Alberti, Pemán y Moreno Bonilla
“Ya nunca podrá dormirse,
porque si Madrid se duerme,
querrá despertarse un día
y el alba no vendrá a verle”. (*)
Madrid ha vuelto a dormirse en una España anestesiada. Gobierna Madrid, el destino de sus gentes, una pesadilla que a España amenaza con una noche oscura y larga.
“No olvides, Madrid, la guerra;
jamás olvides que enfrente
los ojos del enemigo
te echan miradas de muerte”. (*)
En 2022, te miran los ojos del odio, las miradas que escupen balas para silenciar las palabras, las miradas que mienten, denigran, hieren y matan.
“Rondan por tu cielo halcones
que precipitarse quieren
sobre tus rojos tejados,
tus calles, tu brava gente”. (*)
¿Quién te va a salvar, España, de los mismos bárbaros renovados que a tus hijos mataron, a tus hijas más preclaras, que sembraron de luto casi todas las casas, de rojo muchas tapias, muchas plazas, muchas zanjas?
Juan Manuel Moreno, esa desgracia ocurrida a Andalucía, ha dicho, sobre la foto del saludo entre Rafael Alberti y José María Pemán, que «simbolizó la reconciliación de las dos Españas cuarenta años después de la Guerra Civil». ¿Es así de cenutrio, o así de perverso, este mediocre profesional de la política alistado en las huestes de la corrupción, la mentira y el odio? ¿Piensa lo que dice? ¿Acaso piensa?
La declaración del vergonzoso presidente se puede calificar de boutade, desvarío, necedad, falacia, afrenta, blasfemia… incluso cuasi delito, pero jamás de rigor intelectual e histórico y mucho menos de sensibilidad cultural. Se trata de una burda manipulación para dar una mano de purpurina ideológica a la ignominia y el deshonor sufridos por esta Andalucía que ha vuelto los ojos a ese tercermundismo al que históricamente la han condenado personajes como Juanma, Bendodo, Loles, Marín, Imbroda, Olona… y también Guerra, González o Susana.
Alberti tuvo el acierto y la posibilidad de exiliarse, como lo más granado de la intelectualidad española de la época, para evitar su muerte a manos de criminales sin conciencia con los que colaboró Pemán. Alberti empuñó pluma y pinceles para defender la legalidad democrática, retratando de forma bella y eterna el horror que devoraba a su patria. Alberti tuvo la generosidad y la grandeza de saludar sin inquina a otro octogenario que izó y ondeó la bandera del rencor. Y la del odio, como el neofranquista Moreno Bonilla y sus socios neofascistas. Alberti es un poeta y pintor del pueblo, inmortal, universalmente reconocido.
Pemán siempre estuvo ligado a dictaduras, la de Primo de Rivera primero, la del sanguinario Franco después. Pemán usó su intelecto para medrar, para depurar a maestros y maestras desde su puesto de presidente de la Comisión de Educación en la Junta Técnica del Estado creada por los golpistas. Pemán depuró la docencia española a la que arrancó de raíz todos los brotes de decencia. Pemán, escritor mediocre y populista, estuvo al servicio de los verdugos del pueblo: dictadura e Iglesia. Pemán murió dejando un impresionante legado de rencor y odio.
Moreno Bonilla se hace eco de la torticera manipulación que de la Ley de Memoria Histórica hacen los extremistas del Partido Popular y los radicales del partido fascista. La recuperación de restos humanos arrojados a cunetas y fosas comunes para darles digna sepultura nunca se puede interpretar como reabrir heridas (jamás cerradas) ni como reavivar enfrentamientos. Eso solo pueden verlo así mentes e ideologías afines al odio sectario como las que gobiernan Andalucía, Madrid, Murcia y posiblemente Castilla y León.
Y todo con la bendición de las élites económicas, empresariales y católicas. Y con los votos del pueblo. Entre los escritores y escritoras de Andalucía que tuvieron que salir de su patria huyendo del fascismo: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, María Zambrano, María Pérez Enciso, Isabel Oyarzábal, Francisco Ayala, Manuel Andújar, Emilio Prados… Así trató el franquismo, cimiento del PP y del partido fascista, a la intelectualidad andaluza. Entre los asesinados no enterrados, Federico García Lorca, poeta hermano de Rafael Alberti.
“Venid los que nunca fuisteis a Granada.
Hay sangre caída, sangre que me llama.
Nunca entré en Granada.
Hay sangre caída del mejor hermano.
Sangre por los mirtos y aguas de los patios.
Nunca fui a Granada. (**)
Que calle el presidente, que cierre la boca antes de que su oprobio se extienda a toda la ciudadanía andaluza. Qué vergüenza de Andalucía. Qué vergüenza de España. Que Europa y la ONU, la civilización, nos amparen.
“Perdido está el andaluz
del otro lado del río.
¡Soledad de un andaluz
del otro lado del río!
¿Qué hará solo ese andaluz
del otro lado del río?”. (***)
(*) “Defensa de Madrid”, poema escrito por Rafael Alberti en octubre de 1936 y publicado en la revista Estampa a finales de ese mes.
(**) «Balada del que nunca fue a Granada”, poema incluido en Baladas y canciones del Paraná, 1954.
(***) “Balada del andaluz perdido”, poema incluido en Baladas y canciones del Paraná, 1954.