Cina e Vicina: China desde Marco Polo a la nueva ruta de la seda

Quisiera ir a China para / orientarme un poco. (Blas de Otero, En castellano)

Oriente ha sido siempre una categoría construida desde Occidente como su polo alternativo, unas veces despreciado y otras veces admirado. Si Oriente es la tierra de la mañana, como se ve en su denominación alemana, Occidente es la tierra del ocaso. Y la historia de la humanidad a veces se ha interpretado como un camino de Oriente a Occidente. Oriente es lo prístino, lo original, Occidente lo maduro, incluso lo decadente. Las categorías orientales en tanto que se oponían a las occidentales unas veces eran utilizadas para criticar de forma indirecta las categorías occidentales, por ejemplo en Las Carta Persas de Montesquieu .y otra veces eran utilizadas para reforzar los valores occidentales, como hacen Montesquieu y Hegel  al oponer la libertad de Occidente al despotismo oriental. Pero el contraste  Oriente/Occidente no es algo puramente ontológico o epistemológico sino que es también una relación de poder, en el sentido de que el orientalismo no es la mera contraposición antagónica a Occidente, sino más bien una institución colectiva occidental que “pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente”, como muy bien nos recuerda el escritor anglo-palestino Edward Said en su esencial obra Orientalismo. Es decir, que la perspectiva orientalista, especialmente a partir del siglo XIX, supone una visión con claro sesgo colonialista e intervencionista, tanto en un sentido defensivo como en un sentido ofensivo. Oriente se ve desde Occidente como un peligro a evitar o como un mundo extraño y rico a conquistar.

La noción de Oriente, considerado como una versión pobre y primitiva de nosotros mismos, ha sido una base esencial para el afianzamiento del auto ensalzamiento de Occidente, especialmente de Francia e Inglaterra primero y de los Estados Unidos después. La relación de poder que constituye el orientalismo se basa no solo en la dominación de Occidente sobre Oriente sino también en su capacidad de inventarlo y representarlo, de darle habla, un hablar que Oriente por sí mismo no tendría. El orientalismo no es homogéneo: el francés y el inglés se centran en el Oriente Próximo; el inglés se extiende hacia la India y el norteamericano se centra en Japón. El orientalismo es siempre ambivalente, por un lado admira las virtudes orientales de la paciencia, el respeto, el trabajo, el refinamiento artístico, la sensualidad, pero al mismo tiempo rechaza su violencia militar y su crueldad, contada en los relatos de mártires especialmente jesuitas en China y Japón. El caso de Japón es instructivo hasta el punto de que hubo un japonismo extendido a fines del XIX y principios del XX en el arte y la literatura europea, que se inspiró en sus grabados, en sus poemas, especialmente los haikus, en la institución de las geishas, la ceremonia del té, las máscaras teatrales, los kimonos, las armaduras de los samuráis, etc.

Ya la leyenda de los Magos de Oriente que vienen a adorar al salvador expresa la relación de Oriente con lo extraño pero al mismo tiempo con la sabiduría, ya que los reyes son magos, interpretan las estrellas, también son ricos ,exóticos y poderosos. La adoración de los Reyes Magos es una de las Epifanías de Cristo, es decir, de su mostración como Dios. En este caso se expresa la sumisión de los no judíos al niño dios y la idea de que Cristo es un mago, un taumaturgo superior a la magia pagana. La historia tiene un aspecto antijudío al exaltar la aceptación pagana de Jesús frente al rechazo que desplegaron los judíos respecto a Cristo. Los gentiles son capaces de ver la luz que anuncia el nacimiento del niño dios frente a la ceguera de los judíos, a pesar de la cercanía de estos y la lejanía de aquellos.  El Oriente aquí aludido no queda explicitado, varía desde Arabia hasta Persia, pero ya en el siglo IV herejías como el nestorianismo llegaban a los  confines de China. La iconografía inicial de la epifanía se tomó del triunfo romano sobre los enemigos que desplegaban una procesión con ofrendas como reconocimiento de la victoria y aceptación del tributo respecto a los vencedores. Era un rito de sumisión y reconocimiento de la superioridad romana que se transfiere al niño Dios, futuro salvador. Durante la Edad Media la idea de Cruzada centrada en el intento de recuperar la Tierra Santa para la Cristiandad se vio acompañada con los grandes viajes en dirección hacia China, el más famoso de los cuales fue el de Marco Polo, fundamental no solo por el intercambio económico sino especialmente por haber inaugurado una literatura de viajes que va a ser básica para establecer el orientalismo como ideología. La literatura de viajes mezcla la realidad con la fantasía en una época en la que todavía la ciencia moderna no había delimitado claramente el campo de lo posible. Marco Polo ,mercader veneciano, partió en 1271 de su ciudad natal y llegó hasta China durante el reinado de Kublai Kan, refiriendo sus viajes al servicio de monarca chino en un escrito denominado “El Libro de las maravillas del mundo”. Marco relata su paso por Irán donde sitúa el origen de los tres Reyes Magos del evangelio. Esta zona rica en petróleo y con muchos fuegos espontáneos hace que Marco considere a los magos como sacerdotes mazdeistas adoradores del fuego. Nuestro viajero encuentra al monarca mogol en la fabulosa ciudad de Xanadú en un palacio móvil tan esplendido que desde entonces ese nombre designará algo magnífico, fastuoso y opulento. La importancia de la obra de Polo no es solo que no tuviera un objetivo misional como la mayor parte de los escritos de la época debidos a frailes misioneros sino más bien el de entretener a la audiencia y a la vez exponer las innumerables maravillas que se podían encontrar en Oriente, de tal manera que se ha podido decir que el verdadero protagonismo del libro no es el mercader veneciano sino el propio Oriente , un Oriente del que Marco se limita a ser testigo y narrador.

En la Edad Media la idea de Asia era más que un referente geográfico una marca de alteridad radical, siendo objeto de lo que se ha denominado una “geografía alegórica”. Las conexiones de la Europa latina con el extremo oriente tenían también objetivos políticos, y no solo de curiosidad intelectual o comerciales, ya que se buscaban aliados capaces de atacar por detrás al poderío musulmán que gravitaba fuertemente sobre el Mediterráneo y Centro Europa en estos años. De igual manera, la presencia cristiana en Tierra Santa, producto de las diversas cruzadas medievales, empezaba a desaparecer a manos de los musulmanes y los bizantinos. Esta pérdida genera un movimiento de reacción en el pontificado y reyes como el de Francia que elaboran una doctrina de la Recuperación que pretende la reconquista de los Santos Lugares pero ya no bajo la forma de una Cruzada de corte espiritual sino desplegando los intereses de capas sociales nacientes como la burguesía y de una concepción geopolítica más ajustada. Es en el marco de esos cambios epistemológicos, ideológicos, económicos y culturales donde la literatura de viajes de la que el libro de Marco Polo es el ejemplo más conocido y con más influencia despliega su gran importancia.

El viaje de nuestro héroe siguió en parte la denominada ruta de la seda que era una ruta de intercambio comercial y cultural que partiendo de China llegaba hasta Antioquia, Alejandría y Constantinopla en el Mediterráneo. Ya los griegos conocían la lejana China como el país de la seda, aunque por esta ruta llegaban también piedras y metales preciosos, ámbar, coral, especias, telas, porcelanas, etc. El comercio europeo con China se regulariza a partir del siglo XVI, especialmente por parte de los portugueses a partir de Goa y Macao ,y de España que tras la conquista de Filipinas estableció el Galeón de Manila o Nao de China que durante varios siglos comunicó el Extremo Oriente con España, a través de Acapulco, trayendo especialmente plata. Las mercancías desembarcadas en Acapulco se transportan por tierra hasta Veracruz y desde allí se enviaban a la península.

Como en tantas ocasiones también en este tema hay una película que muestra la realidad china mucho mejor que miles de estudios teóricos. 55 días en Pekín expone la idea del poder político aislado en la Ciudad Prohibida, los campesinos sojuzgados en los campos y los colonialistas europeos controlando las grandes ciudades del litoral. El gobierno central contemporiza con los extranjeros y eso produce la revolución de los Boxers, defensores de la autonomía de China frente a las grandes potencias. Esa ha sido la realidad china desde la Edad Media hasta hoy. Ni siquiera el comunismo fue capaz de romper esta tripartición social y geográfica de China. Kafka en su escrito “De la construcción de la muralla china” expone algo parecido. La construcción de la Gran Muralla es el objetivo esencial del poder central , denominado la Conducción, aunque el pretexto es la defensa contra los pueblos del Norte. El Imperio es eterno aunque los emperadores individuales a veces caen, de esas luchas nunca se enterará el pueblo que no sabe qué emperador gobierna y hasta tiene dudas sobre el nombre de la dinastía.

El orientalismo centrado en China desplegó a lo largo del siglo XIX un temor difuso que aludía a un pretendido peligro amarillo para el mundo occidental. Las Guerras del Opio de mediados del siglo XIX fueron de las primeras intervenciones imperialistas europeas en China con el objetivo de introducir en China el opio cultivado en la India para conjugar el déficit que la importación de sedas, té y porcelana suponía para las arcas inglesas que tenían que cancelar ese déficit en plata. Las consecuencias más importantes de la derrota china fue la apertura de los puertos chinos al comercio exterior. Las causas más próximas de este temor ante el extremo Oriente se encuentran en el gran despliegue japonés posterior a la Época Meiji y a la importación masiva de coolies chinos en Estados Unidos para la construcción de ferrocarriles .La guerra Ruso-japonesa de 1904-1905 dio la voz de alerta y el Kaiser animó a los europeos a colonizar China. El peligro amarillo era el producto del rechazo del otro y de la hipótesis de Spengler en su Decadencia de Occidente de que Oriente por su mayor demografía superaría y dominaría a Occidente. El peligro amarillo del XIX era la continuación de los miedos medievales a la invasión mongola de Europa y al mito de Atila y Gengis Khan.

El reflejo cultural del peligro amarillo se ve en las novelas coloniales en las que una mujer asiática se prenda de un occidental y le sigue o se suicida como Madame Butterfly. Estas novelas combinaban el mito de la sensualidad oriental con el erotismo y la superioridad del blanco. El objetivo esencial de estas novelas era la justificación del colonialismo a partir de la inferioridad de los orientales. Hay que tener en cuenta que el color amarillo se opone al blanco de forma más ideológica que real para resaltar el carácter de otredad de los asiáticos. El peligro amarillo alcanzó su representación más emblemática en la figura de Fu-Manchú, “el peligro amarillo encarnado en una sola persona”, ya que combinaba la astucia oriental, las sabidurías ancestrales y la maldad y crueldad más grandes en una figura enigmática y pavorosa a la vez.

En los años sesenta el maoísmo se extendió por los partidos comunistas europeos generando escisiones. La ruptura chino-soviética se reprodujo en el seno de los partidos comunistas occidentales. Los ecos de la Revolución Cultural y la masiva difusión del Libro Rojo expandieron la influencia china entre las izquierdas occidentales. En Francia, Italia, España surgieron partidos de orientación maoísta opuestos al revisionismo soviético.

En la actualidad China está mucho más cercana de nosotros que lo estaba en la época del maoísmo occidental al que se alude en la película de Belloccio Cina e vicina. Hoy es la potencia emergente que está desafiando al poderío menguante de los Estados Unidos. Su potencial tecnológico, industrial y últimamente militar se va imponiendo lentamente. Una economía capitalista impulsada y dirigida por el Estado inunda el mundo con sus productos tecnológicos que ya no son meros clones de tecnologías occidentales sino producción propia. A la vieja penetración china en África se añade la actual proyección en América Latina y en Europa y el Mediterráneo a través de la Nueva Ruta de la Seda que va estableciéndose poco a poco por las riberas mediterráneas mediante el control de puertos e infraestructuras, como el puerto del Pireo. Una de las muestras que la primera ministra italiana Claudia Meloni ha tenido que dar en Europa para asegurar su aceptación, aparte de reforzar su otanismo y romper con Rusia, ha sido la salida de Italia de la Nueva Ruta de la Seda. Esta ambiciosa ruta comercial parte de China baja hasta el estrecho de Malaca, uno de los estrechos fundamentales para el comercio mundial, pasa por India, cruza el Océano Indico  hacia Kenia, sube por la costa africana, cruza el canal de Suez y se extiende por el Mediterráneo. Su objetivo no es solo comercial sino que se extiende al turismo y a la influencia cultural a través de tres continentes, 60 países y más de 12000 km de longitud.

Una vez superada una idea ingenua de orientalismo como enfrentamiento con lo otro la idea del peligro amarillo hoy resurge con gran fuerza. En el Concepto Estratégico de 2022 de la OTAN firmado en Madrid se redefinieron las políticas de seguridad de la Alianza pasando de la cooperación estratégica con Rusia defendida en 2010 a una consideración de Rusia como la “amenaza más significativa y directa”. Respecto a China, frente a la UE que mantiene la idea de una cooperación constructiva siempre que sea posible, se considera a la política china como “un desafío a los intereses, seguridad y valores de la Alianza.” La actual coyuntura mundial se presenta ,pues, como muy conflictiva. La potencia declinante, los Estados Unidos, está arrastrando a sus aliados y especialmente a la UE a una política de confrontación con Rusia y China que perjudica fuertemente los intereses europeos. Por otra parte, es muy problemático que la potencia naciente, China, y sus aliados, Rusia y el Sur Global, presenten graves carencias democráticas. Lo trágico es que Occidente empieza a no poder mostrarse ya como un ejemplo de democracia dados los procesos crecientes de autoritarismo y populismo nacionalista que corroen tanto a Estados Unidos como a países claves como Francia, Italia, Reino Unido, etc. El auge de la extrema derecha populista, nacionalista, antiliberal en el plano político , mientras que son neoliberales en lo económico, pone en peligro todas las conquistas que el movimiento obrero y las capas populares han obtenido en los últimos 80 años. Los déficit democráticos de los opositores a Occidente se dan la mano con la degeneración de las democracias occidentales. Por ello es hoy tan difícil pensar y mucho más poner en práctica una política de izquierdas basada en la paz, la solidaridad y la cooperación capaz de hacer frente al desafío medioambiental y la defensa de las derechos conseguidos últimamente, lo cual no obsta para que sea la tarea más urgente de nuestro tiempo.

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