Morenito de Íllora, amo del compás
Manolo Caracol dijo que «hay que cantar a media voz, que es como duele». El sábado, 26 de marzo, La Chumbera, dentro del ciclo Patrimonio flamenco ‘Herencia del 22’, fue testigo de la actuación de un cantaor que se empeña en hacer las cosas bien desde la ortodoxia. Guillermo Campos, Morenito de Íllora, con un disco reciente bajo el brazo, ‘Leyendas vivas’, simplemente quiso dejar sentado que es el de siempre: el maestro del compás. Durante cuarenta años, ha cantado para gran parte de los bailaores del momento; nombres imprescindibles en la historia del flamenco, como pueden ser Mariquilla, La Tati, Blanca de Rey, Antonio Canales, Javier Barón, Joaquín Cortés, Manuela Carrasco, Cristina Hoyos o Mario Maya. Ahora, cantando «alante», conserva este ritmo innegable y conserva su timbre canastero; pero también ha ganado en reposo y en perspectiva. La madurez es un grado y, como su admirado Caracol, se recrea en los bajos y propone una combustión lenta.
Sin demora, sabiendo estar, fue desgranando este último trabajo, en el que la mayoría de las letras son suyas, empezando por las malagueñas y después tarantos y tarantas. A su lado, la guitarra de Nono Reyes es respetuosa como las guitarras de antes y solo se recrea cuando el cantaor le ofrece un espacio (sobresaliente en los tangos y en las seguiriyas). A los cantes mineros, con la voz aún no templada (incluso algo tomada) les siguieron unas alegrías para las que requirió el compás de su hijo Guille y un sobrino de Canela de San Roque.
En la soleá por bulerías encontró su pulso y las rubricó con excelencia, para mantener el nivel en los tangos y su guiño a Triana y al Camino. Unos fandangos naturales, al estilo tradicional, dieron paso al corte mejor de la noche: el cante por seguiriyas, con la voz abierta y doliéndose en cada tercio en que se acuerda. Las bulerías, como no cabe otra, fueron una fiesta y pusieron el punto final a una noche que, por su enjundia, no fue para todos los paladares. De hecho, tan solo unos pocos aficionaros se acercaron al auditorio, tan solo unos pocos seguidores que saben que la moda es lo que pasa de moda, tan solo un público de calidad que jaleaba al artista y decía los oles en su momento.