Los mamporreros de Andalucía

Recientemente se han cumplido 46 años desde que dos millones de andaluces, según los organizadores, salieron a la calle para manifestar su reivindicación de autonomía política plena para Andalucía y de una estructura territorial justa de España. Estas manifestaciones dieron lugar a la celebración del referéndum del 28 de febrero de 1980, en el que los ciudadanos andaluces mostraron su inequívoca voluntad de ser ciudadanos de primera. Actualmente esta fecha es celebrada por las organizaciones nacionalistas andaluzas como“Día Nacional de Andalucía” y el gobierno andaluz lo declaró como “Día de la Bandera de Andalucía” en 2022.

Igualmente, este año también se han cumplido 150 años de la proclamación del Estado de Andalucía en Despeñaperros, por parte de los cantones que se habían creado durante la Primera República.

En 1835 se constituyó la Junta Suprema de Andalucía como confederación de las ocho juntas provinciales debido a la difícil situación de gobernabilidad derivada de la guerra carlista, asumiendo el gobierno de la región ante la incapacidad del gobierno central.

En 1883 se redacta la Constitución Federal de Andalucía por parte del Partido Republicano Federal, como manifiesto por una España federal.

Aparte, se puede también recordar la intentona de rebelión nobiliaria encabezada por el Duque de Medina Sidonia para proclamarse Rey de Andalucía en el año 1641, sin contar con ningún tipo de apoyo popular.

Finalmente, como epílogo de estos hechos, el 4 de diciembre de 2017, la Asamblea Nacional de Andalucía (agrupación de varias formaciones andalucistas) proclamaron la Republica Virtual de Andalucía. Brindis al sol sin más consecuencias políticas.

Afortunadamente el terrorismo independentista (Grupos Armados 28 de Febrero) tuvo un escaso recorrido temporal (1980-1981) sin causar daños personales.

El Andalucismo nace en la segunda mitad del siglo XIX a partir de los movimientos anarco-socialista cantonalistas de aquella época y a imagen de los movimientos culturales románticos que se estaban desarrollando en toda Europa, articulándose a principios del siglo XX a través de los Centros Andaluces, de actividad fundamentalmente cultural, y posteriormente en la Junta Liberalista de Andalucía (1932) como entidad promotora de la autonomía de Andalucía dentro de una España federal. Era un movimiento fundamentalmente regeneracionista de España.

El proyecto andalucista en aquellos años estaba promovido por reducidos grupos de la pequeña burguesía y pretendía la constitución de un estado federado dentro dela República Federal de España, y la creación de una fuerte sociedad civil de pequeños propietarios mediante una profunda reforma agraria y económica apoyada en la creación de un Banco Público Andaluz, inspirada en los planteamientos económicos anarco-liberales georgistas y fisiócráticos.

En septiembre 1936 se hubiera celebrado el referéndum para la aprobación del Estatuto de Autonomía, pero la execrable Guerra “Incivil” lo impidió.

En esta guerra, el movimiento andalucista quedo desarticulado por completo (algunos dirigentes fueron asesinados, otros encarcelados o represaliados y algunos pudieron exiliarse). De forma testimonial, la Junta Liberalista de Andalucía se mantuvo en el exilio, autodisolviéndose en 1976.

En los años 60, al calor de los movimientos de izquierda que se estaban expandiendo en el mundo occidental se vuelve a iniciar un incipiente movimiento andalucista(Alianza Socialista de Andalucía, germen del Partido Socialista de Andalucía, cuyo heredero actual es el partido Andalucía x Sí) a partir de profesores y alumnos universitarios. El núcleo ideológico del andalucismo cambia, siendo el paradigma que el hecho diferencial andaluz era la pobreza, consecuencia de la estructura socio-económica derivada de la Reconquista. Andalucía era una “colonia” y la solución era la instauración del modelo socialista.

En este sentido, es cierto que las políticas económicas de los gobiernos españoles desde el siglo XIX habían relegado a Andalucía a un papel secundario, esencialmente de proveedor de recursos naturales y mano de obra “barata”, frente a la promoción de las regiones norteñas y Madrid. La Restauración Borbónica de 1874 incluyó un pacto no escrito de reparto del poder económico de las burguesías industriales norteñas, la oligarquía financiera madrileña y los latifundistas castellanos y andaluces.

La recuperación de la democracia tras la Dictadura, sirve de catalizador para la emersión de un fuerte espíritu reivindicativo de los andaluces, cristalizando en las anteriormente señaladas fechas del 4 de diciembre de 1977 y del 28 de febrero de 1980. Andalucía no quería seguir siendo una colonia económica, ni los andaluces ciudadanos de segunda.

A pesar de la oposición de las oligarquías madrileñas, catalanas y cantábricas, se consigue el reconocimiento político como Nacionalidad histórica, en igual de condiciones que las otras comunidades denominadas históricas. Este hecho, en contraposición a la estructuración inicial de comunidades de primera y de segunda que establecía la Constitución española de 1978, ha ido derivando en un proceso de homogeneización del poder político de todas las comunidades autónomas, con un funcionamiento de tipo federal.

Es escandaloso que desde algunos círculos madriIeños (por ejemplo, Esperanza Aguirre) se nos haya acusado a los andaluces de ser los culpables de la deriva independentista catalana, pretendiendo que volvamos a asumir un papel subalterno para satisfacer las exigencias de trato diferencial de las “auténticas” nacionalidades históricas (Cataluña y País Vasco). Ante tal estrambote, solo me dan ganas de responder al modo del inigualable Fernando Fernán Gómez: Váyase a la m…

Actualmente, la idea de Andalucía como colectivo con personalidad propia es algo asumido por la inmensa mayoría de andaluces y de los partidos políticos, salvo por minoritarios grupos encuadrados en el populismo españolista de derechas o en movimientos provincialistas nostálgicos de tiempos pasados. Los partidos esencialmente nacionalistas andaluces que tienen actualmente algún tipo de implantación son el izquierdista Adelante Andalucía y el de centro progresista Andalucía por Si (AxSi). Sin duda, los andaluces tenemos la suerte de no tener problemas de identidad colectiva (somos andaluces, españoles y europeos).

Creo que ser andalucista actualmente, y en ese sentido yo lo soy, es defender que los andaluces no somos ni queremos ser ni más ni menos que el resto de los ciudadanos de España, en un modelo territorial y económico de igualdad con el resto de España. Los andaluces no podemos aceptar las exigencias y chantajes de los nazionalistas catalanes y vascos.

En primer lugar, quiero mostrar mi oposición al intento de patrimonialización de Andalucía y sus símbolos por parte de la izquierda (equivalente al intento de apropiación de la idea de España y sus símbolos por parte de la ultraderecha españolista).

Así mismo, me parece lamentable que la izquierda andaluza en general, y el PSOE de Andalucía en particular, haya apoyado de forma entusiasta los acuerdos firmados por el señor Pedro Sánchez con los nazionalistas catalanes y vascos, los cuales son un ataque directo a la dignidad y a la igualdad jurídica y económica de todos los españoles, incluidos los ciudadanos andaluces.

Han asumido su papel de mamporreros (“Persona que guía el miembro del caballo en el acto de cubrir a la yegua”, Real Academia de la Lengua Española), de las oligarquías norteñas respecto al pueblo andaluz.

Solo confío en que los andaluces hagamos nuestra aquella máxima romana: “Roma no paga a traidores”.

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