Fútbol en vena
Algunos arqueólogos del deporte rey sostienen que el ullamaliztli azteca y el pok-ta-pok (o pitz) maya eran antiguos juegos de pelota hace 3.500 años y otros aseguran que los chinos ya pateaban pelotas para meterlas en una red en el siglo III a. C. No fue hasta mediados del siglo XIX cuando los ingleses unificaron las reglas y crearon una asociación para competir al fútbol. A lo largo del siglo XX se ha convertido en una de las drogas más consumidas en el mundo entero en dura pugna con la religión y, en el XXI, con internet y las redes sociales.
Como todas las drogas, el fútbol inhibe el raciocinio, mengua la voluntad y distorsiona la realidad a quien lo consume y genera mucha riqueza a quien controla su distribución para el consumo. Como todas las drogas, el fútbol crea adicción, aunque es muy recomendable su práctica para mantener el saludable equilibrio de una “mens sana in corpore sano”. El fútbol profesional, el negocio, es utilizado con fines que abarcan un amplio abanico de conductas humanas, algunas inconfesables, sobre todo cuando intervienen la economía y la política.
La semana pasada, España asistió a un esperpento político, económico y deportivo propio de las (in)culturas llamadas mediterráneas. El planteamiento partió de la inscripción, o no, de Pau Víctor y Dani Olmo para jugar con su equipo. El nudo puso en escena a la Liga, a la Federación, al CSD, a la Amnistía, al independentismo y al Congreso de los Diputados. El desenlace queda pendiente para conocer, en tres meses, quién será el campeón final del enésimo, en realidad el mismo, duelo a garrotazos entre las dos (o las que sean) Españas.
El asunto copó la sección de política y la de deportes en informativos y digitales, saturando las redes sociales durante dos semanas hasta el domingo, fecha en que las dos Españas se jugaron el título de la Supercopa de Arabia (que por algo la han comprado). Allí estaban el somatén catalán, comandado por Laporta, y la legión extranjera, al mando de Florentino, dos formas de hacer negocios y política con distinto método (cantera Vs cartera) y el mismo fin. El queso de la fábula era codiciado por el cuervo y la zorra: hoy por mí y mañana por ti.
El Rey de Arabia ha comprado la asistencia de dos comparsas, este año Mallorca y Bilbao, para dar apariencia de torneo a la rentable pachanga. Y es ahí donde ha saltado la noticia más grave de la semana, más que lo de Dani y Pau, más que la derrota o la victoria en la final: varias mujeres, familiares de jugadores y aficionados del Mallorca, sufrieron el acoso y el manoseo de la misoginia saudí que el flamante presidente de la RFEF, también machista y prevaricador, ha equiparado con un agobio pasajero tras agradecer el “cariño” de Arabia.
Habiendo quedado meridianamente clara la utilización del fútbol para blanquear al reino de Arabia, la dictadura que maltrata a la mujer con la ley y la religión, es intención de la RFEF venderle la Supercopa femenina, cuatro harenes enseñando piernas para goce y disfrute de los salidos saudíes. La prensa libre y los medios independientes de la patria se han referido a la agresión sufrida por las españolas, pero lo han hecho de puntillas, sin hacer ruido, para no “ofender” al reino del petrodólar. Para Laporta y Florentino, el negocio es el negocio.
Tras la agresión, La Sexta entrevistó a una entrenadora española en Arabia que ensalzó los “logros conquistados” por la mujer saudí, obligada por ley a ocultar su cuerpo con abaya, hiyab y nicab. Aunque lo hayan obviado, la mujer saudí no se puede casar sin permiso de un tutor varón, tiene limitada la libertad de tránsito y en instituciones y espacios públicos hay zonas diferenciadas por sexo. El camello que controla el mercado de esa droga, también las pasa blandas, como el golf de Rahm o el tenis de Nadal. El adicto no ve más allá del pico.