Más derechos y menos derechas
No es sólo una frase ni un eslogan, aunque bien podría serlo, pues en realidad se trata de eso precisamente. De si mantenemos y añadimos derechos a las personas que los necesitan para un desarrollo pleno de su vida, o si lo que añadimos es un nuevo obstáculo o una nueva dificultad para ello. Suena simple, pero lo es, además de muy serio. Existen personas y colectivos cuya vida se desenvuelve con dificultades. Desde las derivadas de un mal diseño de las vías públicas y las aceras para quienes tienen una movilidad reducida, hasta las derivadas de una elitista y clasista concepción de la educación y la salud, que prima la existencia de servicios privados para quienes lo pueden pagar y dificulta, y mucho, el acceso universal y público, a quien no puede hacerlo. Y por supuesto, las derivadas de no ser considerado igual al resto por el mero hecho de la condición sexual, el lugar de nacimiento, el color de la piel o las creencias íntimas.
Todas esas situaciones, y muchas otras, se dan en la vida, en nuestra ciudad, en sus barrios y en sus calles. La política está, básicamente, para dirimir la resolución de esas situaciones. Restringiendo, limitando, ampliando o desarrollando los derechos que permiten a la gente una vida más digna, más llevadera y más plena. Dirimir el sentido de la acción política a partir del próximo 19 de Junio depende de esas cuestiones. Otros y otras pretenderán que las cuestiones a dirimir sean el atril sin logo partidario, la sonrisa perfecta, la frase estéril, el gorro de caza o la enésima salve. Y que no se hable de lo importante. Pero hay que hablar de lo importante y fijar ahí la atención.
Porque de lo contrario, además de engañarnos, nos estaremos perjudicando. Claro que el socialismo cometió errores en España y en Andalucía. Habrá quien piense que la expiación de los mismos ha de ser eterna, pero seguro que muchas y muchos consideran que el mandato del suavón Bonilla ha sido suficiente expiación y castigo bastante para la población andaluza. Claro que puede haber gente desengañada por alguna inevitable contradicción resultante de una aritmética parlamentaria compleja y de un gobierno de coalición inédito en nuestra historia, pero conviene que valoren que puede suponer en Andalucía la aplicación de las políticas discriminatorias, restrictivas y limitativas de derechos de las derechas.
Puedo entender claramente que haya quien piense que la legislación sobre protección animal se ha quedado corta en algún aspecto. Que la regulación sobre el consentimiento sexual o la explotación sexual adolece de determinadas concreciones. O que los avances producidos en la futura concepción federal del Estado han dejado algún jirón en el camino. No sólo lo puedo entender, yo mismo puedo llegar a pensarlo. Pero esas reflexiones han de acompañarse del aumento en el número de contrataciones fijas existente, en las muchas medidas de protección social sin las cuales muchas familias lo estarían pasando mucho peor o en la ampliación de derechos que facilitan la vida a nuestros vecinos y vecinas.
Y en el caso de Andalucía, hay que contraponer todo lo anterior a las colas o interminables esperas que existen para obtener cita en tu Centro de Salud, a la propia calidad de la atención médica general y de especialidades, a la calidad de la enseñanza que reciben nuestros niños y niñas, al número de becas para estudiar una carrera universitaria y a la disminución de derechos y oportunidades, también para la juventud, que se ha producido en Andalucía bajo el gobierno del suavón de Bonilla.
Hay quienes, cometiendo errores, amplían, mejoran y desarrollan derechos y libertades, políticas favorables a quienes más lo necesitan, y servicios públicos y universales de calidad. Aunque no necesariamente sonrían todo el tiempo ni se vistan de faralaes. Y hay quienes recortan, suprimen y eliminan derechos y prestaciones básicas y socavan la igualdad de todas las andaluzas y todos los andaluces, y lo peor de todo, amenazan con seguir haciéndolo. Aunque no paran de sonreír y se vistan de seda.
No se trata de elegir entre lo malo y lo menos malo. Ni se trata de un llamamiento a votar con la nariz tapada para evitar un mal peor. El mundo es cómo es. Europa es cómo es, con sus deficiencias democráticas y políticas, pero pensemos dónde y cómo estaríamos sin Europa y sin sus fondos de cohesión. Y España y Andalucía somos como somos. Cada Gobierno de cada ámbito hace lo que hace. No es muy difícil compararlo y sacar conclusiones. Insisto, con fallos y errores, pero las políticas y sus destinatarios principales están ahí.
Se trata de más derechos, de mejores derechos, de mejor desarrollados y mejor dotados económicamente. O de menos derechos, más limitados o directamente restringidos, y más dificultades para quien más necesita. Hablando claramente de las propuestas (y las realidades) políticas de cada cual, que no hay que esconderlas bajo el gorro de caza de seda ni la falsa sonrisa permanente. La elección no es baladí, ni mucho menos.