Asignaturas pendientes

Parece que este tiempo político y electoral se presenta colmado de asignaturas pendientes (más para unos que para otros), con lo que deberían ocuparse seriamente en la reflexión de contenidos de distinta, difícil e importante trascendencia. El PSOE presentará 110 medidas que, cuando analicemos a trazo ancho, coincidirán con muchas medidas de Unidas Podemos y sus confluencias. Medidas que, estoy seguro, estarán llenas de solidaridad, de progreso y, sobre todo, del sano intento de mejorar esta sociedad que se presenta tan injusta y desalmada.

Coincidirán en mantener la lucha por la dignificación del Salario Mínimo Interprofesional para los miles y miles de trabajadoras y trabajadores, condenados a percibirlo en el umbral de la pobreza, la exclusión y el desaliento social. Suponemos que se acordarán de los efectos perversos de una reforma laboral que condena a miles de trabajadores y trabajadoras a la precariedad, a la temporalidad y al fraude empresarial, ese que cotiza por dos horas semanales cuando en realidad están trabajando doce, diez o nueve horas diarias en el mejor de los casos. Ese que deja en el desamparo a quien trabaja, y sin recaudación al propio Estado. No olvidemos que el fraude fiscal en España -según un informe de la Fundación de Economía Aplicada- se sitúa en 40.000 millones de euros, si sumamos el fraude del IVA, de las cotizaciones por el empleo y el del Impuesto de Sociedades. Es decir, constituye el 4% del Producto Interior Bruto de nuestro país, es decir, una verdadera barbaridad y una auténtica tragedia.

Suponemos que se acordarán de que somos el segundo país de Europa en pobreza infantil. Propondrán, posiblemente, dotar adecuadamente las partidas económicas para luchar contra la violencia de género. También generarán tranquilidad en nuestras vidas porque las pensiones, esas que venimos cotizando desde hace más de cuarenta años, estarán a salvo. Especialmente, de quienes quieren hacer negocio con ellas, de los bancos, de los fondos buitre y de los sicarios de la política que, como trabajan para ellos, quieren cambiar el modelo. Hablarán de un sistema público sanitario que nos siga haciendo iguales ante la enfermedad o la salud, sin deriva al sector privado para el enriquecimiento a costa de nuestro bienestar. Confiamos en una apuesta inequívoca por la enseñanza pública, esa que garantiza las mismas oportunidades en el acceso al conocimiento y la formación. En definitiva, esa que prioriza las necesidades de las personas, la tolerancia frente a la diferencia, así como un crecimiento económico equitativo y respetuoso con el medio ambiente, herencia virtuosa para futuras generaciones. Suponemos que será así porque, de otra forma, no habrá progreso. Pues, no existirá mejora sin el rechazo frontal de este modelo que busca el máximo rendimiento posible en el menor tiempo, especialmente a costa de la salud laboral de las personas: siniestralidad y una amplia gama de enfermedades relacionadas con el modelo económico y el entorno.

Seguramente, las propuestas de la izquierda seguirán ese camino. Sin embargo, no está tan claro que también lo transite el compromiso con la palabra dada, esa eterna asignatura pendiente. Las partituras pueden albergar la mejor sinfonía y, sin embargo, la música con frecuencia disuena porque cada instrumento es una nota discordante ya que proliferan tantos partidos y opciones de progreso como solistas haya. La gran tarea pendiente de la izquierda es la amplitud de miras, la generosidad de su participación en el concierto. La división en el mismo espectro político está alcanzando cotas ridículas, y en ella se nos va la capacidad de transformación, y se nos viene una situación real de regresión en igualdad y libertades colectivas. Las personas que lideran la izquierda están actuando de manera irresponsable e incluso kamikaze. Ahí entran también en juego los agentes sociales, los sindicatos. Desde aquí quiero ofrecer la unidad en la reivindicación, el anhelo de conquista de las asignaturas pendientes. Por eso, es imprescindible que los trabajadores y trabajadoras se manifiesten en unidad para lanzar un mensaje a la clase política. Este primero de mayo lanzo la petición de una sola voz alta y clara que no se difumine en matices, ejercer democracia reivindicando juntos. Ahí está la oferta, en otras voces queda ejercer sindicalismo y política responsable o hacer espejo de este esperpento.

Los trabajadores y las trabajadoras queremos superar las contradicciones pendientes, esas que lastran la calidad de nuestra democracia. Pero han de ponérnoslo algo más fácil. En este ciclo electoral, debemos activarnos, como clase trabajadora, en defensa de nuestros derechos, nuestras necesidades y de una democracia real y participativa. Tenemos que seguir insistiendo y ahondando en la concreción de nuestras posibilidades democráticas como sociedad. Debemos rechazar el Estado del odio, de la xenofobia o del retroceso de libertades. Como término y conclusión de este artículo, quisiera formular una solemne petición a quienes lideran y una intensa esperanza a quienes deciden: unid y votad. Y que entre todos y todas lo pongamos un poco más fácil.

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