Ahora sí, ahora no.
Tal cual parece que sea la actitud del insustancial presidente de la Junta de Andalucía, Sr. Moreno Bonilla, cuando ha de manifestarse públicamente sobre la posibilidad de un adelanto electoral en nuestra Comunidad autónoma. Como en el chiste aquel en el que ante la pregunta de si el intermitente de un coche funcionaba, la respuesta era «ahora si, ahora no». Y, naturalmente, el resto de mortales, damos por buena la respuesta, de que el intermitente funciona ahora si, ahora no. Este es el nivel político de nuestro inefable presidente. Y lo peor de todo es que lleva casi un año con el jueguecito, entreteniendo al personal, ocupando la actualidad mediática y de paso, intentando ocultar (sin conseguirlo, hay cosas que por mucho que se intente no se tapan) lo que debería ser el eje de cualquier debate político en Andalucía a estas alturas de la legislatura. Que es el resultado de su gestión, los proyectos iniciados, acabados o en ejecución, las proyecciones de futuro y las oportunidades para nuestra tierra.
Mucho arroz para tan poco pollo. Cuesta imaginar a nuestro suavón presidente planteando los retos de su gestión al frente del gobierno andaluz, compartiendo con la ciudadanía los proyectos de futuro que precisamos, debatiendo en profundidad los porqués y los cómo de cada acción emprendida y sus posibles alternativas y afrontando la importancia de ese debate político. Dónde se ponga su sonrisa profidén, su traje sin arrugas y su sonsonete monocorde que a poca gente puede molestar porque en realidad nada dice, que se quite la política. Pero eso sí, toda la atención de los medios de comunicación, de las tertulianas y tertulianos y de la estrategia política y comunicativa del presidente y sus voceros, volcada en cuando convocará elecciones, que razones alegará para ello, cómo lo hará, si será en domingo o en día laborable, o dependerá del susurro que reciba de alguna advocación cofrade trufado con la enésima interpretación de alguna encuesta.
Lo más lamentable es que mientras tanto, ni se gobierna, ni se planifica, ni se gestiona, ni existe interlocución porque todo el mundo está a la espera del silbato presidencial. Que evidentemente es su competencia, pero que evidentemente también es una competencia que conviene ejercer con responsabilidad, con mesura y sin tanta alharaca. Parecería que el Sr. Moreno Bonilla, a falta de otros atributos políticos, se regodea en el hecho de ser, como lo es, la única persona que puede activar el mecanismo electoral. Está encantado de serlo, se le nota en la sonrisa facilona. Está dispuesto a disfrutar del juguete, a manosearlo y, naturalmente, a no prestárselo a nadie. Como los niños traviesos en el patio del colegio.
Puro y duro interés electoral de su partido y de si mismo, y además retransmitido a diario y en directo, a mayor gloria del personaje. Impagable esa sonrisa picarona cuando señaló que «las elecciones podrían no ser en domingo, me lo estoy pensando», al modo de quien posee un gran secreto y no lo quiere revelar. Digna del mejor cine de suspense esa mueca traviesa cuando afirma que «lo sigo meditando, hoy no hay ninguna novedad», y toda la cohorte de micrófonos que lo persiguen insisten e insisten, ante su gesto condescendiente, que ni entonces se tuerce. Se ve que lo tiene bien aprendido. Tampoco debemos extrañarnos. Así es la persona y así es el personaje, carente de aristas, porque carece de perfil político como para tenerlas y mostrarlas. Imposible contradecir a quien no dice; imposible debatir con quien carece de posición pública. Otra cosa son los hechos y las realidades políticas que se pretenden tapar bajo la apariencia de la suavidad insustancial que nada ofrece. Aparentemente, le va bien, así que para que cambiar, pensará él y le dirán quienes lo asesoren.
Pero el nivel, las perspectivas y la realidad política andaluza han de ser otra cosa bien diferente, un poco más elevadas, con más nivel dialéctico, con carga programática y músculo político. Volveremos sobre ello más pronto que tarde. De momento quedamos a la espera del anuncio del adelanto, quizá cuando este artículo vea la luz, puede que incluso antes, o tal vez unos días después. Sabemos de quién depende, tenemos claro que criterios lo guiarán a la hora de tomar la decisión, ya sólo falta que la ciudadanía andaluza se percate del deplorable espectáculo y de la falta de respeto a su inteligencia que el tomar la decisión ha supuesto.