Las derechas que odian a las mujeres
Han pasado dos meses y pico desde las elecciones municipales y autonómicas, pocos para evaluar el cumplimiento de un programa de gobierno, en el caso de que lo haya. Como norma, el PP tira de la “herencia recibida”, ese bálsamo de Fierabrás, esa pócima mágica de Panoramix que sirve tanto para superar reveses como para mostrar una ilusoria fortaleza ante situaciones adversas. Si la realidad desinfla las falaces promesas electorales, culpan a la herencia recibida, aunque también se hacen fotos con ella.
No obstante, ha sido tiempo suficiente para constatar los groseros brochazos ideológicos con que la extrema derecha de Vox borra el progreso con el permiso, cuando no el aplauso, del ayusismo. El radicalismo ideológico de esa piara política infecta muchos ámbitos de la vida y atenta contra los más básicos derechos humanos de los colectivos más vulnerables e indefensos de la sociedad. Personas LGTBI y emigrantes son objetivos a los que han pintado una diana para que sus seguidores irracionales embistan.
Son muchos los ejemplos de atentados contra el Artículo 14 de la Constitución y el Artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos llevados a cabo en estos escasos tres meses en esos ayuntamientos, en esas consejerías. Pero lo más grave es el salto hacia atrás que supone su ideología contraria a los derechos y a la integridad de las mujeres. Las secuelas llenan las páginas de sucesos, abren los telediarios y elevan las negras estadísticas de los delitos machistas en juzgados, hospitales y cementerios.
Desde que España votó en las autonómicas y municipales, 15 mujeres han sido asesinadas por machos a quienes la vil ideología de la extrema derecha ampara. Puede parecerlo, y ahí se atrincheran, pero el problema y la responsabilidad no atañe en exclusiva a Vox en un escenario donde Feijóo “quita hierro” a la condena de un machista porque tuvo un «divorcio duro» y exige a Guardiola suprimir la Consejería de Igualdad para obtener el poder. Si el PP quisiera, la lucha contra el terrorismo machista avanzaría, pero no quiere.
El ayusismo y Vox son responsables de que el observatorio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud (¿comunista?) refleje que uno de cada cinco varones, de entre 15 y 29 años, niega la existencia de la violencia de género y la reduce a un «invento ideológico» (¿le suena?), opinión que se ha duplicado desde 2017. El mismo Centro apunta que bajan un 4% quienes opinan que la violencia machista es un problema grave. Dirán que no, pero sí, el negacionismo mata: 1.219 mujeres asesinadas desde 2003.
La corrupción, las privatizaciones, las subidas de sus sueldos, las de sus asesores, los amaños, el nepotismo y las puertas giratorias pasan a un segundo plano. No hay duda de que llegarán, si no han llegado ya, pero priorizan su ideología machista: niñas agredidas, jóvenes violadas y mujeres asesinadas, algo que vuelve al presente desde las más negras páginas de la historia de España que se pensaban superadas. Hablamos de la violencia machista hacia nuestras hijas, nietas, madres, esposas y hermanas.