Graná y la inteligencia artificial

Buenas migas hacen este adjetivo y aquel sustantivo en una ciudad como Granada, en una tierra como Andalucía, en un país como España. Convengamos con la RAE que “inteligencia” es la capacidad de entender o comprender y de resolver problemas. Y convengamos con ella que “artificial” es lo hecho por mano o arte del hombre, lo no natural, lo falso. Granada, Andalucía y España ofrecen abundantes muestras de que, en lo relativo a inteligencia, predomina lo no natural, lo falso, lo artificial.

Esta nuestra ciudad acaba de postularse como candidata para albergar la sede de la Agencia Estatal de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA). Ahí está, ¡toma ya!, nada menos que capital española de la inteligencia. Lo merecen su Universidad, su Historia y su tráfico intelectual, poco más. Hay granadinas y granadinos de sobrada inteligencia que han dado, y dan, lustre a la ciudad en ciencias, bellas artes y más allá. No pongamos nombres, no personalicemos, como garantía de no dejar a nadie atrás.

Granada es tierra del chavico y de la mala follá y también muy rica en gentes parcas de inteligencia, en gran medida artificial, falsa, no natural. Aquí sí cabe ejemplificar, sin extenderse para no aburrir, con gentes y hechos recientes que la memoria debiera olvidar. Una muestra universal hubiera debido bastar para escarnio de la carcundia que la habita y degrada como ciudad: el asesinato de Federico en su Granada fue, como luego ordenó Millán–Astray, una forma de dar muerte a la inteligencia.

Hay hechos pasados, recientes y futuros que hablan de la debilidad intelectual de la capital y la provincia. Granada es tierra más de fe que de razón y, si me apuran, prima sobre ellas la superstición. Conviven acá, cada cual en su parcela de negocio, la Virgen de las Angustias, Fray Leopoldo y el Santo Manuel, devociones de primera, segunda y tercera división. Mucha gente de Granada, Andalucía y España opta por prodigios milagreros para resolver infortunios en lugar de entenderlos para solucionarlos.

Sirva de ejemplo lo ocurrido hace poco con la Sanidad Pública granadina ¿amenazada? por la fusión de sus hospitales. Nadie en Granada era consciente del peligro hasta la bendita aparición del mesías de La Verdad que puso patas arriba la ciudad congregando a miles de fieles en romerías y viralizando sermones virtuales. La Verdad importaba poco, poco importaba la fusión, su objetivo era manipular a quienes atendían a sus narcisistas arengas, hirientes y barriobajeras, una vez rendidas sus inteligencias.

La nueva religión, novedosa inteligencia artificial, falsa a la sazón, sirvió para derribar un gobierno de la Junta agotado y agotador. Sirvió para aupar a otro gobierno que, en tiempo récord, ha demostrado ser peor para los servicios públicos, especialmente negativo, lo sufrimos todos los días, para la Educación y la Sanidad. Cabe afirmar que el triunfo de Bonilla se fraguó a partir de la epifanía del vendedor de crecepelo Spiriman y la vaga, y preocupante, y tullida, y artificial inteligencia ciudadana.

Tierra de exaltados creyentes, los cofrades del rufián piden para él súbita beatificación y un sitio en el retablo de la basílica, a la extrema derecha de la Virgen. Dando muestras de supina inteligencia artificial, Paco Cuenca planea otorgar honores a quien sembró odio y ayudó a enterrar la Sanidad granadina y andaluza. Es muy capaz Paco de ejercer el populismo medallero con una virgen o un iluminado en la Plaza del Carmen, en el mismo Ayuntamiento que pide ser capital española de la inteligencia (artificial).

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    Sr. Morales, totalmente de acuerdo. con nuestra supuesta «inteligencia», hemos convertido en una especie de héroe o adalid de no se qué al doctor Candel, que en paz descanse. Ha sido, y lo digo con benevolencia, un magnífico ejemplo de que «el fin NUNCA justifica los medios», y los medios de este señor han sido más que dudosos y oscuros.
    Gracias por su escrito. . 

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