Effi, mejor cómprate un perro.
Ya ha llegado 2025. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Yo he empezado este año con un librito que me he leído y me he querido morir: Effi Briest de Theodor Fontane… del cual decía el Google Book que es: “Una novela de adulterio sólo comparable a Madame Bovary y Anna Karenina.” Incluso el premio Nobel, Thomas Mann, dijo de ella: “Si se quisiera seleccionar con el máximo rigor una biblioteca compuesta de doce novelas -o de diez, o incluso de seis-, no podría omitirse en ningún modo Effi Briest.” En fin, yo no soy un premio Nobel ni escribo las reseñas de Google, menos mal porque serían bastantes toscas, pero a mí este libro me ha parecido una M. Trata sobre una chica de diecisiete años, Effi Briest, a la que casan con un expretendiente de su madre… ósea un señor mayor que podría ser su padre o su abuelo. ¿Y qué pasa? Pues que va a pasar, que la chiquilla se aburre, que está triste, que echa de menos a sus padres, que se siente sola porque el señor está siempre fuera de viaje y no la lleva, y como no podía ser de otra manera se enamora de otro chaval más de su edad y tiene una aventura. ¡Qué raro! Yo no sé cómo ha podido pasar, por más que me he releído el párrafo es que no lo entiendo… y por supuesto que la culpa es de ella (ironía modo ON) por no querer estar con un señor que le triplica la edad y que encima la ignora. Bueno, que pasan los años y el marido se entera de la aventura amorosa de su esposa, y aunque él dice y repite que la quiere, que fue hace mucho tiempo y está prescrito y que no le importa ¿Qué creéis que hace al final? Dejarla sin nada y humillarla delante de toda la sociedad, alejándola se sus amigos y de su hija. Y diréis y ¿por qué? Pues por yo no sé que del honor….que yo creo que el honor lo perdió este señor cuando se casó con una menor de edad, pero claro, que sabré yo que no soy un premio Nobel. Lo mejor del libro es el final, la muchacha muere enferma, joven, pobre y sola, bajo terrible sufrimiento como no podría ser de otra forma por mala y pecaminosa, y los padres en su tumba se preguntan si la habrán educado bien y si aquello será culpa de ellos, a lo que el padre contesta: “Ah, Louise, déjalo estar… eso sería el cuento de nunca acabar.” Vaya, precioso, me faltan manos para aplaudir (este año voy a intentar ser menos irónica, a ver si me sale). Se va a salvar el libro porque me da pena quemarlo, que si no… Effi, querida, yo te comprendo, para que te quieran hay que querer y para qué te respeten hay que respetar… Encerrar a una niña en una casa, sola y con un señor mayor, llamadme loca, pero no es buena idea. Estoy por escribir la segunda parte de esta novela, para que el marido acabe en la cárcel por abuso de menores, asesinato (porque mata al amante) y secuestro, como cambiaría el cuento si en vez de tanto honor nos llevara más el amor, creo que ese final hubiera sido mucho más bonito.
No querría yo acabar este mes, sin dedicar estas líneas a alguien que me ha acompañado durante mucho tiempo y ya no está, a mi perrita, a la Chispa. ¿Habrá algo más bonito y más sincero que el amor de un perro? Alguien a quién no le importa cuántas veces metas la pata, del humor que llegues a casa, el dinero que tengas en el banco o lo que tardes en volver. Nunca vais a encontrar a nadie tan fiel a sus sentimientos y a su familia, y que poco se valora lo que no cuesta dinero. Para este 2025, como deseo de primeros de año, voy a pedir que sea muy feliz allá dónde esté, porque se lo merece, y espero poder aprender de ella a querer sin rencor y a ser feliz con poco. ¡Va por ti, Chispa! Te echo de menos…