Bonilla el Infame
Iznogud el Infame es un personaje creado por René Goscinny, padre de Asterix y Lucky Luke, y el dibujante Jean Tabary. Iznogud es el envidioso y traicionero visir del califa de Bagdad guiado por un único objetivo en su vida que expresa en cada historieta con la frase “¡¡Quiero ser califa en lugar del califa!!”, escrita con enorme tipografía como un grito de ira y frustración desesperadas. La corte y la cercanía del poder es un caldo ideal para que personajes mediocres, trepas y advenedizos cultiven todo tipo de ambiciones.
Génova 13 es un avispero agitado de zánganos, sin más oficio conocido que el ejercicio de la política, que sólo aspiran a ser califas en lugar del califa Aznar, quien no termina de abandonar la colmena. Las taifas resultantes de la fecundación aznarista han abandonado la producción de miel y se han especializado en los derivados de la hiel, con la mediocridad ocupando la oquedad bajo los turbantes de los diferentes visires que manejan las marionetas autonómicas al son marcado por los haraganes abejorros de Vox.
El muestrario de zánganos populares se antoja ilimitado, hasta el punto de proponer una calamidad tras otra desde que M. Rajoy desempeñó el papel de reina en Génova y La Moncloa. La ineptitud de los zánganos afecta a su mediocridad intelectual y política, pero no a su capacidad para la conspiración y la traición entre los miembros de la colmena, tapada por los medios de comunicación afines, que son casi todos. Un breve repaso: Casado, Almeida, Ayuso… y el bluf Feijóo, ejemplos de vacuidad sin leer chuletas.
En tan árido paisaje, destaca el visir andaluz Moreno Bonilla el Infame, experto en tirar piedras y esconder la mano. Por ahora, no lo ha verbalizado, pero su objetivo es ¡ser califa en lugar del califa! como deja entrever su sonrisa colmillona. El primer paso de Bonilla el Infame para adueñarse de España desde el califato de Al-Ándalus ha sido trasladar al zoco sevillano todo lo que se pueda poner en almoneda, especialmente los preciados tesoros del reino nazarí: la Alhambra, Sierra Nevada, el Parque de las Ciencias…
Asesorado por el ladino Bendodo y falseadas sus gestas por el CENTRA reconquistado y el Grupo Joly avasallado, ha culminado la inesperada hazaña política de anexionar la cueva sureña de Alí Babá a la banda de Génova. Botín sin parangón, conseguido en primera instancia con ayuda de las tropas regulares de Vox y en solitario tras pagar los servicios a mercenarios de C’s, no basta para su ego venido arriba. Tras tatuarse los escaños logrados en Andalucía, el visir aspira a hacer lo mismo con los de España.
Conocedor de primera mano de lo que se paga en B, se conspira y se apuñala en su partido, ha anunciado que va a por Madrid, que quiere ser califa en lugar de la califa, saltándose al decepcionante gallego. En una legislatura y media, ha conseguido destrozar la Sanidad y la Educación Pública andaluza casi al nivel de Ayuso, pero muy por encima de otras autonomías controladas por sus secuaces. Bonilla el Infame quiere convertir su tierra en un paraíso fiscal a la medida de la mafia marbellí y del señorito andaluz.
Bonilla el Infame ha engallegado a Andalucía. Al comprobar cada día la torpeza de Feijóo para hilar ideas y su déficit de expresión oral, cuesta entender que esta criatura haya obtenido cuatro mayorías absolutas y por lo visto a Rueda estos días de plásticos marinos cabe pensar que el pueblo gallego adolece de algo. Lo mismo ocurre con el madrileño, el murciano, el castellano leonés o el valenciano. Así, no es de extrañar que Bonilla el Infame vea asequible lo de ser califa en lugar de la califa arriba de Despeñaperros.