La obra ‘23F.Anatomía de un instante’ dirigida por Alex Rigola llega al Teatro Alhambra el 28 y 29 de enero

La obra ‘23F.Anatomía de un instante’ dirigida por Alex Rigola llega al Teatro Alhambra el 28 y 29 de enero

  • El montaje es una producción de Heartbreak Hotel i Titus Andrònic S.L. en coproducción con Teatre Lliure, y el apoyo de Teatro de la Abadía y el Departament de Cultura Generalitat de Cataluña

El Teatro Alhambra presenta, dentro de su programación, la obra ‘23F.Anatomía de un instante’ dirigida por Alex Rigola los días 28 y 29 de enero a las 21:00 horas. En esta ocasión se trata de una producción de Heartbreak Hotel i Titus Andrònic S.L. en coproducción con Teatre Lliure, y el apoyo del Teatro de la Abadía y del Departament de Cultura Generalitat de Catalunya. El Teatro Alhambra pone a la venta las últimas localidades para estas dos funciones en www.teatroalhambra.es y, en taquilla, desde una hora antes del comienzo de la función si quedaran disponibles.

Una aproximación al periodo de la transición tomando como eje vertebrador el golpe de estado del 23 de Febrero de 1981. Un ensayo que parte de la novela de Javier Cercas, “Anatomía de un instante”: el instante en que Adolfo Suárez permaneció sentado en la tarde del 23 de febrero de 1981, mientras las balas de los golpistas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo del Congreso de los Diputados y todos los demás parlamentarios -todos menos el general Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo- buscaban refugio bajo sus escaños. La crónica de ese gesto y la crónica de un golpe de estado y la crónica de unos años decisivos en el nacimiento de nuestra democracia. El montaje cuenta con un reparto excepcional: Pep Cruz, Miranda Gas, Eudald Font y Roser Vilajosana

Àlex Rigola (Barcelona, 1961) es conocido por la dirección de diferentes espectáculos de teatro y ópera en el Teatro Real, el Centro Dramático Nacional, el Teatro de La Abadía y el Gran Teatro del Liceo, entre otros. De 2003 a 2011 fue el director del Teatre Lliure de Barcelona, donde montó títulos como: Gata sobre el tejado de zinc caliente, de Tennessee Williams; Nixon-Frost, de Peter Morgan; Rock & Roll, de Tom Stoppard (Premio de la Crítica de Barcelona, Premio Terenci Moix y dos Premios Max); Ricard III y Julio Cesar, de William Shakespeare; Santa Juana los mataderos, de Bertolt Brecht (GREC 2004); Glengarry Glen Ross, de David Mamet; y European House (Prólogo a un Hamlet sin palabras), escrito por él mismo. Del 2010 al 2016 fue director de la sección teatral de la Bienal de Venecia, y del 2016 al 2017 codirigió, con Natalia Álvarez Simó, los Teatros del Canal de Madrid.

Sus espectáculos han girado por todo el mundo, incluyendo países como: Francia, Italia, Alemania, Austria, Portugal, Rusia, Hungría, Chile, Venezuela, Colombia, México, Taiwán y Australia, entre otros. Destacan de su trayectoria como director: ‘Ubú Rey’, de Alfred Jarry; ‘Largo viaje hacia la noche’, de Eugene O’Neill; ‘Días mejores’, de Richard Dresser; ‘Maridos y mujeres’, a partir del guión de Woody Allen; ‘El policía de las ratas’, a partir del relato homónimo de Roberto Bolaño y ‘2.666’, del mismo autor; ‘Coriolano’, de Shakespeare; ‘Tragedia, poema visual’ a partir de El nacimiento de la tragedia de Nietzsche. Así mismo, dirigió la ópera ‘El holandés errante’, coproducción del Liceo y el Teatro Real, y ‘Madame Butter’ y por La Fenice de Venecia.

La compañía Heartbreak Hotel nace el año 2013, con el espíritu de devolver al teatro eso por lo cual ha perdurado durante todos estos años, el deseo de confrontar al público con los valores de nuestra sociedad contemporánea, con los valores del ser humano y por lo tanto con los valores de uno mismo. Y esperamos hacerlo con el deseo de investigar nuevas formas de narración escénicas y unirlas con nuestro amor a la literatura, la música y las artes plásticas. Cuando nos preguntamos por qué vamos al teatro o por qué hacemos teatro, la respuesta siempre acaba siendo la misma: para conocer mejor al ser humano, y este deseo va directamente unido al deseo de conocimiento de nosotros mismos. Es de suponer (imposible certificar) que esta voluntad es debida a un deseo de mejorar como personas. El hecho de confrontarnos nos obliga a un crecimiento personal que solo puede beneficiar a la sociedad. Pero este enfrentamiento siempre es difícil y acaba produciendo cambios de respiración, risas y lágrimas, señal inequívoca que alguna cosa está sucediendo

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