Carnaval Moreno Bonilla
La cosa está muy revuelta desde que la derecha “sin complejos”, la que exigió Aznar, se ha venido arriba de la manera que lo está haciendo, en muchos casos “sin ética ni vergüenza” y muchas veces “sin piedad”. Se ha venido tan arriba que un comando ultra y malafollá ha tenido la desfachatez de asaltar el teatro Falla en un alarde de extrema ridiculez para mostrar su posición ideológica y su carencia racional ante un público que no le ríe la gracia a esa derecha heredera y reivindicadora de aquella que prohibió los carnavales en España.
Pero la cosa es seria, seria en extremo, y va más allá de la chirigota negacionista; tan seria como que payasos del circo parlamentario nacional, como Abascal y parte del PP, aplauden nada menos que los gestos y la ideología que reivindican la vuelta al nazismo de la mano amenazadora del matón sectario Trump, la mentira de Wall Street y la manipulación de Silicon Valley. Pero, mientras nos llevan a la guerra el enemigo norteamericano y la derecha armamentística europea, echemos un vistazo al carnaval político de la Junta de Andalucía.
El presidente Moreno Bonilla se ha disfrazado y presume de ser más andalucista que Blas Infante. Desde que llegó al poder, con Vox de punto de apoyo y Ciudadanos de muleta, no ha parado de apropiarse de la simbología andaluza, aunque ese disfraz no le basta para enmascarar su práctica neoliberal respecto a los servicios públicos. A la vez que inventa el día de la bandera para el 4 D, bandera en la que no cree su derecha desacomplejada, se dedica a desnudar a seis provincias para vestir de plata y oro a su Málaga y a su Sevilla.
El carnaval de Moreno Bonilla tiene fechas señaladas, una de ellas el 28F. De 2017 a 2024, sólo nombró a Lola Flores Hija Predilecta de Andalucía, el resto fueron hombres, en la línea del PSOE (excepto con Griñán). Este año ha nombrado a Pilar Manchón Portillo, experta en IA, junto a Jesús Navas, experto en el pateo de balones. Las Medallas de Andalucía, en cambio, son un cajón de sastre en el que los otorgantes (del PP o del PSOE, da igual) ejercen el populismo al por mayor, con un revoltillo de folclorismo y talento difícil de asimilar.
Como medallista de Andalucía 2025, la astrofísica cordobesa Casiana Muñoz Tuñón le ha dicho al presidente “que hay que saber, que hay que conocer, que hay que investigar y que hay que hacer ciencia”, discurso revolucionario en tiempos de negacionistas, antivacunas y terraplanistas tan del gusto de esa derecha sin complejos disfrazada de andalucismo. El medallista Manu Sánchez aprovechó la mascarada para espetarle a quien está demoliendo la Sanidad Pública andaluza: “mimemos, cuidemos y protejamos nuestra sanidad pública”.
Después de don Carnal, llegará doña Cuaresma. Ya se verá si la máscara blanquiverde tapa el desvío de dinero público a bolsillos privados o la tendencia a amañar contratos públicos con tufo a convoluto. El viacrucis judicial tiene estación de penitencia en los contratos a dedo del SAS acogidos a un decreto derogado, en el agujero de 1,2 millones sin justificar en ayudas a hoteles afectados por el Covid-19, o en el fraccionamiento indebido y fraudulento de contratos con farmacéuticas, como la que paga a su mujer, para eludir la Ley.
El disfraz moderado tampoco tapa los ramalazos de Moreno Bonilla al estilo Milei, metiendo la motosierra al Parque de las Ciencias de Granada o a las universidades públicas mientras bendice universidades privadas, de esas que se localizan en bajos y centros comerciales y que cuentan con un capital social de 3.000 €. Y, como el retardado mental porteño, alguien en la Junta ha preguntado sin inmutarse “¿para qué quiere un niño con autismo personal técnico en integración social, para que le enseñe a mover la lengua enfrente del espejo?”.