Picasso , Berlanga y el 28 Abril

Decía Pablo Picasso que la pintura no estaba hecha para decorar las habitaciones. Su cuadro del Guernica pintado en 1937 por nuestro pintor universal claramente es un exponente de ello. Tras el bombardeo de Guernica en Abril de 1937, la republica encargó el cuadro a Picasso para la exposición Universal de París de 1937. Después de exponer su obra maestra, Picasso quiso que se exhibiera en el Museo de arte moderno de Nueva York, dejando por escrito que podría volver a España cuando volviera la democracia. El cuadro que se encuentra en España desde 1981, ha sido símbolo del sufrimiento de la guerra y -al volver- de la concordia que trajo nuestra democracia.

Cuando nos enfrentamos a estas elecciones con un riego real de retroceso, cuando en España se mira cómo la extrema derecha se propaga en Europa y en el mundo, vemos también como la derecha extrema -la que se llama sin complejos- está también seduciendo a miles de jóvenes que quizás no conozcan lo que significa el fascismo y los valores propios que encarnaba la dictadura de Franco que le impulsaron a dar un golpe de Estado en 1936 y nos llevó al abismo de una cruenta guerra civil que dejó muchas victimas durante los tres años que duró.

Nuestra democracia ha avanzado lo suficiente para pensar que esto no puede suceder más.Pero cada vez que vemos lo que ocurre en otros países no debemos dejar de pensar que algo está virando y que un movimiento telúrico está volcando una parte del mundo democrático hacia un régimen nacional-populista, lleno de simplezas tramposas que seduce no sólo a las clases altas, sino -y lo que es mas preocupante- a las clases medias o las más desfavorecidas por la crisis o expulsadas del mercado de trabajo: Francia con la extrema derecha, Italia con la Liga Norte, Grecia con Amanecer Dorado, la antes venerada Finlandia, Hungría, Austria, o en el mismísimo Reino Unido con las razones profundas y “neo xenófobas” del Brexit, o la llamada eclosión de los nacionalismos modernos como un mal basado en la exaltación de las diferencias supremacistas, o en los Estados Unidos con Donald Trump o en Brasil con Bolsonaro.

Ahora el Guernica se hace más presente como la expresión máxima de las barbaridades que comenzaron hace años en las antesalas de lo que hoy estamos viendo. Se comienzan construyendo muros en fronteras y se acaban poniendo cúpulas para cerrar a presión los muros, aplastando las libertades. La identidad tiene sus límites, necesita sus límites, sus muros. Pero los muros para proteger identidades son hoy más franqueables que nunca . Sólo unos idiotas que creen en un marco mental simple, radical y supremacista pueden pensar que las identidades son estancas. La mezcla, el mestizaje son imparables hoy, y aunque estos personajes se agarren a sus muros, estos caerán y ellos se precipitarán con los muros. Ya lo vimos en el de Berlín. Y las urnas que han sido aliadas algunas veces de ellos, también deben ser su principal membrana que regule la osmosis necesaria para mantener la diversidad.

Ha sido también inevitable que en estos días me venga a la memoria la gran película de Berlanga, “La Escopeta Nacional” que en una saga retrata sarcásticamente la España del “tardofranquismo” y que nos trae a la memoria lo símbolos de lo que una época dejó en nuestra sociedad. Las cacerías de los ministros, empresarios, curas, tecnócratas del opus dei, los nobles y aristócratas y la ramplona y corruptas formas que nos describían cómo se hacían los negocios…, las creencias y las normas sociales para hacer las cosas “como Dios manda” eran el eje argumental de una España de cartón piedra, excluyente y sectaria.

En estos días vemos que algunos nostálgicos tratan de evocar una España que tras cuarenta años de democracia -con sus defectos y sus virtudes- hemos conseguido hacer una de los Estados más prósperos y diversos -con lo bueno que aporta la diversidad- del mundo occidental, con muchas asignaturas aún pendientes, sin duda. Berlanga del que Franco dijo que “no era comunista, sino algo peor, era un mal español”, porque retrataba la sociedad sarcásticamente y hacía del humor un retrato caricaturesco de esos valores postfranquistas, hoy se hace más actual que nunca.

Y me ha venido a la memoria porque estoy convencido de que este 28 de Abril pasará a la historia como un día que suponga un antes y un después en la nueva España. Estoy convencido de que entraremos en la nueva década de los años 20 con un nuevo aire. Europa incluso nos verá de otra manera.

Más allá de las inciertas encuestas y de las sorpresas hay un acto que nos iguala a todos, a los ricos y a los pobres, a los poderosos y a los menesterosos, a los hombres y a las mujeres, a los jóvenes y a los viejos, a los parados y a los ejecutivos del IBEX : El voto. Por ello renunciar a votar y votar por los valores que ponen freno a los herederos de los protagonistas de la escopeta nacional o a los que quieren que vuelva la España de Franco es hoy un deber de buen ciudadano. Es un deber como demócrata. Es un deber para devolver la esperanza a nuestros hijos y a millones de europeos que nos miran muy atentos. Hemos visto en estos días como periódicos europeos de los llamados liberales mostraban su preocupación por España, y abogaban por la moderación y por la estabilidad y centralidad, alejados de la extrema derecha. Apostaban por el PSOE como el valor más seguro. Algo insólito en estos años de democracia en España. No había pasado ni con Felipe González. Algo está pasando y en los votos de cada uno de nosotros está la posibilidad de que el Guernica no vuelva a salir simbólicamente de España por un retroceso en las libertades o la película de “la escopeta nacional” vuelva a ser un buen retrato de nuestra querida España. En nuestras manos está. Veremos.

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