¿Con quién se disculpa Catalina?
Bajo la contumaz mirada de los días, Catalina se ve “obligada” a articular un mea culpa de finales de año. Hace apenas unas semanas, la consejera de salud de la Junta de Andalucía, en un acto ante la prensa, dirigía sus disculpas a los 200.000 andaluces atrapados en las garras interminables de las listas de espera quirúrgicas (hoy sabemos que son muchos más). Un gesto aparentemente cargado de sentimiento, gira para desviar la atención y esquivar las culpas: la herencia, la escasez de médicos, el repertorio de excusas se expandía, aunque olvidó mencionar la posible responsabilidad de los cargos que nombró al frente del Servicio Andaluz de Salud, quienes días después presentarían su dimisión. ¡Cómo añora esos días felices en los que hacía oposición al partido Socialista!
En medio de este juego de responsabilidades ajenas, surge la pregunta inevitable: si todo es imputable a otros, ¿por qué la disculpa? Desde mi entender, los gobiernos de Moreno Bonilla han puesto a la sanidad andaluza al borde del abismo. No se trata, como en otros tiempos, de una situación amplificada por intereses políticos, sino de una cruda realidad respaldada por datos demoledores, siendo las listas de espera tan solo la punta visible del iceberg. Nos enfrentamos, sin duda, a una crisis creciente, forjada por las políticas de la derecha.
En semejante encrucijada, los estrategas de imagen y los gabinetes aconsejan el acto de contrición, la petición de perdón, como un medio para humanizar a la responsable y diluir sus responsabilidades institucionales. Esto dice mi experiencia que ha ocurrido, aunque debo admitir que nunca he seguido las indicaciones de los asesores de imagen… y así me ha lucido el pelo.
Por tanto, en el día de hoy, estas líneas no se centran en la consejera de salud como institución, sino en Catalina. Y ya que vamos a adentrarnos en el sendero de las disculpas, surge la pregunta: ¿a quién? Y los asesores señalan con insistencia que va dirigida a la generalidad, a la ciudadanía en su totalidad. Evitemos, entonces, la personalización, por no concretar, ya que, de lo contrario, podríamos abrir la compuerta de la memoria, desatando torrentes de responsabilidades y recuerdos.
¿Por qué no ofrecer disculpas a los médicos y profesionales sanitarios, quienes, sumidos en el caos y la desorganización, observan cómo se desvanece el respeto en sus consultas, enfrentándose a un crecimiento en la agresividad por parte de los usuarios?
¿Por qué no dirigir las disculpas, Catalina, hacia aquellos profesionales de enfermería a quienes has expuesto y sigues exponiendo al riesgo, al llevar a cabo actos asistenciales para los cuales no se les ha proporcionado una cobertura legal adecuada?
O hacia los y las profesionales del SAS, a quienes se les ha acusado de mala praxis por “condicionar sus decisiones asistenciales a la percepción de dinero por no enviar a los pacientes al especialista».
También podrías considerar disculparte con los trabajadores y trabajadoras de la Escuela Andaluza de Salud Pública, institución a la cual le prometiste que no sería cerrada, y día tras día se percibe menos su esencia, quedando sólo, hasta ahora, el edificio como testigo de lo que alguna vez fue.
O dirigir las disculpas hacia los miles de andaluces que no pueden actualizar sus baremos en la Bolsa única, o hacia los letrados del SAS que salen a la calle pidiendo medios, o hacia los pueblos en los que se cierran consultorios, urgencias, …
Finalmente, por qué no disculparte Catalina con la profesional que nos relata: «Hoy estoy de guardia, y la situación del PTS es lamentable, hemos realizado el traslado de un politrauma del HAR de Loja y ha salido la celadora a decirnos que no había camillas ni carros para el paciente, que había ambulancias en cola sin bajar a los pacientes esperando camillas…», y que «El hospital de Loja y el centro de salud de Loja llevan sin aparato de RX desde septiembre…»
Consejera, cuánto dolor y desazón al observar cómo tanto esfuerzo se va degradando.
Otros vendrán que bueno te harán. La incompetencia, el favoritismo a un modelo privado, el mal uso de la sanidad pública etc. nos conducen a esto, pero mientras los de la sanidad privada accedan ( tengan toda opción de cambierse cuando les apetezca) a la pública, la sanidad privada ganará adeptos.