Andalufobia y chicos majos
Mi amigo Chechu (Sergio) está en uno de esos reallity shows de HBO MAX que se llama F Boys Spain.
Después de un largo periplo en el mundo del fútbol, militando en equipos de importancia y con un brillante porvenir, decidió cambiar el césped por la vega de nuestro pueblo, Huétor-Tájar, para trabajar como jornalero.
Es simpático, muy gracioso, ocurrente, vital, nervioso como él solo, me quiere, me odia y luego me vuelve a querer con una facilidad asombrosa, y sus frases favoritas son «me encanta la vida» y «viva el amor». A pesar de su atractivo natural y esa chispa que lo alumbra, es un romántico, con una necesidad de repartir cariño que lo convierte en un ser tierno y vulnerable.
Hace un año le contactaron desde una productora y le cautivó la idea de pasar un mes de rodaje en una isla paradisíaca con la supuesta finalidad de encontrar el amor. Quiso vivir la aventura y le ha salido muy bien. Hasta ahí puedo leer, para no hacer spoiler.
Jamás ha modificado su acento cualquiera que fuese su audiencia. Se siente muy cómodo hablando como hablamos en mi pueblo, como hablan en nuestros pueblos de Andalucía, con nuestras hablas de siglos incrustadas en el velo del paladar. Y se expresa muy bien, muy auténtico, muy bonito.
En el capítulo tercero del programa un energúmeno, en representación de una amplia manada de iletrados que piensan igual, le afeó el acento, se burló de él, y le dijo, entre otras lindezas, que deberían subtitularlo.
Es la misma basura de siempre: el fulano de más al norte que se cree en posesión de la llave de la RAE, y que desconoce que este acento, el nuestro, es el mismo que manejaron Velázquez, Murillo, Federico García Lorca, Victoria Kent, María Zambrano, Enrique Morente, Manuel de Falla o Paco de Lucía, el que se extendió allende los mares y dio lugar a esa riquísima variedad de hablas diseminadas por las tierras hermanas de América, el que usan científicos, cirujanos, químicos, médicos, jueces, fiscales, astronautas, historiadores…
Mi amigo Chechu, (Sergio Aguilera), responde muy bien. «Uno no elige donde nace, y yo tuve la suerte de nacer en Andalucía». Porque esta es nuestra matria Andalucía, la tierra que nos vio nacer. La tierra de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros antepasados. Porque nos sentimos apegados a su historia, a su gastronomía, a su cultura, a este sur de puertas abiertas, a este cruce de civilizaciones, a este crisol de pueblos y culturas.
Porque con este acento andaluz se han escrito algunas de las páginas más importantes de la historia de la cultura europea.
Porque una persona que cada día acaricia la tierra para extraer de ella sus frutos a las 5 de la mañana y se siente orgulloso de su acento, le da mil patadas a esos que solo usan la banderita para arrojarla contra los demás.
Mi amigo Chechu, con su respuesta, le ha dado una patada en la boca a este «flipado» (Por emplear términos de su propio vocabulario) y a todos los que piensan como él. Y lo ha hecho con la elegancia que solo puede tener un hijo de la clase obrera, un ser honrado, que se está labrando el futuro de la forma más digna con sus manos.
Es la primera vez que me he tragado un programa de estos. Ha sido por ver a mi amigo, pero me ha servido también para sentirme muy orgulloso de esta Andalucía nuestra, de su gente, de nuestra forma de hablar y de un amigo.
CATETO TÚ, QUE NO ENTIENDEH EL ANDALÚ.