La Facultad de Bellas Artes expone ‘Aquello que no(s) fue dado’, de la artista María Rosa Aránega

La Facultad de Bellas Artes expone ‘Aquello que no(s) fue dado’, de la artista María Rosa Aránega

  • La muestra pone el foco en la huella testimonial dentro del ámbito familiar y en la fidelidad de la memoria visual

La sala de exposiciones de la Facultad de Bellas Artes acoge desde esta semana y hasta el próximo 18 de febrero la exposición Aquello que no(s) fue dado, de la artista almeriense María Rosa Aránega. El trabajo, explica su autora, “parte de la premisa de que toda memoria es una reconstrucción más allá del recuerdo” y pone su foco en la huella testimonial dentro del ámbito familiar, las contradicciones de la “verdad histórica”, la fidelidad de la memoria visual y la posmemoria del pasado reciente español.

Aquello que no(s) fue dado nos aproxima, además “no sólo a los testimonios registrados, sino al vacío por la falta de imágenes que den veracidad a determinados acontecimientos o problemáticas”. Su autora, María Rosa Aránega (Almería, 1995), ha enfocado su trabajo y su investigación en la exploración artística en la historia, la política, la posmemoria, así como en la transmisión transgeneracional del pasado traumático de España, especialmente en torno a la Guerra Civil Española y la dictadura franquista.

La exposición que puede verse hasta mitad de febrero en la Facultad de Bellas Artes, en el campus de Aynadamar, nos acerca también al vacío que surge de la falta de imágenes que den veracidad a determinados acontecimientos. “Toda memoria”, cuenta la artista, “es una reconstrucción más que un recuerdo y este proyecto tratará de incentivar la capacidad de simbolización de lo narrado para encontrar sentidos históricos coherentes e incorporar el pasado al presente de manera que lo individual y lo colectivo se encuentren.

La muestra está conformada por piezas fotográficas, instalativas y audiovisuales, pero gira principalmente en torno al dibujo de pequeño y mediano formato. Indisociablemente, el dibujo ha conglomerado tanto fines documentales como terapéuticos. “Usar papel y lápiz como herramienta para interpretar el mundo agita de forma instantánea las relaciones semióticas entre la representación y el signo. Las cualidades gráficas del dibujo permiten indagar en la memoria como productora de imágenes, así como en la evocación y reactualización del espacio del recuerdo”, concluye la autora.

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