El cura Fran, su «novia oficial» y un obispo encubridor

Podría ser el título de una película, pero lamentablemente es el de un nuevo y bochornoso episodio de abusos y violaciones, protagonizado por un sacerdote y encubierto por la jerarquía esclesiástica, que fiel a su norma de conducta, primero calla, luego traslada y cuando se descubre la fechoría, incurre en el pecado mortal de la mentira, para asegurar que no sabían nada de nada.

Como ya sabrán, el cura Fran, así le conocen sus feligreses, fue detenido el pasado día 11 en el domicilio de su madre en Velez Málaga, como presunto autor de varios delitos de violación cometidos contra al menos cuatro de sus parroquianas, aunque según las investigaciones policiales, sus víctimas podrían aproximarse a la docena.

Las agresiones se habrían llevado a cabo de forma continuada en diferentes años y localidades, aprovechando viajes de grupos de amigos entre los que se encontraba el cura Fran, quien, al parecer, habría drogado a sus víctimas previamente, para poder perpetrar sus agresiones sexuales que además grababa.

Sorprende que el personaje en cuestión se pasara el celibato por el arco del triunfo y además lo hiciera con publicidad y alevosía, ya que era vox pópuli que tenía novia y a lo que parece no era la primera. El caso es que la pareja del cura «descubrió» en la casa que compartían en Melilla, un disco duro que contenía fotografías y videos, donde al menos cuatro mujeres, aparecían semidesnudas, dormidas, o bajo los efectos de alguna sustancia y un hombre, igualito, igualito que «su» cura Fran, realizándoles todo tipo de prácticas sexuales. Ante tan «edificante» panorama, la novia despechada hizo una copia del disco duro con el que se presentó en comisaría.

Con anterioridad a la denuncia policial, allá por el mes de enero, la ya expareja del «pater» -aunque no se descarta que además de su pareja en Melilla, Fran pudiera haber tenido otra «novia» en Málaga-, puso en conocimiento de los jefes del «despendolado» cura que había encontrado ese disco duro, en el que se encontraban las mencionadas agresiones sexuales.

Y aquí es donde el surrealismo de la historia alcanza cotas de la vergüenza máxima, porque cualquiera de ustedes que se encontraran con una denuncia de esas características, seguro que pondría a buen recaudo a semejante «pichabrava», además de denunciarle desde el minuto uno ante el juzgado de guardia más cercano, pero ¿Qué hizo la Santa Madre Iglesia? pues exactamente lo que lleva haciendo siglos, intentar echar tierra sobre el asunto y siguiendo paso a paso el «protocolo» eclesiástico en casos semejantes, seguir el recurso más socorrido que siempre ha sido, y por lo que se ve sigue siendo, trasladar a su cura a otra parroquia y aquí paz y después gloria… Aunque no lo crean semejante conducta les ha funcionado de cine a nuestros obispos durante décadas.

Dice la policía que además de las cuatro mujeres, cuyas imágenes aparecen en ese disco duro, podría haber otras ocho víctimas más de este sátiro con alzacuellos, en las provincias de Málaga, Córdoba y Ciudad Real, lo cual no nos debe extrañar, si como toda medida punitiva, los jefes del personaje, se limitaron a mandarle a otros destinos, donde este depredador podía seguir aumentando su catálogo de víctimas.

Ocho meses ha estado el cura Fran en libertad, por obra y gracia del Vicario de Melilla y del Obispo de Málaga, quienes conociendo las gravísimas acusaciones contra él, no las pusieron en conocimiento de la Policía, permitiéndole seguir en libertad en otras dos parroquias de Málaga, e incluso acompañar a jóvenes a las Jornadas mundiales de la Juventud, actividad para la que se exige acreditar una irreprochable hoja de servicios de carácter sexual.

¿Se imaginan la zozobra en que deben vivir las familias de las jóvenes que fueron «custodiadas» por semejante Nacho Vidal con sotana, en su viaje a Lisboa, o las de los pueblos donde ha sido párroco por la irresponsabilidad de su vicario y su obispo, pensando que cualquier feligresa haya podido ser víctima de sus repugnantes prácticas sin saberlo? Literalmente de juzgado de guardia.

Si el cura Fran puede acabar siendo condenado por varios delitos de violación, el vicario de Melilla y el Obispo de Málaga deberían sentarse en el banquillo de los acusados para responder por el de «encubrimiento», que según el Código Penal consiste en la realización de acciones o en la omisión de actos, para dificultar o impedir el trabajo de la administración de Justicia en la investigación un delito o en la identificación de sus autores, algo que se parece mucho a lo que han hecho los jefes eclesiásticos del presunto violador.

Amparados en aquello de que su reino no es de este mundo, los eclesiásticos llevan siglos haciendo de su capa un sayo y tan acostumbrados están a ello que suelen pasarse por el arco de la mitra las reglas que rigen para el resto de los mortales. Acostumbrados a que el brazo seglar se pliegue siempre a sus desafueros, la jerarquía eclesiástica de este país -aconfesional para los más despistados- sigue sin asumir que estamos en pleno siglo XXI, que ya no es época de acogerse a sagrado y que un delincuente por mucha sotana, báculo o capelo cardenalicio que le adorne, tiene que rendir cuentas de sus actos ante un juez como cualquier otro mortal.

No deja de ser curioso que en plena tormenta por el caso del cura Fran haya tenido lugar una de las reuniones de la Conferencia Episcopal, que no ha dicho esta boca es mía sobre el escándalo. Mutismo absoluto también del Obispo de Málaga, jefe directo del Casanova tonsurado y más silencio acumulado por parte del jefe de ambos y Arzobispo de Granada, como titular de la archidiócesis a la que pertenece la de Málaga.

No estaría de más que quienes cada domingo piden a los fieles que se comporten de acuerdo a determinados valores, empezaran por predicar con el ejemplo de palabra, obra y omisión… «Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa»

CATEGORÍAS
SIGUIENTE NOTICIA

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus ( )