Andaluces, como hemos cambiado
Hace algunos años, el grupo musical Presuntos Implicados cantaba “como hemos cambiado”. Esto mismo nos lo podemos cantar los andaluces.
Recuerdo cuando era niño (hace ya 50 años) que mi padre nos llevaba a visitar a conocidos en múltiples puntos de la geografía andaluza (tenía amigos en todas partes), y recuerdo como era aquella Andalucía: subdesarrollada, primaria, con grandes desigualdades, clasista, machista, pesimista, acomplejada,…
Esto podría ser simplemente una visión deformada de aquella época, pero los estudios que se han ido realizando desde entonces hasta la actualidad confirma a grandes rasgos esta percepción.
En el año 1967, un grupo de investigadores de varias universidades andaluzas realizó el primer gran estudio sociológico de Andalucía (“Estudio socioeconómico de Andalucía”). En el año 2023, se ha vuelto a realizar este estudio de gran amplitud.
El estudio pone de manifiesto que se ha pasado de una sociedad rural (el 60% de la población vivía en el medio rural), con una economía basada en la actividad agraria y de suministro de materias primas no procesadas, con los sectores secundario y terciario escasamente desarrollados, con una estructura social rígida en donde la clase media era minoritaria (no llegaba ni al 40% del conjunto de la población), con un analfabetismo que rondaba el 50%, una sociedad de emigrantes… En la actualidad, hemos pasado a ser una sociedad urbana (más del 80% de los andaluces nos concentramos en las áreas urbanas) pero a la vez con un medio rural plenamente integrado en la modernidad, con una economía abierta y competitiva basada en el sector terciario (destaca el peso del turismo), con un potente y altamente productivo sector agrario, con una industrialización aun inferior a lo que nos correspondería pero con centros de alta tecnología, con una estructura social donde la clase media en mayor o menor medida está integrada por más de la mitad de la población (55%), que permite una mayor movilidad social gracias al esfuerzo de las personas, con un gran avance del papel de la mujer, con una educación con grandes problemas de calidad pero que alcanza al 100% de la población infantil y juvenil, una sociedad de inmigración,…
Sin duda, algunas facetas de la sociedad han tenido una evolución negativa (criminalidad, deterioro de los lazos sociales y familiares,…), pero la situación global actual es mucho mejor que la de hace 50 años, y nuestra idiosincrasia se ha conservado en gran medida.
Con base en mi experiencia vital (relaciones personales, viajes, actividad profesional/empresarial) puedo decir que actualmente no existen grandes diferencias de nuestra sociedad respecto al resto de Europa (“en todas partes se cuecen habas”). Recordando el eslogan turístico de los años 60, aunque en sentido contrario, podemos decir: “Andalusia is not different”.
En este sentido, pienso que la consecución de la autonomía política de Andalucía, a pesar de los elementos negativos que se han generado (centralismo sevillano, crecimiento desmesurado de la burocracia y del gasto partidista, disfunciones legales y fiscales con otras comunidades autónomas,…), ha tenido un impacto muy positivo en el desarrollo de nuestra comunidad y especialmente en la conciencia personal y colectiva. El complejo de inferioridad y sentimiento de subdesarrollo colectivo ha sido erradicado, y nos sentimos orgullosos de ser andaluces. No somos menos que nadie, aunque algunos pretendan devolvernos a nuestra antaña situación de inferioridad.
También quiero mostrar mi rechazo a una de las grandes patrañas de las que nos acusan los “mesetarios” y “norteños”: Andalucía no vive de España.
Es habitual utilizar la distribución territorial de los ingresos fiscales y los gastos para medir la aportación y beneficio que obtiene cada comunidad autónoma. Andalucía concentra el 17,8% de la población española y su PIB sería el 13,3% del PIB español. No obstante, estos datos se basan en una deformación de la realidad: se adjudica a la sede social de las empresas el beneficio obtenido por su actividad en todo el territorio nacional. De esta manera, Madrid y Cataluña supuestamente son las comunidades que más riqueza generan en toda España. Por ejemplo, la mayor empresa industrial con presencia en Andalucía es CEPSA, pero todos sus beneficios son atribuidos a Madrid. Igualmente, y eso es cierto, las mayores rentas se concentran en Madrid y Barcelona, como consecuencia de que las grandes empresas (las que mayores sueldos pagan) están concentradas en estas ciudades, pero las cuales son pagadas con los beneficios obtenidos en el resto de España.
Como es sabido, Andalucía sufre una situación de infrafinanciación. El actual sistema de financiación autonómico nos hace perder cada año más de 1.000 millones de euros respecto a la media del conjunto de las comunidades autónomas (negociada entonces en nombre de la Junta de Andalucía por la actual ministra de Hacienda María Jesús Montero, de lejos le viene la casta al galgo en la defensa de la igualdad de los andaluces). Es urgente la reforma el actual Sistema de financiación autonómica, para que tengamos una financiación justa y suficiente.
En este caso, es especialmente sangrante los conciertos económicos del País Vasco y Navarra, gracias al cual ellos disponen de más del doble de dinero por ciudadano que la Junta de Andalucía, y escandaloso que se vaya a aceptar que la Generalitat catalana se vaya a quedar con el total de los impuestos recaudados en aquella región, sin aportar a la solidaridad nacional.De igual manera hay que denunciar el dumping fiscal que ejerce la Comunidad de Madrid, aprovechando su privilegiada posición de centro de las mayores empresas de España, y que sufrimos el resto de comunidades autónomas. Podemos decir claramente que País Vasco, Navarra, Cataluña y Madrid nos roban.
En resumen, sin duda ha habido una transformación muy positiva de la sociedad andaluza y nos tenemos que sentir orgullosos de lo alcanzado, pero debemos perseverar en seguir avanzando en la senda positiva.
Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad.