Bonilla pasa el ecuador
El martes de cumplían dos años de aquella toma de posesión napoleónica, con la que Moreno Bonilla, obsequió a los andaluces poniendo de manifiesto su natural modestia, con aquella puesta en escena –escenso de la escalera imperial palatina incluída, más propia de Luis XIV que de un mandatario del siglo XXI.
Por lo tanto esta semana se ha producido el paso del ecuador de la legislatura, hito simbólico a la hora de hacer balances y prepararse para la siguiente cita electoral, por aquello de que dos años en política no son nada.
Encuesta tras encuesta, Juan Manuel, solo ha hecho que mejorar los resultados de aquella mayoría absoluta conseguida hace dos años y en la última del Centro de Estudios Andaluces, hecha pública esta misma semana, Bonilla volvería a reeditar su holgada mayoría, bien es cierto que con un muy ligero descenso en la intención de voto, a pesar de la cual aventaja al PSOE en 26 diputados y 18 puntos.
Si solo nos atuviéramos a la demoscopia, el balance de esta media legislatura solo podría calificarse de sobresaliente. Sin embargo y encuestas aparte, lo que nos dice el clima social de Andalucía, es que la gestión de su Gobierno es manifiestamente mejorable, embarrancando en temas tan sensibles, como la sanidad, la educación, la dependencia, la vivienda y la sospecha, cada vez más acreditada con los sucesivos acuerdos de su Consejo de Gobierno, de que Bonilla ha emprendido el decidido camino de la liquidación de lo público, con todo lo que ello supone, siguiendo así el rumbo marcado por su compañera de partido y adversaria por la sucesión, Díaz Ayuso.
Como sabiamente dejó dicho el filósofo presocrático, Anaxágoras, “Si me engañas una vez, la culpa es tuya. Si me engañas dos, es mía” y algo así es lo que está ocurriendo con Juan Manuel y los electores andaluces, porque si con la “gestión” que está acreditando en su segundo mandato, la ciudadanía andaluza stá dispuesto a volverle a dar mayoría absoluta, la culpa no será suya, sino de quienes sufriendo y padeciendo sus desmanes, vuelven a votarle para un nuevo mandato.
Verán ustedes, solo en los últimos días y coincidiendo con los fastos del paso del ecuador, hemos sabido que el desastre de la sanidad andaluza, va a provocar que de los 1514 centros de atención primaria de Andalucía, se van cerrar por las tardes 1124; que este verano se van a cerrar un 30% más de camas que cuando llegó al Gobierno, la mayor parte de ellas en Granada, que se han quedado miles de vacantes sin cubrir, que los conciertos privados han crecido un 54%, o que el sesenta por ciento de las veces es imposible conseguir una cita con el SAS… Solo por semejante desastre sanitario, cualquier sociedad sana y comprometida retiraría la confianza a los responsables del desaguisado, por mucho menos los andaluces defenestraron a Susana Díaz y mandaron a la oposición al PSOE, pero visto lo visto no parece que vaya a ser el caso.
Más a más, también en esta semana y mientras Granada ardía por Pinos Puente y Víznar, sabíamos que nuestro prócer había dejado sin gastar más de cien millones de euros en la prevención de incendios forestales. No ha habido ni una sola explicación del cómo y el por qué. Ni de como es posible que a los bomberos que arriesgaban sus vidas luchando contra las llamas, el Gobierno e Juan Manuel les alimentara literalmente con un bocata de dos rajas de mortadela.
También esta misma semana se producía la defunción administrativa de la Escuela Andaluza de Salud Pública, justo cuando estaba a punto de cumplir 40 años, de haber formado a más de 400.000 profesionales de la salud, llevado a cabo 2500 proyectos nacionales e internacionales, sido uno de los doce centros españoles colaboradores de la Organización Mundial de la Salud, poner en marcha en máster en salud pública más prestigioso de España, o de desarrollar una escuela de pacientes, con más de 4000 alumnos formados y acreditar más de 3,5 millones de visitas a sus redes sociales.
¡Qué hablar de la barra libre para las universidades privadas en que Bonilla ha convertido a Andalucía! Solo esta semana dos nuevos chiringuitos universitarios han recibido luz verde del Consejo de Gobierno, para que quienes puedan pagarlas consigan titulaciones a las que jamás accederían por su desempeño académico.
Mientras Juan Manuel “presume” de bajar impuestos a los más ricos, suprime la gratuidad de que gozaban los andaluces para visitar sus museos; mientras saca pecho por la gestión más sostenible de un gobierno andaluz, trapichea con quienes esquilman el agua de Doñana, a cambio de un puñado de votos y permite que algunos siembren nuestros campos de plantas fotovoltaicas; mientras promete bonificaciones al alquiler para nuestros jóvenes, les deja sin abonar las cantidades anunciadas, obligándoles a volver al domicilio paterno; mientras el patrimonio histórico civil de Andalucía se la ve y las desea para conseguir fondos para su rehabilitación, promete “sin complejos” 14 millones para que las cofradías restauren el suyo. Etc, etc, etc…
Si con semejantes credenciales las andaluzas y andaluces vuelven a otorgar su confianza a quien has ha perpetrado, el bueno de Anaxágoras, llevará toda la razón y la culpa de que Juan Manuel nos vuelva a engañar será solo y exclusivamente nuestra.