Juanma y sus “cambios”
Con estivalidad y alevosía, en vísperas del mes vacacional por excelencia y entre sus intentos de “pillar cacho” mediático, en el acoso y derribo que su partido ha decretado contra Pedro Sánchez, Juan Manuel Moreno, ha decidido alicatar su Gobierno, antes de que el personal se le marche a la playa y desconecte el móvil.
No ha sido nada menor la remodelación de su Consejo, ni por la cantidad, ni por la calidad de los cambios, y aunque Bonilla haya pretendido enmascararlos en una decisión para mejorar su efectividad, lo cierto es que se parece más a una automoción de censura que a otras cosa.
Los ceses de las consejeras de Salud y de Educación, al frente de los dos departamentos más cuestionados de estos dos años de Gobierno, vienen a reconocer que Juan Manuel tiene un problema con dos de los elementos capitales de cualquier gestión pública. Es curioso que después del desastre de ambas consejeras en esos dos departamentos capitales, el presidente, en lugar de mandarlas a su casa, les haya encomendado el “premio de consolación” de las consejerías de Medio Ambiente y Cultura y Deporte… ¡Miedo debería darnos pensar en como pueda ser la gestión en esas dos parcelas tan importantes para Andalucía, en manos ahora de quienes han acreditado tanta incompetencia!
Pero siendo grave lo anterior, lo que de verdad es enormemente preocupante es que pasito a paso, con todo sigilo y sin hacer mucho ruido, la Junta de Andalucía continúa con su campaña para acabar con el sector público, con especial predilección por todo aquel que tenga relación con Granada, donde si no lo remediamos, después del paso de Juanma por San Telmo, no volverá a crecer la hierba de empresas y entidades públicas.
En la primera lección del manual del perfecto privatizador figura con letras de oro que la tarea principal, debe ser el desprestigio de aquello que se pretende liquidar de la esfera pública, para entregarlo con un lazo a esos «amigos» que siempre aparecen al rescate en el momento oportuno, para dar el pelotazo de sus vidas, con lo que hasta ahora es de todos y dentro de muy poco será solo suyo.
No sé si recordarán ustedes en el goteo de noticias, en las que parapetada en auditorías ultraliberales, la Junta lre puso la proa a señas de identidad del sector público de Granada, como Sierra Nevada, la Escuela Andaluza de Salud Pública, o el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud.
La auditoría firmada por la consultora Deloite sobre Cetursa, abrió claramente la puerta a su privatización. La necesidad de entrada de capital privado en Sierra Nevada era una de las principales conclusiones del informe elaborado por la consultora, junto a la urgencia por «mejorar» la política de recursos humanos que la firma señalaba como una de las principales debilidades de la empresa.
Deloite, empresa sancionada con una multa de 12 millones por su auditoría a Bankia, llegó a la «brillante» conclusión de que Cetursa no es rentable, extremo este que pone a huevo a los discípulos privatizadores de Aznar, el entregar la estación invernal granadina al mejor postor, eso sí, después de que haya sido el sector público, el que tras invertir centenares de millones de euros de todos los andaluces, rescató primero a Sierra Nevada de la ruina en la que la sumió la gestión privada y la convirtió después en la mejor estación invernal de España y una de las mejores de Europa.
Señalaban los «sesudos» auditores que la solución pasaba por que la Junta diera entrada a más capital privado. Hablando en plata, privatizar la estación, entregándola en pleno funcionamiento a cualquier mirlo blanco, como ya hiciera en su tiempo Aznar con Telefónica y su compañero de pupitre.
Tampoco debería sorprendernos que los ultraliberales consultores apuntaran hacia los trabajadores como causa de buena parte del «problema» de rentabilidad de la empresa, señalando que el principal aspecto que condiciona esta situación era la desproporcionalidad del coste de personal respecto al resto de costes operativos. O sea que los trabajadores cobran mucho y eso no puede ser.
Si Deloite dejaba a la Sierra con un torpedo en su línea de flotación, Accenture no dejaba mucho mejor parada a otra de las palancas de futuro de Granada, como es el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, del que dijo que era el parque peor gestionado de Andalucía, señalando que la Fundación que lo gestiona “sufría un grave riesgo de insolvencia a corto plazo, aunque dispone de suficientes activos como para hacer frente a sus deudas a largo plazo”. Para no aburrirles con muchos datos, la cosa es tan simple como que la Junta pretende no gastarse un euro en el PTS y que este empiece a buscarse la vida para hacer frente a sus deudas.
Sumen ustedes la reciente liquidación de la Escuela Andaluza de Salud Pública y la agonía de un Palacio de Congresos, para el que Gobierno andaluz no parece dispuesta a soltar un euro y compondremos un panorama absolutamente desolador para el futuro de esta tierra.
Granada resultó beneficiaria de 8 millones de euros de fondos europeos para inversiones en el Palacio de Congresos. Fue en 2022 y dos años después todavía no se ha hecho ni una reforma vinculada a ese dinero, que iba a permitir inversiones para la mejora energética del Palacio, de accesibilidad y de la sala García Lorca, que iba a cambiar sus butacas y mejorar también el escenario. Una inversión además de la que se informó a la Academia de Cine en la elección de Granada como sede de la gala de los Goya de 2025, pero que a día de hoy está sin ejecutar.
Sumen a todo lo anterior el caos sanitario en que la gestión de la Junta ha sumido a la sanidad de nuestra provincia y los desaires presupuestarios y curriculares sucesivos a la mejor universidad andaluza, que por mucho que le pese a Juan Manuel es la de Granada, adobados con la proliferación de universidades privadas bajo sospecha y convendrán conmigo que la segunda parte del mandato de Bonilla no augura nada bueno, para quienes creemos que lo público es fundamental para esta tierra.