Gana Sierra Nevada y pierde el record cateto

Al final la Vuelta Ciclista a España no tendrá meta a la vera del Veleta, no invadirá el Parque Nacional de Sierra Nevada y no convertirá uno de los ecosistemas más importantes y frágiles de Europa en una especie de verbena, por mucho que algunos hayan querido convencernos, de que batir el record mundial de altura, en una llegada ciclista, era una idea cojonuda, aunque ello llevara aparejado que decenas de vehículos, camiones, autobuses, escenarios y decibelios, tomaran por unas horas el mayor de los tesoros naturales de Granada, declarado Parque Natural, Parque Nacional y nada menos que reserva de la biosfera por la UNESCO.

Por mayoría de 32 votos a favor y 22 en contra -los de los representantes de la Junta de Andalucía-, el Consejo de Participación del Parque Nacional de Sierra Nevada con su presidente a la cabeza, Manuel Titos Martínez, rechazaba el martes que la próxima Vuelta Ciclista a España, sitúe su meta en la zona de máxima protección medioambiental del Parque.

Convocado de urgencia la semana pasada, en el órgano de participación del espacio protegido se han impuesto los argumentos contrarios a la modificación del Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional de Sierra Nevada, para incluir entre las “excepciones” de celebraciones de competiciones deportivas, la Vuelta Ciclista a España, de forma que fuera considerada como una “prueba compatible, teniendo en cuenta su tradición y trayectoria de máximo respeto hacia los valores del Parque Nacional».

Esta decisión, contraria a la meta en el Veleta, era preceptiva pero no vinculante y ha venido a avalar los argumentos esgrimidos por colectivos de defensa del espacio natural, como la Federación Andaluza de Montañismo, distintas universidades, instituciones y sindicatos, además del detallado informe avalado por la firma de 45 científicos de 8 universidades y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que determina con rotundidad que la posible llegada de la Vuelta Ciclista a España a las altas cumbres de Sierra Nevada, supondría un “grave riesgo” para la biodiversidad única que alberga el espacio protegido.

La Junta podría haberse acogido a que este informe no era vinculante, para haber seguido adelante con su planteamiento inicial de llevar la meta a las inmediaciones del Veleta, sin embargo, solo unas horas después de conocerse el informe contrario del Consejo de Participación, la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, anunciaba el acatamiento de la decisión. Como actuaciones de este tipo no suelen ser muy habituales, vaya desde aquí mi reconocimiento, para una decisión que demuestra una sensibilidad social impropia de quienes desde el Gobierno andaluz, nos han venido acostumbrando al ordeno y mando, hayan sido rojos antes, o azules ahora.

Pero vayamos a lo esencial. Desde hace mucho tiempo, Sierra Nevada es el escenario de un enfrentamiento sin cuartel entre quienes pretenden conservar sus singularidades naturales a toda costa y entre quienes la consideran un elemento económico de primer orden, cuyas ubres pueden ser exprimidas como si no hubiera un mañana.

Conseguir un equilibrio entre ambos planeamientos que garantice la protección de ese tesoro que es el macizo nevadensis, combinado con una rentabilidad económica razonable del mismo, debería ser el objetivo a conseguir por todos. Lamentablemente esa meta está muy, muy lejana.

Que a nadie se le olvide que Sierra Nevada constituye un refugio excepcional para la flora y la biodiversidad en el continente europeo, debido a su localización biogeográfica estratégica, en el oeste de la región Mediterránea, a su aislamiento geográfico, a la brusquedad de gradientes ecológicos, con su enorme rango altitudinal y a la diversidad de nichos ecológicos. Presenta 2.100 especies vegetales catalogadas que constituyen casi el 30% de la flora de la España peninsular, en tan sólo un 0,4% de la superficie de esta área, y el 7% de la flora de la región mediterránea, en el 0,01% de la extensión de la misma. La importancia de la flora vascular de Sierra Nevada no radica solamente en el total de vegetales representados, sino también en el elevado número de ellos que son exclusivos de este macizo.

Más de ochenta plantas vasculares son endémicas de Sierra Nevada, lo que la convierte en el área con mayor número de plantas amenazadas del territorio peninsular. En la zona de cumbres, entre el 30% y el 40% de la flora que allí se encuentra es exclusiva del macizo. En determinados nichos ecológicos, como los cascajares y roquedos, el porcentaje se puede elevar hasta un 80% del total de las especies. Muchas de ellas, de gran interés florístico, se encuentran en un estado crítico de conservación debido a distintas amenazas de carácter natural y antrópico

Pese a todas las medidas de protección adoptadas, la temperatura de las aguas de Sierra Nevada ha aumentado casi dos grados en los últimos 30 años y el caudal de los ríos ha disminuido debido al cambio climático, según concluyen investigadores de la Universidad de Granada, tras comparar los datos actuales con análisis realizados en décadas pasadas. Ese aumento de la temperatura en las aguas ha obligado a muchas especies acuáticas a desplazarse a zonas de mayor altitud y, por lo

tanto, más frías y adecuadas a sus requerimientos. Las nuevas condiciones pueden provocar serios daños en un macizo montañoso de alto valor ecológico.

Añadan además que Sierra Nevada se ha convertido, con la creación del Observatorio de Cambio Global (2007), en el gran laboratorio climático europeo con trascendencia mundial. Programas internacionales de investigación sobre fauna y flora, o para conocer las posibilidades de la adaptación de los ecosistemas a las modificaciones en el clima, han hecho de la sierra un referente internacional para la investigación científica.

Podríamos seguir añadiendo datos similares hasta la saciedad, para que a nadie le quedara la menor duda de la singularidad y fragilidad de nuestra sierra y, por lo tanto, de la importancia de extremar su cuidado.

Frente a todo lo anterior, no faltan las voces que se alzan a favor de cualquier actividad que suponga un ingreso económico, por pírrico que pueda resultar y por más que suponga la confirmación de aquel dicho tan sabio de «pan para hoy y hambre para mañana». Precisamente eso es lo que estamos viviendo con la polémica sobre la llegada de la meta de la Vuelta Ciclista a España a la vera del Veleta.

Me van a permitir que califique la polémica de auténtica catetada, ya que el principal argumento de sus partidarios es conseguir el récord de altura en la llegada de una etapa de las grandes vueltas, aunque semejante «chuminá» ponga en riesgo auténticos tesoros de nuestra flora y fauna.

Afortunadamente parece haberse impuesto la cordura en la decisión del Consejo de Participación del Parque y, aunque inesperada, en la de la propia Junta de Andalucía, que ha dado una auténtica lección de respeto a las decisiones de sus órganos consultivos, aceptando la tomada por el Consejo y dando marcha atrás en su intención de autorizar semejante atropello.

Por concluir: Gana Sierra Nevada, gana Granada y pierde el récord cateto.

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