Contra el matonismo

La profesionalidad de las Fuerzas de Seguridad del Estado es la condición de que el espacio público no sea privatizado por criminales, de que los bienes públicos y privados -a menudo de personas modestas- no sean afectados y tantas otras cuestiones que deberían importarnos.  Todo lo explicó John Ford en El hombre que mató a Liberty Valance. Sin fuerza pública fiable, no hay gobierno del pueblo sin que intervengan los héroes. Y los héroes deben desaparecer. Quien está contra la policía es un «poseur» y un frívolo al que no hay que tomar en serio. O alguien que quiere poner una fuerza armada sectaria y no profesional, esto es, alguien con ideas que dan miedo.

Ahora bien, esa profesionalidad excluye la existencia de asociaciones extremistas, el combate contra toda forma de corporativismo, la crítica del machismo y la chulería como distintivo del oficio, la vigilancia judicial constante de quienes son parte del monopolio estatal de la violencia.
En España la situación es muy preocupante. El matonismo que vimos en Linares es el síntoma de un problema profundo, no sé cuánto de profundo, pero profundo.

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