Un lujo llamado Juan Pinilla
Cuando Juan Pinilla ganó la 47 edición del Festival de Cante de las Minas de la Unión, dedicó uno de los galardones más importante del mundo del flamenco, a las víctimas de la siniestralidad laboral. Lo hizo en una localidad minera, actividad que simboliza como pocas la lucha y el sufrimiento de los trabajadores. Semejante dedicatoria ya define a quien, en esos momentos de máxima felicidad, expresa el compromiso que le ha acompañado desde que tuvo uso de razón, en su Huétor Tajar natal.
Antes de ayer martes, en uno de sus espacios favoritos, como es el Cuarto Real de Santo Domingo, Juan, acompañado a la guitarra por ese portento que es David Caro, nos regaló un concierto impagable de esos que crean afición y son capaces de hacer que los profanos se enamoren del flamenco, algo muy parecido a lo que hizo hace unos meses en la Chumbera.
Un concierto de Juan es una clase sobre el flamenco, en la que el cantaor de Huétor Tájar, traza un hilo conductor con los distintos palos y cantes, explicando los comos y los porqués a los asistentes, de manera que entiendan el sentido de las cosas. Si en la Chumbera ese hilo fueron los cantes de las ocho provincias andaluzas, en el Cuarto Real, fue el patrimonio de Granada y así aparecieron la Alhambra, el Sacromonte, el Albayzín…
No quiero dejar pasar la oportunidad de que esta columna se publique tan próxima a su último concierto, para escribir sobre Juan y el lujo que supone para esta tierra. Por su arte, su cultura, su compromiso, su bonhomía, su elegancia, su generosidad y su simpatía. Porque siempre está cuando se le necesita y porque sigue siendo un soplo de aire fresco, en las muchas veces irrespirable atmósfera de Granada.
Juan Pinilla no es solo un cantaor excepcional, es también un escritor, investigador, traductor, periodista y actor, pero sobre todo, es un brillante intelectual, un referente para todos los que queremos mantener vivo el compromiso y el activismo, algo fundamental en los tiempos que corren.
El prestigio artístico de Juan le permitiría vivir con extraordinaria comodidad, sin complicarse la vida y sin necesidad de implicarse en todas aquellas causas a las que le conduce su insobornable conciencia. Siempre le encontraremos al lado de los trabajadores, de los más débiles, del feminismo, del ecologismo …de la Granada más luminosa, aunque ello le haya supuesto y le siga suponiendo más de un disgusto.
Cuando ya hace muchos años tuve la suerte de conocerle, no tuve duda que me encontraba ante alguien que, a pesar de su insultante juventud, estaba llamado a hacer historia en el mundo del flamenco y a ser un referente en la cultura de nuestra tierra, como lo demuestran ideas tan insólitas, como la de incorporar al flamenco a figuras como Groucho Marx, Nietzsche, Umbral, Yupanqui, Chavela Vargas, Javier Egea, Antonio Machado, Ángel González, Gerardo Diego, Rimbaud, Baudelaire, Paul Bowles, Miguel Hernández, Federico García Lorca, José Martí o José Saramago, entre otros.
Su capacidad de sorprender no tiene límite. Dejó a media España boquiabierta, en el programa Hora 25,, que entonces dirigía en la SER, Angels Barceló y que realizamos desde el Teatro de CajaGranada. Coincidió aquel programa con una de las crisis de Gobierno realizada por el presidente Zapatero. El nombre de los ministros entrantes y salientes se conoció en el transcurso del programa y Angels retó a Juan, a que fuera él quien diera la lista de los nuevos ministros, pero que lo hiciera cantando. Solo tenía cinco minutos, el tiempo de la pausa publicitaria y ante la monumental sorpresa de todos los presentes, Pinilla se arrancó a capela, cantando el nuevo consejo de ministros al completo.
Aunque para emoción intensa, la que Juan despertó en el gran Pepe Mujica, con quien tuvimos la enorme suerte de compartir una inolvidable velada, en la cordobesa y flamenca Posada del Potro, con motivo del Congreso de Bienestar de la SER. Tras escuchar fascinados las reflexiones del expresidente y de forma totalmente improvisada, se arrancó con unas colombianas con letras de Fray Bartolomé de las Casas, sobre la colonización americana, que dejaron a Mujica sin palabras, como él mismo confesó tras su abrazo con Juan.
Pero no se trata solo de recordar con esta columna, la enorme relevancia de Juan Pinilla en el mundo del flamenco, la cultura y el periodismo de esta tierra, sino de poner de manifiesto su grandeza como ser humano, algo si me apuran, aún más importante que lo anterior.
Y es que Juan Pinilla es básicamente un auténtico ser de luz, en el lenguaje popular, una muy buena persona. … Alguien con una energía espiritual superior, que tiende hacia lo luminoso y lo justo; para quien el respeto y el amor son primordiales, para quien sus maestros y sus fuentes son sagrados. Un lujo impagable para quienes tenemos en honor de ser sus amigos.
Termino ya y lo hago con un consejo, si aún no le han escuchado en directo no se pierdan su próximo concierto, sea donde sea y sea cuando sea, sin duda, será inolvidable, como lo fue el regalo que nos hizo en plena pandemia, cuando, primero nos guió como cicerone, en una maravillosa visita al taller del maestro guitarrero, Rafael Moreno, y después, en plena calle San Matías y al borde del toque de queda, nos cantó una maravillosa soleá del luthier, que sonó a gloria en aquella noche abrileña granaína:
«Al cante no lo molestes
al cante no lo molestes
tocame muy despacito,
como Habichuela a Morente»
¡Suerte maestro y gracias por honrarme con tu amistad!
SPY UNA ADMIRADORA DE JUAN PINILLA