¿Quo vadis Granada?

¿Se imaginan que los máximos representantes de la Junta de Andalucía y de los empresarios de la provincia de Málaga, se negaran a apoyar que la capital de la Costa del Sol se considerara como la Ciudad de la Ciencia, de la tecnología, o la capital del turismo? Está claro que no, ya que sus paisanos los correrían a gorrazos y ya podrían dar por enterradas sus respectivas carreras políticas y empresariales. Como en Granada todo es posible, aquí ha ocurrido exactamente eso, sin que a la ciudadanía parezca importarnos un pimiento, lo que también habla del nivel de exigencia y compromiso que el personal de Granada tiene para con sus representantes.

Cuesta trabajo intentar buscar una explicación razonable, a que la Junta de Andalucía y la Confederación Granadina de Empresarios, se negaran la semana pasada a firmar el documento de líneas estratégicas básicas, para impulsar a Granada como Ciudad de la Ciencia.  La reunión, celebrada hace diez días a instancia del alcalde, sentó además a la mesa a  representantes de la Diputación, la Subdelegación del Gobierno, la Universidad de Granada, CCOO y UGT

Cuentan las crónicas que la reunión quedó en nada, porque tanto Pablo García, delegado del Gobierno andaluz de la Junta, como Gerardo Cuerva, presidente de la Confederación Granadina de Empresarios y de la Cámara de Comercio, se negaron a firmar el documento que establecía las líneas generales del acuerdo. Por lo que parece, tanto Pablo García, como Gerardo Cuerva, actuaron al unísono, en contra de firmar el citado escrito, sin que ninguno de los dos haya dado una sola explicación razonable para semejante postura.

El documento, enviado con antelación a los asistentes por el Ayuntamiento de Granada, incluía una exposición de motivos y cinco puntos que no comprometían absolutamente a nada, limitándose a una declaración de principios que recogía ideas como la de impulsar proyectos que hagan de la provincia un referente en Inteligencia Artificial, apostar por el desarrollo científico y tecnológico y algunas generalidades por el estilo. Lo cual hace aún más incomprensible que dos pesos pesados de la mesa, como lo son los representantes de la Junta de Andalucía y del empresariado de Granada, torpedearan con su negativa la bienintencionada iniciativa.

Lo más «temerario» del documento hacia referencia a la llegada de los fondos europeos y la utilización de los mismos para sentar las bases “de un modelo de crecimiento irreversible que se base en la Ciencia», pidiendo “dejar fuera de la batalla partidista el modelo económico de Granada” y reivindicando la imprescindible mejora de nuestras infraestructuras ¿De verdad que la Junta de Andalucía y los empresarios de esta tierra están en contra de remar juntos para que Granada pueda pelear por ser considerada como la ciudad de la ciencia? Si fuera así ¿qué poderosas razones son las que llevan a Junta y empresarios a oponerse?

Tras la inexplicable negativa de la Junta de Andalucía y la Confederación Granadina de Empresarios a firmar dicho documento, la reunión concluyó en la nada, o lo que es lo mismo, con el acuerdo de constituir mesas de trabajo, que no es otra cosa que dar por muerta la iniciativa. Ya saben aquel dicho de Napoleón, en el que el emperador gabacho afirmaba que «Si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión”.

Si lo pensamos bien tampoco debería sorprendernos la negativa de Pablo García y de Gerardo Cuerva de sumarse a esa iniciativa, ya que la Junta de Andalucía se ha volcado con Málaga como ciudad de la Ciencia y por parte de Gerardo Cuerva son conocidos sus postulados más que cercanos al PP, hasta el punto que con motivo de la aprobación de la reciente Reforma Laboral, negociada y apoyada por la CEOE, organización de la que es vicepresidente, llegó a afirmar que «esta reforma laboral es una pena y no es la que necesita España”, calcando así el argumentario del PP, partido del que en algunos mentideros se ha llegado a afirmar que sería un buen candidato a la alcaldía de Granada.

Pero si sorprendente es que Junta y empresarios se opongan a una iniciativa de estas características, aún lo es más la inexplicable pasividad y abulia, con la que la sociedad granadina ha «reaccionado» a semejante afrenta, porque lo que Gerardo Cuerva y el máximo representante de la Junta han hecho al oponerse a ese proyecto es un auténtico insulto a esta ciudad y de la paso a la mejor Universidad de Andalucía, que es la de Granada, cuyos trabajos avalarían sobradamente esa aspiración.

Cuando la Junta de Juanma Moreno nos venga con la milonga de la igualdad de todos los territorios andaluces, convendría que le recordáramos que esa pretendida «igualdad» solo es posible, si los temas en disputa no afectan a su Málaga del alma, porque en ese caso, el «boqueronismo» de Juanma y de su mano derecha Bendodo, arrasarán con todo lo que pueda hacerle sombra. Lástima que el papelón de la Junta haya tenido que hacerlo un granadino como Pablo García, en lugar de que hubieran dado la cara, quienes políticamente han impuesto su santa voluntad.

Pero si Pablo García puede justificar su negativa diciendo aquello de que «donde hay patrón no manda marinero», lo de Cuerva no tiene explicación, salvo una muy fea: que se haya opuesto a la iniciativa, para evitar que el alcalde pudiera capitalizar la misma en caso de éxito, lo que desde esa óptica tan mísera perjudicaría al PP, cuando en realidad lo que Gerardo ha hecho ha sido perjudicar a Granada. Difícil va tener seguir pontificando sobre el interés general de la ciudad, desde todos esos altares, a los que le han elevado las fuerzas vivas de esta ciudad, huérfanas de un liderazgo que posiciones tan mezquinas como esta del presidente del empresariado nazarí, descalifican poro completo.

 

 

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