España detrás de la zanahoria

La tutela pedagógica de España no es fácil de sacudir, máxime cuando, marcada a hierro candente, como las reses, la población adulta luce en la frente aquel viejo lema de la escuela nacionalcatólica, del clero, la sección femenina y el sindicato vertical: «La letra con sangre entra». Y entró, ¡vaya si entró! Quienes así aprendieron han cambiado la pedagogía del palo por la de la zanahoria, con un resultado excelente para los arrieros de burros, mulas y acémilas varias que componen el grueso del establo español.

La pedagogía de la zanahoria seduce al animal, lo estimula ante cargas y fatigas, distrae sus posibles apetencias y engaña al hambre. La infancia, dicen, es etapa propicia para los aprendizajes, una especie de primavera fértil donde basta esparcir una semilla para, tras breve espera, recoger mil frutos. Apenas sí distingue la moderna agricultura la mies de la cizaña y cierto es que hoy se adoban y se consumen por igual vicios y virtudes, sin mayor alteración de las digestiones y las siestas asociadas.

Cuando la pedagogía elimina de sus bases el razonamiento crítico, la ciudadanía adquiere hábitos propios de cualquier mascota dócil y sus reacciones son previsibles como las de un autómata. Digamos que las personas así educadas prolongan el estadio infantil de su vida durante la etapa adulta dejándose llevar por falsos placeres, renuncias cotidianas, inocuos objetivos y placeres muy dudosos. Una población anclada en la puericia asume un pensamiento manso que la convierte en mano de obra dúctil, en carne de cañón.

El sistema conoce la materia prima que lo conforma y es sabedor de que nunca se debe bajar la guardia para garantizar una sociedad debidamente adiestrada en la obediencia ciega. El sistema prevé y facilita las imprescindibles herramientas pedagógicas para impedir la aparición de indisciplinados pensamientos críticos. La más efectiva y universal sigue siendo la dulce y tradicional zanahoria, sin renunciar al consabido palo en determinados casos como complemento de contrastada eficacia correctora.

Resulta hoy muy complicado, casi imposible, trazar la línea que separa al niño del hombre, a la niña de la mujer, el juego del trabajo, el placer de la aflicción. La zanahoria del siglo XXI es electrónica, wifi, 5G, la más efectiva de la historia porque no huele, no sabe y ni siquiera es del color y la forma de la zanahoria. La zanahoria digital enseña por sí misma y utiliza la peligrosa metodología autodidacta que sitúa a cualquier zoquete en una cátedra tan sólo con aprender varios sermones y seguir algunos tutoriales.

Jamás una pedagogía había calado tan hondo, en tantas partes del mundo, en tantos estratos sociales y en tan breve lapso temporal. Una pedagogía uniformadora, asumida por la sociedad con fervor religioso, acatada con fanatismo y peligrosa como una sustancia adictiva, que está al alcance de cualquiera desde los ubicuos púlpitos digitales. Pedagogía 4.0 que no obliga a copiar 100 veces una máxima o consigna, sino que la inocula, repetida mil veces, en pueriles cerebros desprevenidos, indefensos.

La derecha supera a la izquierda en competencia pedagógica, nada nuevo en la Historia. Cuenta a su favor con siglos de rezos automatizados y comunión diaria con las tesis sobre comunicación de Goebbels. Influencers de YouTube o Tik Tok preparan para el desastre a la población desde la tierna infancia, labor rematada eficazmente por la bien pagada labor de tertulianos y demás troupe mediática que indecentemente copa radio, prensa y televisión, todas al servicio de la manipulación. ¿Pedagogía?

CATEGORÍAS

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus ( )