La Alhambra restaura los muros de la Torre del Adarguero de la Alcazaba
- La intervención ha tenido un plazo de ejecución de un mes y ha sido realizada por personal propio del monumento
El Patronato de la Alhambra y Generalife ha intervenido en los muros de la Torre del Adarguero de la Alcazaba, denominada también Torre Hueca, tras detectarse durante unos trabajos de mantenimiento «oquedades y una grieta» en sus paramentos.
Así lo ha asegurado la directora general del Patronato de la Alhambra y Generalife, Rocío Díaz, durante una visita a la torre, junto al arquitecto conservador del monumento, Antonio Peral.
La intervención, que ha tenido un plazo de ejecución de un mes, según ha explicado en un comunicado la directora general del Patronato de la Alhambra y Generalife, ha permitido la restauración de los muros deteriorados mediante el retacado con el mismo material preexistente y mortero de cal, así como el rejuntado de la llagas de los ladrillos, en aquellas zonas donde ha sido necesario.
Estos trabajos se han llevado a cabo en fases para compatibilizarlos con la visita pública y se han enmarcado dentro de las actuaciones de conservación y restauración que realizan a diario los talleres del propio monumento granadino, «labores de conservación preventiva», como ha indicado Díaz.
Dentro de las actuaciones programadas en materia de conservación, el Patronato de la Alhambra y Generalife también actúa estos días en el Paseo de las Adelfas, en la zona del Generalife, con el objetivo de reparar muros y barandas.
La Torre del Adarguero se encuentra ubicada en el interior de la Alcazaba y forma, junto a Torre Quebrada y la Torre del Homenaje el flanco oriental de la misma.
Se trata, por tanto, de un sistema defensivo compuesto por una línea interior de muralla con orientación norte-sur, defendida con tres torres que sobresalen de este paño de muralla, una en cada extremo y otra central, un camino de guardia o foso delantero y otra muralla más baja rodeándolo a modo de barbacana.
Actualmente la torre es hueca debido a las intensas modificaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo, muy especialmente cuando se convirtió en el siglo XVI en la entrada a la Alcazaba, «lo que supuso el vaciado de su interior».