Aparcamientos
A comienzos de los 80 llegaron las primeras zonas azules a España y, desde entonces, se han extendido como una metástasis por capitales de provincia y cualquier aldea con ínfulas de ciudad. Bajo las siglas ORA (Ordenanza Reguladora de Aparcamiento), en los centros de las ciudades han florecido postes azules con ranuras para meter el dinero que unas líneas azules en la calzada obligan a pagar a quien aparca. Más o menos lo que hacían a los viajeros el Tempranillo en Sierra Morena o Tragabuches en la Serranía de Ronda.
Es proverbial la avidez de las administraciones y su capacidad para exprimir los bolsillos. Quien posee un vehículo en propiedad está obligado a pagar al Ayuntamiento un Impuesto de Circulación por moverlo en la vía pública. La ORA es una tasa a pagar por la misma persona cuando detiene el susodicho vehículo, con el agravante de discriminar al ciudadano en función de la zona donde aparca. Y, si se aparca en una zona de titularidad privada, una cochera, otro impuesto permite mantener el acceso despejado para poder entrar y salir.
La adicción al vehículo privado se asemeja a la de sustancias como el alcohol y el tabaco: perjudican gravemente la salud y al medio ambiente, son irrenunciables, se utilizan de forma inconsciente y son un productivo nicho de recaudación para las Haciendas. No queda lejos la imagen dominguera de alguien embutido en un chándal impoluto, un cigarrillo en la boca, gafas de sol, gorra de propaganda y zapatillas de casa, haciendo cola en el kiosco de la prensa con el coche al ralentí, a pocos metros, esperando para ir a comprar churros.
El liberalismo propugna la no intervención del Estado y eliminar impuestos para favorecer el libre mercado, salvo si los impuestos se trasvasan a una empresa privada, como sucede hoy en Andalucía con la Sanidad, la Educación y el aparcamiento. Los casos de Lucena y Granada ilustran sobre cómo gobiernan Bonilla y los suyos a favor de la iniciativa privada y en contra del interés general de la ciudadanía. En campaña electoral, el Partido Popular prometió bajar impuestos, sin especificar que sólo lo haría a los ricos, peeero…
En Lucena, recién estrenada la alcaldía, el alcalde Aurelio (PP) dejó sin efecto la zona azul en las dos medias calles del pueblo donde funcionaba [aplausos] poco antes de anunciar que el aparcamiento municipal subiría sus tarifas un 34% el importe por hora y un 20% el abono mensual [pitos]. A las dos o tres semanas de anunciar públicamente la construcción de dos aparcamientos, una multinacional, de apellido “Concesiones”, ha presentado un detallado proyecto de más de 450 páginas. ¿Es eficacia o se está fraguando un pelotazo?
En Granada, la alcaldesa Marifrán (PP) (también prometió bajar impuestos) se ha estrenado ampliando las 3.135 plazas de zona azul en 1.560 más y duplicando el número de terrazas en la vía pública. La ORA afectará al Parque Tecnológico de la Salud perjudicando a los usuarios del Hospital y de las facultades universitarias allí ubicadas. El aparcamiento del Hospital, el más caro de Granada, nunca está ocupado del todo mientras los usuarios dan vueltas buscando plaza exenta de pago, perdiendo el tiempo y contaminando.
La ORA y los aparcamientos no son considerados Servicios Públicos sino negocios explotados en régimen de “Concesión” por empresas que, como la banca en los casinos, siempre ganan, jamás pierden. La colaboración pública y privada es un reparto trucado, beneficio privado y pérdidas públicas, gracias a la abundancia de cláusulas leoninas en los contratos firmados para estos casos. Por ejemplo: “…de no alcanzarse la ocupación mínima establecida del aparcamiento, el Ayuntamiento cubrirá la diferencia con fondos propios…”.