Andalucía en el caos

La realidad es muy tozuda y los datos más aún. Por eso, aunque tengas a Canal Sur a tu servicio y entre abril a septiembre de este año haya dedicado un 1000% más de tiempo a Puigdemont que a los problemas de los maestros andaluces, un 1700% más a Nicolás Maduro que a los problemas de la vivienda en Andalucía, un 2500% más a Begoña Gómez que a las listas de espera sanitarias y tres veces más a Juanma Moreno que al resto de la oposición, lo cierto es que la administración del Hijo Adoptivo de Granada está sumiendo a los servicios esenciales en Andalucía en un auténtico caos, lo que se traduce en que vivir en Andalucía se haya convertido en un auténtico deporte de riesgo, salvo que ganes un pastizal al mes, cosa que a la luz de los datos económicos, solo le ocurre a contadísimos andaluces.

La placidez en que han transcurrido los seis años de gobierno de Bonilla parece que ha llegado a su fin y solo esta semana hemos tenido, o vamos a tener movilizaciones en protesta por el gravísimo deterioro de la sanidad pública, por el desastre criminal en la gestión de la dependencia, por el caos en la educación, desde el nivel de infantil hasta el universitario, o por el dontancredismo en el problemón de la vivienda, empezando por el desastre del bono de alquiler joven.

Parece que gran parte de los andaluces se han hartado de las sonrisas de atrezzo y palabras vacías de Juanma y comienzan a darse cuenta que detrás de esa fachada, cuidadosamente estudiada, se esconde la decidida intención de acabar con lo público en beneficio de lo privado.

Solo así se puede explicar la multimillonaria derivación de fondos públicos a la sanidad privada, mientras la de todos se cae a pedazos; la escandalosa paralización de la dependencia que provoca que cada día mueran 25 andaluces, tres de ellos granadinos, sin que la Junta de Andalucía se haya dignado en evaluarlos; la privatización de la FP superior, de la mismísima enseñanza universitaria, con la aprobación de cinco chiringuitos privados que los rectores andaluces rechazan que puedan considerarse como universidades, la devolución de 150 millones de euros al Gobierno destinados a la gratuidad de la la enseñanza de 0 a 3 años, el descarado favor a la enseñanza concertada en detrimento de la pública; o la sospechosísima incapacidad para distribuir los más de sesenta millones que el gobierno central envió a Andalucía  para el bono de alquiler joven.

No deberíamos caer en la simplificación de imputar semejante despropósito de gestión a la torpeza, porque si solo fueran torpes la cosa tendría fácil solución, lo verdaderamente peligroso es llegar a la conclusión de que todo el caos anteriormente mencionado es absolutamente intencionado y parte de una premisa básica: deteriorar los servicios públicos hasta su colapso, para que de esta forma el ciudadano no tenga más remedio que acudir a lo privado, cuyos principales beneficiarios suelen coincidir, casi milimétricamente, con la “filosofía” económica y social de quienes promueven este estado de cosas.

Pero es que además, la “pulcritud” con que aparentemente se venía conduciendo la administración Bonilla, ha saltado por los aires en las últimas semanas, primero al desvelarse que el SAS troceo contratos por importe superior a los 400 millones de euros, para de esta forma poder ajudicarlos directamente y siempre a las mismas empresas y después porque este martes saltó la auténtica bomba de que entre enero y diciembre de 2021, los centros provinciales del Servicio Andaluz de Salud (SAS) en las ocho provincias firmaron contratos por obras, servicios y compra de bienes y suministros con empresas privadas por un importe total de 4.141,6 millones de euros, de los que casi una tercera parte, o sea, más de 1.225,3 millones, fueron contratos menores, la mayoría no superiores a 30.000 euros, cientos de ellos fueron adjudicados a dedo a las mismas empresas, alcanzando cifras millonarias.

La Intervención de la Junta de Andalucía, órgano de la Consejería de Hacienda para el control interno de las cuentas públicas, acusa al SAS de abusar del contrato menor “en fraude de ley”, troceando cientos de facturas para pagar el mismo concepto a la misma empresa, que terminaría beneficiándose de adjudicaciones a dedo de cantidades millonarias, esquivando la publicidad y la concurrencia competitiva.

Así consta en hasta 18 auditorías a las plataformas de contratación del SAS en las ocho provincias andaluzas, realizadas en 2020 y 2021. Los ocho informes definitivos correspondientes a 2021 denuncian un “fraccionamiento indebido y masivo” en el volumen de contratación menor, que asciende a 1.225,3 millones en las ocho provincias.

Dicen las Naciones Unidas que la corrupción se entiende como “el uso del poder para desviar la gestión de lo público hacia el beneficio privado”, por lo que el alto organismo reconoce que las prácticas corruptas pueden ser realizadas tanto por actores públicos como por actores privados, siempre y cuando éstos tengan poder e incidencia en la toma de decisiones y en la administración y provisión de los bienes públicos… Blanco y en botella.

El Banco Mundial definió la corrupción como “El abuso de un cargo público para beneficio privado”, concepto que da pie para que se relacione la corrupción con prácticas tales como el intercambio de favores, el soborno, y el nepotismo.

Añadan a todo lo anterior la “Omertá” informativa impuesta desde el Palacio de San Telmo, bien vía publicidad institucional para los medios privados, bien con el comando Canal Sur, cuyos informativos, para que se hagan una idea, han dedicado este fin de semana 13 minutos al caos ferroviario en Madrid, por 1 minuto y 46 segundos a las protestas de Granada en defensa de la sanidad pública y las marchas en Sevilla y Málaga de la Plataforma de Enfermeras de Andalucía.

Si la gestión del Gobierno de Juanma Moreno es un auténtico desastre en materia de salud, educación, dependencia y vivienda, pilares básicos de cualquier proyecto vital, sería razonable pensar que la ciudadanía va a dar la espalda a quienes lo protagonizan y créanme que no lo tengo del todo claro, dado el monocultivo informativo favorable a los intereses de la derecha, haga esta lo que haga, el encefalograma plano de la oposición, que solo ahora parece dar algunas señales de vida y lo que es peor, la abulia de los andaluces y andaluzas, a quienes no los reconoce ni la madre que los parió.

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