El primer Primero de Mayo
Este es el primer Primero de Mayo que celebramos en la calle, tras un año sin hacerlo en los más de cuarenta de Democracia, por culpa de una pandemia que ha rajado nuestras vidas, en términos personales, pero también en términos laborales. Es el primer Primero de Mayo en el que salimos a la calle con mascarillas y guardando las distancias de seguridad, pero con un empuje indiscutible porque nos va la deuda del Estado con su clase trabajadora. Derogar la reforma laboral para equilibrar el poder entre empresas y trabajadores, alcanzar un Salario Mínimo que se sitúe en estándares europeos y garantizar un sistema público de pensiones que garantice el poder adquisitivo. En definitiva, en este primer Primero de Mayo nos va reconocerles a las personas que nos salvaron la vida precisamente eso, que son esenciales y que nos salvaron la vida. Personal sanitario, de limpieza, del comercio, del transporte y un largo etcétera.
Se ha puesto de relieve la centralidad del mundo del trabajo, y que debemos emprender caminos que lo garanticen ante amenazas digitales y tecnológicas. Sobre las personas pivota el mundo, incluso sobre las que aspiran a trabajar y no pueden hacerlo y para ellas exigimos protección como los recientes acuerdos para la creación del Ingreso Mínimo Vital que aun precisa de cambios para funcionar como la herramienta que fue concebida.
Y es que este es el primer Primero de Mayo, en mucho tiempo, al que llegamos con acuerdos con Gobierno y Patronal y fruto de ello los sindicatos nos encontramos de nuevo en el centro en el que se disputa el partido entre capital y trabajo, negociando cada ERE que salva un puesto de trabajo, y negociando cada Plan de Igualdad en cada empresa que nos va a permitir que las mujeres tejan el equilibrio entre un desarrollo profesional pleno y no discriminatorio, pero también un cambio en la esfera privada que ahora las condena a ser ciudadanas de segunda. El avance en materia de igualdad es un avance para toda la sociedad porque hablar de feminismo es hablar de Democracia.
Y precisamente de Democracia voy a hablar, porque este es el primer Primero de Mayo en Democracia en el que la ultraderecha nacionalcatolicista española realiza una convocatoria desafiante con la pretensión una vez más de instalar la mentira y la confrontación en el espacio público. Este primer Primero de Mayo también va de eso, de Democracia. Los sindicatos hace ya mucho tiempo conquistamos las libertades –libertad, esa palabra tan manoseada ahora- en las calles con represión, cárcel e incluso tortura. La clase trabajadora tenía ese yugo ante sus cabezas. Pareciera este primer Primero de Mayo que quisieran volver a ese tiempo en el que se nos excluían por pensar diferente o se nos excluía por no pertenecer al mismo clan. Aquel tiempo en el que no éramos trabajadores y trabajadoras sino lacayos. Porque en el fondo así nos quieren, callados y a las mujeres, sumisas. Es el fascismo tradicional ahora pintado de verde sin entender de ecologismo. No sé cuántos coches circularán por el Camino de Ronda, pero la legitimidad de representación de la clase trabajadora la tiene el sindicalismo de clase, por mucho que se escenifique una comedia el Día del Trabajo.
Este, mi primer Primero de Mayo como secretario general de Comisiones Obreras de Granada -algo anecdótico-lo vivimos en un momento de confrontación ideológica y cultural en el que la clase trabajadora se juega el futuro de las próximas generaciones. Y como de cultura se trata, acabo estas líneas exigiendo dignidad profesional para un sector que nos hace pensar y tener conciencia crítica. ¡Viva la clase trabajadora!.
*Daniel Mesa es Secretario general de CCOO Granada