Obedientes y sumisos populares nazaríes

Intentaron aparentar frescura, algo de modernidad y cercanía, y nuevas formas. Hubo quien se lo creyó. Pero, a la vista está que el flamante nuevo presidente popular granadino, señor Rodríguez, también presidente de la Diputación, así como la nueva alcaldesa de la ciudad de Granada, señora Carazo, no dejan de ser dos dignos representantes de lo que las derechas representan en esta tierra. Dos personas muy obedientes ante sus jefes de Sevilla y Madrid, a quienes rinden pleitesía sin el menor pudor. Dos personas además muy sumisas a las estrategias populares, y que no disimulan, lo más mínimo, esa sumisión que ejercen con la naturalidad de quien no ha conocido otra forma de ser ni de estar en política, y que por el contrario, si conocen los posibles réditos que esa actitud conlleva.

Ya se ha dicho y escrito que el verdadero objetivo político de Moreno Bonilla es que se ocupe el poder, básicamente para que no lo ocupen otros. Sumar a la mayoría absoluta que el PP ostenta en la Junta de Andalucía, las 8 capitales de provincia y (en este caso), 6 de las Diputaciones provinciales, para conformar en nuestra comunidad autónoma una red de gobiernos «populares» que permitan, de un lado, el desmantelamiento más obsceno de nuestros servicios públicos, con el menor ruido posible, y de otro lado, una plácida rampa de lanzamiento para posibles futuras aventuras «madrileñas». No parece, a la luz de las movilizaciones que empiezan a organizarse, que vaya a conseguir gratis el primer objetivo. Y tampoco parece, visto el patio nacional, que la aventura se le presente fácil a Bonilla.

Pero mientras tanto, los líderes populares granadinos cumplen su papel a la perfección. Que es ocupar el poder, no hacer nada que no sea esa ocupación, pasar el tiempo y de vez en cuando, mostrar algún gesto de sumisión y obediencia al líder regional, para que éste no olvide la fidelidad de sus nazaríes piezas. En lo que respecta a la alcaldesa, hemos tenido ocasión de ver la docilidad con la que ha convocado un Pleno extraordinario (que como su nombre indica, es para asuntos que sobrepasen la cotidianeidad o requieran un pronunciamiento urgente del mismo) con el único objetivo de votar una Moción contra el gobierno legítimo de España, basándose en este caso, en una supuesta desigualdad entre ciudadanos y ciudadanas de este país, que según el PP, se va a producir con el nuevo gobierno. Cómo si la composición de nuestro Pleno municipal no mostrara ya cuál iba a ser el resultado.

El hecho es que nuestra alcaldesa y el equipo del PP ha considerado que el desmantelamiento de servicios e instituciones fundamentales granadinas, como la Escuela de Salud Pública o importantes dotaciones hospitalarias, no es un asunto urgente. Que la pérdida de gestión de importantes recursos, como lo sucedido en la gestión de Sierra Nevada, tampoco lo es. Que todo eso y mucho más, no merece un tratamiento extraordinario por parte del Ayuntamiento. Pero que «retratar» al PSOE, como dijo la propia Carazo, si era importante y crucial para la ciudad. Lógicamente, se le olvidó añadir que realmente era importante, única y exclusivamente, para los intereses del PP y su alocada carrera por intentar deslegitimar al gobierno de España y al propio sistema parlamentario del que el mismo ha emanado. Obediencia y sumisión en su máxima expresión. Seguramente Moreno Bonilla habrá tomado nota de tan vergonzante acto de genuflexión política.

Aunque para genuflexión ridícula la del presidente provincial del PP que, bajo la apariencia del otro cargo que ostenta, que es la presidencia de la diputación, ha tenido la ocurrencia, con la que está cayendo en Andalucía (aunque no se emita en Canal Sur) de otorgar a su jefe y mentor, señor Moreno Bonilla, el título de hijo adoptivo de la provincia. Algo destinado a personajes de renombre y proyección, alejados del foco de la actualidad política y que reúnen en su persona los consensos y los reconocimientos máximos e indiscutibles, pero que en esta ocasión, y debido a esa obediencia y sumisión al jefe, parece va a recaer en el presidente regional del PP. Mucho se ha escrito ya sobre este peculiar particular. Sólo añadir que el hecho está alcanzando niveles increíbles de difusión, pues, la verdad, nunca un siervo fue más dócil y obediente (a la par que pelotas, todo hay que decirlo) a su jefe, y de manera tan ramplona.

Para eso han venido, para ocupar el sitio, para no hacer nada y para servir intereses que en nada se parecen a los intereses de la ciudadanía a la que se deben. Así actúan los populares nazaríes. Se ufanan además de ello. Y ésto acaba de empezar nada mas, veremos el desarrollo y el desenlace, pero la sumisión mostrada no augura nada bueno.

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