Fallece Antonio Jiménez Quiles, ciclista popular
El trillado epíteto “popular”, válido para un roto y un descosido, adquiere una dimensión extraordinaria cuando asienta en el imaginario colectivo hechos que perduran más allá del instante fugaz en el que se producen. En la cultura popular se citan mitos y leyendas que componen la geografía sentimental de una o varias generaciones con héroes de todos los tamaños y gestas de diversas índoles.
Hazañas dignas de ser recogidas en los anales velocipédicos tuvieron lugar a mediados del siglo XX, cuando un chavea granaíno le dice a su padre que, si quería, lo llevaba desde Alhama a la Feria de Ganado de Huétor Tajar, a unos cuarenta kilómetros de distancia. Montados en una bici que costó 100 pesetas, subió todas las cuestas con el «paquete» sin apenas apearse y cumplió el objetivo yendo, volviendo y descubriendo que la bicicleta se le daba bien, muy bien. Poco después, con una bicicleta algo mejor, zapatos, pantalón corto y una camiseta de futbolista, ganó su primera carrera ciclista (no oficial) entre Alhama de Granada y Santa Cruz del Comercio, ida y vuelta. ¿Qué se puede esperar del joven que hacía cada dos por tres el trayecto Cúllar Vega–Alhama–Cúllar Vega para ver a la novia? Casi todo, y bueno.
Homérica fue su participación, con 19 años, en la Vuelta a Tánger: él y otros dos héroes salieron de Granada en bicicleta, pedalearon bajo la lluvia desde Málaga, embarcaron en Algeciras y, a las pocas horas de llegar a Tánger, iniciaron la carrera sin conocer el trazado de 120 kilómetros… El regreso desde Algeciras lo hicieron en bici, comiendo habas de los campos y con los trofeos ganados a cuestas. Fue su entrada triunfal en el mundillo del ciclismo profesional.
Dos años más tarde protagonizó otra gesta propia de semidioses, de esas que hacen afición y pasan de generación a generación. El Gran Premio Ciclista de Andalucía constaba de dos etapas, siendo la primera Málaga–Granada y la segunda Granada–Málaga por la costa. El héroe inició gritó a la salida “En Granada nos veremos”: en Loja sacaba 15 minutos a sus perseguidores y, al llegar a la meta de Granada, en la Avenida Calvo Sotelo, los organizadores estaban afanados colocando la pancarta de meta; al verlo, uno de ellos le preguntó “¿Es que no corres?”, a lo que contestó “sí, es que ya estoy aquí”. Una hora antes de lo previsto.
En sólo diez años de carrera deportiva, subió al podio en un centenar de ocasiones. Fue Campeón de España de Montaña en 1957 y en 1960, ganó el Campeonato de Andalucía en 1954 y 1955, y venció a las élites del ciclismo en el Criterium de Ases del 56 en Zaragoza y en el del 57 en Madrid. Fue segundo en la general de la Vuelta a España en 1955, culminando la hazaña de hacerlo con poco más de veinte años y en solitario, sin un equipo detrás, algo que no ha logrado ningún otro ciclista español. Se enfrentó a los mejores equipos y figuras del ciclismo internacional sin más ayuda que sus manos para cuidar de su bicicleta o darse los masajes.
Dicen las crónicas que ha sido el corredor más completo que ha dado Granada a la historia del Ciclismo y lamentan que abandonara demasiado pronto su carrera deportiva, siendo muy joven y en plenitud de facultades. El Olimpo velocipédico español, andaluz y granadino despide hoy con honores a uno de sus titanes: el gran campeón, y mejor persona, Antonio Jiménez Quiles.