Gente de honor
Tanto el Ayuntamiento como la Diputación de Granada cuentan con sendos órganos de igual nombre y nombradía: Comisión de Honores y Distinciones, a pleno rendimiento ambos con el Partido Popular dominando el mapa político municipal, provincial y autonómico. Tienen los populares tendencia canina a marcar territorio dejando su impronta en esquinas y fachadas de dominio público para visibilizar su acción. Lo hicieron con el logo de Diputación en su anterior mandato y ahora con el del SAS derrochando un pastizal.
En su acepción segunda, el Diccionario de la Real Academia define “honor” como «Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea». Virtud, mérito o heroicidad son, pues, premisas necesarias para que una persona o grupo de ellas sean acreedoras de un reconocimiento público y oficial por parte de los poderes responsables de concederlos. Es más que dudoso lo que ha hecho el Ayuntamiento al respecto.
La Cofradía de Nuestro Santo Compadre Spirimán lleva años afanada en elevar al cielo la figura de este personaje populista y, agradecido el PP a quien propició la caída de Susana y la epifanía de Moreno Boñiga, ya le está concediendo el honor y la distinción de una placa en una calle. El sector talibán de la Cofradía pedía la hipérbole de poner su nombre al Hospital, haciéndole un feo sin igual al mismísimo santo varón que ostenta el patronazgo de la ciudad de Granada y le da nombre: Hospital Universitario San Cecilio.
De consumar el despropósito, se rotulará la Avenida de la Investigación (también privatizada por la derecha) con el nombre del personaje que exhibió como virtudes destacadas el insulto, la descalificación, el machismo y el odio haciendo gala de un populismo egocéntrico y colosal. El mérito que sin duda premia Carazo es la capacidad mesiánica del personaje para sacar a los granadinos a la calle contra el enemigo hasta derribar a Susana Díaz y propiciar la privatización de la sanidad que se viene padeciendo desde entonces.
La persona, el profesional Jesús Candel, hizo aguas como el personaje Spiriman. Este empleado público mostró, en los vídeos que rodó para su cruzada, varias dependencias hospitalarias, algo prohibido en el hospital. Vídeos realizados en horario laboral del influencer para hacer populismo mientras sus compañeros atendían sus puestos de trabajo. En el trágico final de su vida, llegó al dislate de afirmar que el cáncer se vence con voluntad, con la misma irresponsabilidad que, en la pandemia, se postuló como negacionista.
Si el Ayuntamiento prostituye la segunda acepción de “honor”, la Diputación hace buena la cuarta: «Obsequio, aplauso o agasajo que se tributa a alguien». Su Comisión de Honores y Distinciones nombra Hijo Adoptivo de la provincia a Moreno Boñiga. Sin virtud ni mérito ni heroicidad: un regalo para dar coba al caudillo que ha quitado a la ciudadanía granadina la gestión del Parque de las Ciencias, la Alhambra y Sierra Nevada, amén de deteriorar para privatizar la Sanidad y la Educación y eliminar la Escuela de Salud Pública.
Las gentes de Granada están en otras cosas de más enjundia como la Magna, la depresión deportiva, el “blas friday”, las andanzas de Shakira o las cornamentas cotidianas. Las gentes de Granada acuden disciplinadas a ondear trapos rojos y gualdos contra el enemigo vasco y catalán cada vez que la demencia sectaria toca generala. En Granada sigue coleando la peor burguesía de España, la que denunció Lorca, la que lo asesinó y lo sigue asesinando. Granada, Andalucía y España, gritan de nuevo «¡Vivan las caenas!».