Salvemos la Vega (una vez más)

Hace unos días, entre pandemia y erupción volcánica, entre nazis manifestándose por Malasaña y diputada ultra por Granada poniéndose macarra en el Congreso con una periodista, me encontré con un post en Facebook de otra grande del oficio, mi compañera Esther Ontiveros, reclamando atención al personal, ante lo que puede ser un golpe de muerte a lo que que nos queda de Vega, ese espacio singular y valiosísimo, que nos hemos ido cargando, en aras de un falso «progreso» de catetos y especuladores.

Por primera vez en la historia de esta ciudad, más de 50 asociaciones y colectivos, agrupados en la plataforma «Vega Sur te Quiero Verde», se han sumado a la petición de detener el proyecto de la VAU09, la Autovía de la Vega que se proyecta para conectar los municipios de la zona sur y que, como dice Esther, será como asestar una nueva puñalada, la enésima, a este lugar donde muchas personas han descubierto este fatídico año el valor de caminar, correr, o montar en bicicleta lejos del asfalto que nos asfixia y nos enferma.

La Vega de Granada, lo que queda de ella, es un cinturón verde que circunvala nuestra ciudad y se intercala entre los municipios del área metropolitana con huertos, caminos, acequias y cultivos, que amortiguan los nocivos efectos sobre la salud que provoca nuestro principal medio de transporte: el vehículo privado.

Con esta petición no se pretende que nadie sufra interminables atascos, ni que nadie llegue tarde a su trabajo, ni causar un aumento inasumible del gasto en transporte. Todo esto se puede solucionar con alternativas mucho más sostenibles, económicas y satisfactorias para las personas y el entorno que una nueva carretera, porque como todos hemos aprendido, primero se proyecta una carretera y poco después florecen en sus márgenes, urbanizaciones, y construcciones de todo tipo, a mayor gloria de los especuladores de toda la vida.

Alternativas, haberlas, haylas. Más líneas de tranvía metropolitano, más frecuencia de autobuses electrificados, más carriles bici para conectar todos los municipios… Se trata de desincentivar el uso del coche y no al revés. No se pretende dificultar la movilidad de las personas, sino favorecer otros medios de transporte más eficaces, económicos y no contaminantes.

Sugería Esther en su post que se subvencionen carnets para el transporte público, para la adquisición de vehículos no motorizados, para el uso del vehículo compartido, que se cree cultura del transporte público y no contaminante en las escuelas, en las calles y si quien tiene que hacerlo no sabe cómo, que abandone su puesto, porque sin duda nos estamos jugando nuestra salud, la de nuestros hijos e hijas y la calidad de vida de una ciudad que ha vivido siempre en una maravillosa conexión con la naturaleza que la rodea, hasta que hemos llegado nosotros.

Este vial, con características de autovía y tres carriles por sentido, proyectado sobre terrenos fértiles de vega de alto valor productivo, está recogido en el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Granada (POTAUG) de 1999, época de expansión de la aglomeración urbana, en la que se diseñó una nueva red viaria que favorecía la dependencia del automóvil y relegaba la implantación de una red eficiente de transporte público, exceptuando la limitada cobertura del metro.

Ahora, veinte años después, esta infraestructura ha quedado totalmente obsoleta y colisiona frontalmente contra de los objetivos de transición ecológica que deben marcar la recuperación económica. Supone además un gravísimo atentado contra el patrimonio agrario y etnológico de la Vega, como parte integrante de la memoria territorial y paisajística de la ciudadanía granadina.

Este proyecto también atenta contra del Pacto por la Vega suscrito por todos los partidos políticos en febrero de 2015, incluidos PP y Ciudadanos, que en su punto primero insta a que las consejerías con competencia en la materia, realicen los cambios normativos necesarios para proteger los suelos agrarios de la Vega de Granada, frente a cualquier otro uso no compatible con dicha actividad, así como iniciar los procesos para recuperar los espacios degradados de la misma.

La construcción de la Autovía de la Vega incluye una plataforma elevada que supondría una barrera infranqueable entre lo que restaría de la Vega Sur y el piedemonte de la Sierra con los bordes de la ciudad de Granada. Ello dificultaría considerablemente la futura llegada del metro a las localidades de la cornisa sur, lo que las privaría del medio de transporte colectivo menos contaminante en la actualidad.

El proyecto supondrá un aumento considerable de la contaminación, al ampliar en miles de metros cuadrados la red viaria de la aglomeración urbana de Granada, para ocuparlos con automóviles, lo que incrementaría exponencialmente la contaminación del aire que respiramos, uno de los más nocivos del país y responsable de gran número de enfermedades y muertes relacionadas con los valores extremos de polución, incluyendo la mayor incidencia de contagios y mortalidad por COVID 19 en Granada.

La construcción de esta nueva infraestructura fragmentaría aún más lo que queda de la Vega Sur y haría más inviable si cabe la actividad agraria que le da sentido. Se destruirían muchas hectáreas de cultivo y acequias de riego, lo que supondría un grave perjuicio para las personas que se dedican a la agricultura, así como la liquidación del medio natural que ha proporcionado históricamente alimentos y sustento económico a Granada.

La Vega Sur es además una reserva natural de agua gracias a sus acuíferos, patrimonio colectivo que hay que proteger como garantía de reserva de abastecimiento. En resumen, nuestras tierras fértiles son una garantía de suministro local de productos de primera necesidad que es imperativo proteger, como se está demostrando en la actual pandemia.

Y como no, la construcción de la Autovía de la Vega tendría como consecuencia la pérdida del uso agrícola de los terrenos colindantes a la infraestructura propiamente dicha, abriendo la puerta a nuevos proyectos de urbanización, con la consecuente degradación irreversible del paisaje y de los usos ciudadanos asociados a la trama de pequeñas explotaciones agrícolas conectadas por senderos: espacios para uso social y comunitario, deportivo, ocio saludable y desplazamientos alternativos.

Pero es que además, la construcción de esa nueva carretera supondría un derroche económico inaceptable, al implantar una infraestructura cuya eficiencia y rentabilidad económica, social y ambiental están seriamente cuestionadas, ya que los actuales problemas de tráfico en esta zona se deben, en su mayor parte, a los viajes diarios hacia y desde la ciudad de Granada. Y todo ello en momentos de fuerte crisis económica, por lo que el ingente gasto es de todo punto injustificable para nuestra generación y para las generaciones futuras. La experiencia ha demostrado que construyendo más carreteras se multiplica el tráfico, así que debemos apostar por modelos de transporte público, ciclista y peatonal.

Si creen, como creo yo, que esa infraestructura perjudica seriamente nuestra salud física, ambiental, paisajística y económica, no duden en firmar, en Change.org, la petición «CONTRA LA DESTRUCCIÓN DE LA VEGA SUR DE GRANADA» que ya cuenta con casi 1500 firmas y cuya exposición de motivos he recogido gustosamente en esta columna, entre otras cosas porque estoy plenamente de acuerdo con ella ¡Gracias!

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