¿Tu quoque, brute,fili mi?

Una ciudad y una provincia como Granada no se merecen estar en las manos políticas de personalidades, o mejor, personajes, como los que, desde todos los partidos, pero especialmente ahora desde el Partido Popular, Vox o Ciudadanos, han tomado decisiones cruciales con traición para nuestros intereses. Algunos de ellos ocupan, o han ocupado, escaños en el Congreso de los Diputados y en el Senado, en representación de una tierra a la que solo conocen por referencias o todo lo más por haberla visitado preparando su asalto a las instituciones. Y es que lo que aquí pasa no tiene comparación con lo que sería inimaginable que pudiera suceder en otros lugares.

Uno de ellos, acaso el que más torpe puede ser considerado políticamente hablando, aunque si que se muestra como el más medrador y maniobrero, se despachaba el domingo pasado con una anodina e inconsistente entrevista en un importante medio de comunicación local. La fragilidad de la interviú no se debió al periodista que lo interpeló, un profesional bragado y acostumbrado a recias tardes de lidia en plazas de tronío, sino a la menudencia del morlaco, que campaneó hasta la suerte final sin ofrecer ni el más leve atisbo de castani trapío. Ahora bien, sí que hizo gala de una descarada desfachatez y de una capacidad de palabrería hemorrágica con la que solo dejó tres mensajes: “Salvador me engañó”, “Salvador solo busca permanentemente la foto”, y “el pacto del 2+2 existió”.

De estos, los dos primeros son consabidos, porque la política y algunos políticos son así; y solo el tercero, que vicaria y maledicentemente vino a proferir, fue destacable, confirmando la verdad de Perogrullo que es el que el acuerdo Sebas-Luis sobre el turno pacífico en la alcaldía es algo real.

Cuando leí lo dicho por Hervías, este ex congresista y senadorcito por designación autonómica que usurpa la bancada por nuestra provincia, no mejoré la opinión que de él tengo sin conocerlo y solo saber él por sus actos contra nuestra tierra, pero sí que confieso que me hizo meditar en torno a su bagaje y preguntarme un tanto desmoralizado: ¿este es el señor Hervías, gerundense de abuelos oriundos de Quéntar, según nos dijeron los ciudadanistas para vendérnoslo en campaña como un crack de granadinismo militante?; ¿este señorito es el trastabillado senador por Granada y proto-transfuga que con componendas interpuestas camina hacia el partido de Casado, el sujeto que pactó el 2+2 con su colega García Egea, metiendo a nuestra ciudad, que no le viene ni por la teta ni por el ombligo, en un lío como el que va a venirle pronto?

Confieso que no sentí desengaño, porque, aunque mi capacidad de asombro sigue intacta, hace mucho que estoy decepcionado por lo viene sucediendo contra Granada, único lugar conocido en la tierra en la que se reformula con más intensidad el principio de Peter y “aquí todo, siempre, aunque parezca imposible, es susceptible de empeorar todavía más”.

Y he dicho que me dije: “el lío que va a venirle”[a Granada], porque lo único que quedó en claro en la hemorragia de palabras vacías que soltó Su Señoría Hervías a lo largo de varias páginas del tabloide, es que venía a desencadenar el comienzo del fin, a provocar el desenlace del asunto que pende en la alcaldía. Y es que solo aquí y en la dinámica de cuerdas, 2+2no son cuatro, sino una modalidad de cambalache matemático que hará que en la plaza del Carmen se relocalice el boson de higgs, tras la larga búsqueda en la física de partículas de la política, comenzando el reajuste político nacional de buena parte de la derecha.

Fueron varias las personas próximas a las que comenté que comenzaba el baile y que antes que el “sebastaniazo” en ciernes, sobre el que ahora pienso que podría no estar tan próximo, veríamos en breve un “ciudadanazo”, o algo similar a un complot antisalvador, para devolver al primer edil a los corrales.

No me he equivocado y la envestida al primer edil no se ha demorado y en apenas dos días, ha comenzado la preparación de la muerte del césar local bajo la estatua de Pompeyo. En solo dos días a contar de las declaraciones de senador granadino-gerundense, el señor Olivares, el portavoz que aupó el mismísimo Salvador, no sé si conjurado con los dioses del Olimpo, o con las criaturas del averno, o con los próceres de Génova 13, que es lo más probable, ha aseverado la realidad no metafísica de la existencia de la medio verdad o la medio mentira del 2+2, y se ha alineado con los administradores del futuro más tangible para él, que ya no pasa por el ciudadanismo moribundo, sino por metamorforsearse en una avezada gaviota. Y pronto, muy pronto, aunque no esperemos que les sea tan fácil, veremos a Luis Salvador, proferir aquellas palabras que según Suetonio atribuye a Julio César en su momento final: ¿Et tu, Brute? O más teatralmente: “tu quoque, Brute, fili mi”, como escribiera Shakespeare, cuando caiga acribillado a navajazos, a los pies de Olivares, bajo la mirada fría de Hervias.

La verdad es que no me importa nada de nada el desenlace de esta tragedia chusca que para nada me recuerda a la Shakespeare, ni a las noticias de Suetonio, pero sí que ha llegado el momento de que se conozcan los resultados de las trampas, que todos conocíamos, de estos auténticos tahúres que la suerte nos ha deparado a los granadinos, porque ya está bien de tanta infamia y de tanta mendacidad política.

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