero hoy voy a ser yo quien me llene la boca con esas tres palabras: NO SOMOS NADIE.
En los centros educativos, estamos surfeando como mejor podemos la tercera ola de la pandemia, con las mismas armas del inicio de curso, que no son otras que mascarilla, hidrogel y gélida ventilación. De todos es sabida las temperaturas que estamos sufriendo en nuestras clases. En la mía, la temperatura media de la semana son unos magníficos 13º C. Aunque no soy supersticioso, mucho me temo que ese número tan “gafe” me va a regalar una pulmonía para salvarme del COVID. Déjenme que les haga una pregunta: ¿Dónde están los sindicatos de educación para exigir que se cumpla el Real Decreto 486/1997 donde determina que en los lugares de trabajo donde se lleva a cabo una labor sedentaria, la temperatura debe ser de entre 17º y 27º?
Y es que como les dije la semana pasada, nuestro querido consejero Imbroda, nos mandó unas instrucciones para seguir ventilando las aulas como uno de los adalides de la resistencia ante el coronavirus. El problema, es que se vanagloria de su inacción con una frase lapidaria: “todos hemos sido niños y hemos ido al colegio con frío, con calor, con las ventanas abiertas, con lluvia… ¿Es solo exclusivo de ahora? Todos hemos ido más abrigados y menos abrigados, esto ha sido toda la vida”. Es cierto, todos hemos sido niños y hemos pasado calor y frío, pero no hemos tenido que tener las ventanas abiertas de par en par en invierno para tener bien ventiladas las clases y esquivar el coronavirus.
El pasado jueves se descolgó Juanma Moreno con un titular igualmente incendiario, en el que según asegura, se prevé “un crecimiento explosivo” de los contagios de coronavirus en 12 días en Andalucía. Vamos, que en menos de dos semanas se va a abrir la caja de Pandora y va a ser una auténtica hecatombe, pero en los centros educativos, como tenemos capas de superhéroes debajo de los abrigos, vamos a seguir abiertos de par en par, y nunca mejor dicho. Algo falla, así queles dejo la segunda pregunta: ¿Dónde está la acción de los sindicatos para velar por la salud de nuestro colectivo, a sabiendas que nos dejaron hacinados y sin a penas protección en las aulas?
Esta semana el COVID ha llamado a mi puerta. Uno de mis vástagos ha sido contacto estrecho con alguien de su clase que ha dado positivo. Como manda la normativa y las instrucciones por parte de las administraciones sanitarias, cuarentena de diez días. Aquí empieza el marrón. Voy a preguntar por el procedimiento para poder cuidar de él, ya que es menor y no puede quedarse solo en casa, y la respuesta ha sido demoledora: No hay permiso para estos casos. Aquí va la tercera y última pregunta: ¿Dónde están los sindicatos, si no están defendiendo nuestras condiciones laborales y de conciliación familiar frente al COVID?
Sinceramente, yo no sé dónde están desde hace muchos meses. Para ser exactos, casi desde hace un año, momento en el que decidieron hacer la táctica del avestruz y esperar a que pasase el peligro. Por eso, no me extraña el titular que este periódico publicó el pasado viernes, donde aseguraba que el 91% del profesorado consideramos que nuestro esfuerzo en la pandemia no está siendo reconocido. Es obvio. Para las autoridades educativas, para las autoridades sanitarias y para los sindicatos, no somos nadie.