Yo hablo andalú

Hace un par de meses, Alejandro Rojas Marcos manifestó: “yo no hablo castellano, hablo andalú”, generando un cierto revuelo sobreactuado en determinados sectores ultraespañolistas de allende de Despeñaperros.

A lo que se refería el antiguo dirigente nacionalista andaluz era que él no habla la variedad dialectal castellana del Español, sino el dialecto andaluz de nuestro idioma común. Me uno completamente a esta declaración.

Dejémoslo claro desde el principio: el andalú no es un idioma diferente del español, es un dialecto, con algunas palabras, locuciones y una pronunciación propia (sistema fonético diferente).

En este sentido, y de forma muy acertada, el Estatuto de Autonomía de Andalucía en su artículo 213 se refiere a la modalidad lingüística andaluza en sus diferentes hablas. No hay una modalidad única, sino diferentes tipos de hablas. Incluso no se habla igual en la ciudad de Granada y su área metropolitana que en la costa tropical granadina.

A finales del siglo XIX y principios del XX, en consonancia con el movimiento cultural del romanticismo folclorista que se desarrollaba en Europa y en otras regiones españolas,   en Andalucía se generaron una serie de iniciativas de revitalización de la cultura popular (arquitectura regionalista, música, flamenco, pintura, leyendas…), entre las que se encontraban recopilaciones literarias de la cultura oral así como obras de nuevo cuño enraizadas en el costumbrismo andaluz (Serafín Estébanez Calderón, hermanos Álvarez Quintero, hermanos Machado,…).

Desgraciadamente, en el resto de España el dialecto andaluz se considera generalmente como un español mal hablado y se ha asociado a incultura y pobreza, derivado de la fuerte emigración que salió de Andalucía hacia estos territorios (por ejemplo, un elemento que reforzó el uso del catalán entre la población autóctona de esa región española era diferenciarse de la subclase social de los “charnegos”). Hasta hace poco, en las pocas ocasiones que se hablaba en andaluz en las películas y series de televisión por lo general eran personajes secundarios y para generar risas entre los espectadores (chachas, tontos, trabajadores incultos,…).

Obviamente, el dialecto andaluz es un elemento más de nuestra cultura como pueblo. El hecho de no tener una lengua diferenciada, no significa que nuestra cultura sea de rango inferior a la de otros países. Por ejemplo, Estados Unidos, Suiza, Argentina o México no tienen un idioma propio, y nadie puede negar que sean naciones.

Por todo lo explicado, me declaro orgulloso de ser andaluz y de hablar andalú.

Como epílogo al presente artículo, y tomando de base la transcripción que realizo Antonio Machado en su obra “Cantes flamencos y cantares”, solo me resta decir:

Andalucé lebantaó

Pedí tierra i libertá

Sea por Andalucia libre,

España i la humanidá

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