San Spiriman

Un grupo de ovejas huérfanas de pastor se dispone a rendir homenaje a Jesús Candel, figura que ocupa un lugar destacado en el imaginario donde retozan el curandero de la Venta El Molinillo y el fraile milagrero del Triunfo, un limbo donde las leyendas se tejen en la urdimbre de la fe para crear mitos, ídolos de recio predicamento social y pies de barro. No hace mucho que el Ayuntamiento de Granada pagó los servicios prestados por Candel al Partido Popular dedicándole una calle en el PTS, escenario preferente de sus fechorías.

A nadie se le escapa que este influencer soberbio y malafollá logró reunir a una numerosa grey dispuesta a seguirlo hasta las mismas puertas del infierno si él lo pedía en Facebook con un vídeo grabado en el hospital donde está prohibido grabar vídeos y difundirlos. No se han hecho cuentas del minutaje de cada una de sus piezas para conocer el impacto negativo de esta actividad sobre la productividad del youtuber, pagada por los andaluces, y la opinión al respecto de sus compañeros, a veces actores involuntarios en sus soflamas.

Hay un punto de inflexión en la trayectoria reivindicativa de Candel en el que pasa de la justa y necesaria reivindicación de dos hospitales para Granada al derribo de Susana Díaz y su gobierno como objetivo prioritario. Había logrado juntar un imponente rebaño en las calles granadinas, inédito desde la manifestación contra la guerra de Irak, coreando sus consignas y otras ajenas de alto contenido ideológico que daban cabida a la misoginia, el machismo, la homofobia, el racismo y otros sectarismos con aroma de extrema derecha.

Es una certeza que la mierda atrae a las moscas y el PP vio en estas movilizaciones una ocasión única para instrumentalizarlas en beneficio propio. Entre las primeras y las últimas manifestaciones hubo una diferencia notable: en las primeras hacía pedagogía para explicar a la ciudadanía las ventajas del modelo de dos hospitales, en las últimas practicaba un populismo trufado de insultos y odio en una guerra total contra Susana Díaz, el periodismo, profesionales de la medicina… contra todo y todos, que le depararon alguna condena.

Candel ya no era Candel, sino un juguete roto en manos del PP que lo utilizó como ariete político contribuyendo a la pírrica epifanía de Bonilla, que no hizo ascos al abrazo con la extrema derecha para tomar al asalto la presidencia de la Junta. Coincidió esta etapa con el terrible cáncer que se llevó por delante al doctor, no sin antes mostrar síntomas de enajenación al afirmar que quien moría de cáncer era porque quería. Un epílogo lamentable para quien podría haber pasado con toda dignidad a la historia de Granada y a su callejero.

Queda clara su influencia en el cambio político experimentado en Andalucía en los últimos años. Candel, que acusaba de corrupta a la Junta socialista, aupó al partido más corrupto de Europa que hoy muestra y demuestra su espíritu prevaricador troceando contratos públicos para asignarlos a dedo y justificando otros desvíos presupuestarios a la privada con una ley que dejó de estar vigente. Candel, que reclamó una Sanidad Pública digna facilitó la llegada al poder de quien la está destrozando a beneficio de amiguetes.

A los cofrades de la secta spiribol, les faltan un cubata y un par de pastillas para elevar rogativa al Vaticano sobre la declaración del personaje como santo súbito: ¿san Spiriman? En estos tiempos en los que los capillitas compiten con Maduro extendiendo la Semana Santa y sus incordios a todo el año, no tardarán en pedir donativos para realizar una escultura del susodicho y sacarla a pasear varias veces al año, sea para que llueva, para que la Junta pague el bono joven de alquiler o para que den citas en el centro de salud a tres días vista.

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