Un nuevo reseteo otoñal de la alcaldesa

Y van ya unos cuantos reseteos, eso si, para decir siempre lo mismo, aunque cada vez con la sonrisa más forzada y el gesto más incómodo. Y es que se nota, y mucho, la desidia, el aburrimiento, el hastío que provoca en el gobierno municipal del PP, justamente eso, el hecho de «gobernar». El hecho de tener que tomar decisiones (con lo bien que se está sin tomarlas), tener que explicarlas y tener que afrontar las consecuencias, no siempre favorables, de las mismas. Lisa y llanamente, cuando se salen del guion de la foto fácil, la palmada en la espalda y el pulgar elevado, y han de entrar en el menos dichoso guión de fajarse con la ciudadanía, tener que priorizar actuaciones, contentando por tanto a unos y unas, pero contrariando a otros y otras, ahí ya la cosa cambia. Ahí ya vienen las madresmias, el a mi que me registren, el yo no he sido… y claro, la culpa es de Pedro Sánchez.

Basta un somero repaso a la agenda oficial de nuestra alcaldesa, la que se publica a diario. Asuntos todos ellos de gran importancia para la ciudadanía granadina: entregas diversas de diplomas, apertura del curso de casi cualquiera que legítimamente «abra» el curso, inauguración de exposiciones, asistencia a eventos y saraos de la más variopinta índole, presentación de los más diversos foros, y similares. De vez en cuando, ¡cáspita!, hay que acometer algún asunto más peliagudo, como la reciente presentación de las obras a acometer en los próximos años en la ciudad. Y ahí ya vienen los líos, porque lógicamente hay que saber (o intentarlo) explicar las razones y los motivos de la priorización y selección efectuada, los criterios de justicia (o injusticia) territorial que se han tenido en cuenta, en definitiva, lo que viene siendo ejercer el gobierno. Adoptar unas medidas y no otras. Señalar unos beneficiarios y no otros. Administrar los recursos con unos fines y no con otros. Y ahí, por más reseteos que afronte la alcaldesa y su equipo, falla la estrategia de imagen suavona y sonriente, que es la marca del PP allí donde gobierna. Y Granada, es un laboratorio privilegiado de ello.

Y para quien albergue dudas de lo que sostengo, baste una mirada a las noticias anunciadas o descubiertas por la oposición socialista, a lo largo de los últimos meses. La inmensa mayoría de ellas, perjudiciales para las granadinas y granadinos, y también la gran mayoría de ellas, no explicadas, apenas anunciadas o esbozadas de tapadillo. Que es lo que se hace, cuando el gobernar se hace difícil y complejo. La subida de precios de las Escuelas de verano, casi la única opción de miles de personas para poder ocupar el tiempo no escolar de sus hijos e hijas, que han intentado ocultar. La implantación atropellada y nunca consensuada con vecinas y vecinos de nuevas y amplias zonas «azules», para el cobro indiscriminado de tasas a miles de personas, que no disponen de sitio para aparcar en sus barrios, ni de aparcamientos privados en sus viviendas, y tampoco pueden afrontar el pago de las elevadas tasas de los parking públicos. No, al menos, a diario.

La reducción caprichosa de la atención a personas sin hogar, situando las partidas presupuestarias para esta finalidad bajo mínimos, o el hecho, sin duda tendencioso y evidentemente «ideológico», aunque les pese, de realizar una convocatoria pública de ayudas a colectivos de mujeres en pleno Agosto, cuando ni la mayoría del gobierno municipal, está en Granada.

Y quizá, lo más sangrante y lo que menos se puede disimular, porque está a la vista (y al olfato) de todas y todos, granadinos y visitantes. El estado general de la ciudad, sus barrios, sus calles y sus espacios públicos. Sea el mantenimiento de los jardines, cada vez mas desoladores; sean los imbornales, absolutamente descuidados; sea el estado de los cauces de los ríos, totalmente abandonado; sean las pintadas, objeto de llamativos titulares pero nada más; o sea el estado general de limpieza de las calles, que no hay propaganda que consiga engañar lo que ven los ojos de la gente. Por no hablar de lo que dicta el olfato cuando se pasa cerca del célebre contenedor marrón. Alguien ha olvidado que, tras su instalación, y más en verano, conviene proceder a su retirada con cierta periodicidad. Parece obvio.

Esta es la realidad diaria de la gran mayoría de granadinas y granadinos. No es el anuncio de un nuevo plan de reforestación o renaturalización que no se sabe cuando llegará. Ni la reiterada exposición pública (que debería avergonzar a quien dispone de una cómoda mayoría absoluta) de que el gran reto (otra vez) de los próximos meses es hacer un presupuesto y modificar no se qué ordenanzas para facilitar algunos trámites administrativos.

Este es el fruto de la gestión municipal en nuestra ciudad. Yo creo que el Gobierno del PP, con la alcaldesa a la cabeza, no aguanta un nuevo reseteo para este otoño. Aunque me temo que en esas vamos a seguir. Eso sí, y como empezaba esta reflexión, cada vez con la sonrisa más forzada y el gesto más incómodo. E imagino que con la mochila más pesada a sus espaldas.

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COMENTARIOS

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    Manuel 2 meses

    Y rellenando los pocos huecos que quedan con ladrillos. ¿ A quién no le va a gustar…, como decía mi paisana, un parque en los Mondragones? Pues no, ahí tenéis más ladrillo.

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