El ruido durante el confinamiento fue cien veces menor a lo habitual en las zonas más turísticas de Granada

El ruido durante el confinamiento fue cien veces menor a lo habitual en las zonas más turísticas de Granada

  • Investigadores de la Universidad de Granada y el London University College comparan el nivel sonoro que hubo en 2019 y durante el confinamiento de marzo en cuatro puntos de gran valor turístico, paisajístico y patrimonial de la ciudad de Granada como son la Placeta de Carvajales, el Paseo de los Tristes, la Plaza de Bib-Rambla y el Mirador de San Nicolás
  • Durante el confinamiento se percibieron ruidos naturales y de origen animal que en muchos casos ya existían en 2019 (como sonido del agua o de determinadas aves), que ganaron notoriedad al no haber gente ni tráfico en las calles

Una investigación conjunta de la Universidad de Granada (UGR) y el London University College (UCL) ha revelado que, durante el confinamiento del pasado mes de marzo, el ruido fue 100 veces menor a lo que es habitual en algunas de las zonas más turísticas de la ciudad de Granada.

En un artículo titulado The “sound of silence” in Granada during the COVID-19 lockdown, publicado en la revista NoiseMapping, los investigadores compararon el nivel sonoro que hubo en cuatro puntos concretos de la ciudad en 2019 con los que hubo durante el confinamiento de 2020, y hallaron bajadas del nivel sonoro de más de 20 dB (100 veces menos energía) entre 2019 y 2020.

La evaluación acústica se llevó a cabo en cuatro puntos de gran valor turístico, paisajístico y patrimonial de la ciudad como son la Placeta de Carvajales, el Paseo de los Tristes, la Plaza de Bib-Rambla ye el Mirador de San Nicolás.

“Disponíamos de datos de 2019 en esos emplazamientos, y durante el confinamiento total de 2020 repetimos las medidas en los mismos lugares”, señala Jerónimo Vida Manzano, investigador del departamento de Física Aplicada de la UGR y autor principal de este trabajo.

Las mediciones en 2020, realizadas por encargo de la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de Granada, se realizaron con instrumentación de la Cámara de Ensayos Acústicos (CEA) de la Universidad de Granada similar a la empleada en 2019 (con instrumentación perteneciente al London University College).

“Los resultados, con una disminución del nivel acústico de entre 13 y 50 decibelios en 2020 respecto de 2019, muestran que el ruido humano no sólo es predominante en los 4 puntos evaluados, sino que condiciona el clima acústico de estos emplazamientos”, indica Jerónimo Vida.

Sonidos que antes no se escuchaban

En aquellos lugares menos afectados por el ruido de tráfico, la variación espectral es también menor. Sin embargo, donde el ruido del tráfico era predominante la distribución espectral del sonido muestra durante el confinamiento la existencia y el efecto de fuentes (sonidos) que antes no eran percibidas.

Estas fuentes, principalmente ruidos naturales y de origen animal que en muchos casos ya existían en 2019 (como sonido del agua o de determinadas aves), no sólo no menguaron durante el confinamiento sino que ganaron notoriedad al no haber gente ni tráfico en las calles. “La principal diferencia es que durante el confinamiento han sido perceptibles por primera vez en estos lugares”, señala el investigador de la UGR.

Los resultados de este estudio forman parte de una investigación sobre percepción acústica en contexto en la ciudad de Granada. Con ella, se pretende evaluar el ambiente acústico de la ciudad para poner en valor el sonido ambiente agradable, una acción complementaria a la gestión del ruido urbano como forma de contaminación. El escenario impuesto por el confinamiento ha permitido eliminar de la ciudad a la población, un contexto experimental nunca antes imaginado ni posible.

“Esta investigación permitirá preservar y poner en valor el ambiente acústico como parte de la riqueza urbanística y patrimonial de la ciudad. También contribuye a la mejora de la calidad de vida en Granada, mediante la incorporación de sus resultados en la elaboración de propuestas de diseño urbano inspiradas en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), concluye Jerónimo Vida.

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