Cuando una dictadura es “cool”
Muy mal lo tiene que estar haciendo una sociedad, cuando un gran porcentaje de sus jóvenes preferiría vivir en una dictadura, incluso vería positivo un gobierno militar.
El pasado mes de septiembre asistía estupefacto a los resultados de una encuesta de 40dB para el País y la SER, según la cual el apoyo a la democracia se reduce entre los más jóvenes, hasta el punto que uno de cada cuatro varones de entre 18 y 26 años, los bautizados como generación Z, considera que “en algunas circunstancias”, el autoritarismo puede ser preferible al sistema democrático, mientras que el 18,3% de ellas, casi ocho puntos menos, elegiría una dictadura. Hace tan solo una semana, la misma empresa demoscópica acreditaba que la primera opción política para los jóvenes menores de 25 años era la abstención, seguida a muy corta distancia por Vox, que recibiría un 25 por ciento de los votos en esta franja de edad.
Según esa encuesta la mayoría de los españoles cree que la democracia no funciona bien, que se está deteriorando, y solo la mitad se siente representado por algún partido. De forma predominante la sociedad es contraria a una mayor participación de los inmigrantes en política y un 36,2% cree que empeoraría si un mayor número de personas procedentes de otro país formara parte activa de ella.
Para añadirle más madera a tan oscuro panorama, uno de cada cinco hombres de entre 15 y 29 años considera que la violencia machista no existe y que es solo un “invento ideológico”, según el barómetro sobre juventud y género de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción publicado hace unas semanas, una cifra que se ha duplicado en cuatro años y casi la mitad de los varones de estas edades considera que la violencia hacia las mujeres no es un problema grave en la sociedad.
El CIS “remataba” este preocupante óleo sobre lienzo, señalando hace un año que un 44,1% de los hombres cree que la promoción de la igualdad ha llegado tan lejos que ahora los discriminados son ellos.
Por si teníamos alguna duda de que es escenario no es privativo de nuestro país, según una encuesta del estudio demoscópico “Craft” para un reportaje de la cadena Channel 4, más de la mitad de los jóvenes británicos de la Generación Z (entre 13 y 27 años) se muestra partidario de implantar una dictadura en el Reino Unido y un 33% sugiere que el país funcionaría mejor si «el ejército estuviera al mando».
Pero es que además un 45% de esos mismos jóvenes consideran que se «ha ido demasiado lejos» en la promoción de la igualdad y que, en consecuencia, «se está discriminando a los hombres»
Convendrán conmigo que algo estamos haciendo rematadamente mal, cuando la generación más preparada de la historia presenta esos sesgos y los más jóvenes se han convertido el grupo más autoritario. Son conocedores de los medios, están conectados y son inteligentes, pero desde que nacieron han estado expuestos a toda la fuerza de la polarización, la confusión y, a veces, al engaño intencionado de las redes sociales, lo que nos lleva a encontrarnos con esas pruebas claras de la falta de compromiso con la democracia, alimentado por los flautistas de Hamelin que subvierten voluntariamente las verdades, y una creciente brecha de género que debería preocuparnos a todos.
Con la ultraderecha instalada en gobiernos como los de Italia, Austria y Hungría y al borde de asaltar los de Alemania o Francia; con Trump y su corte ultra, machista, misógina y supremacista, al frente de la primera potencia mundial; con el viraje ultra de quienes no hace mucho eran la vanguardia del progresismo woke en los Estados Unidos, hoy convertidos en unos auténticos cobardes, abrazando las antípodas ideológicas de lo que ayer defendían, pero a los mandos de las grandes tecnológicas y empresas de social media e inteligencia artificial, el panorama de presente y futuro de la democracia y las libertades se presenta aún más oscuro, por no decir que lóbrego del todo.
Sirva todo lo anterior para reflexionar sobre la importancia de potenciar la Memoria Democrática, en una fecha tan significativa como la de este año de 2025, cuando se cumplen 50 años de la muerte en su cama de Francisco Franco, el dictador protagonista del golpe de estado contra la República que acabó en una guerra civil y cuarenta años de cruenta dictadura, que para muchos de nuestros jóvenes sería preferible a la actual democracia.
Según un informe sobre “las barreras entre los jóvenes para acceder al conocimiento de la memoria democrática”, encargado por la Asociación de Descendientes del Exilio Español, los jóvenes suspenden en memoria histórica. Con diferencias, sí, pero el conocimiento de temas como la República, la Guerra Civil, la dictadura o el exilio, están aún llenos de vacíos y distorsiones. Saben que existieron, pero desconocen o confunden muchas de sus características y lógicas internas. Son para ellos hechos convertidos en “agujeros negros de la Historia reciente de España”.
El conocimiento de la historia del siglo XX español, especialmente de su primera mitad, se demuestra pobrísimo entre el grueso de los jóvenes de nuestro país que pueden reconstruir cómo era un campo de concentración nazi, pero no tienen una imagen mental de cómo y dónde se produjo la represión franquista, ni de lo que supuso su dictadura de cuatro décadas para los derechos y libertades de los españoles.
Decía el gran Winston Churchill que “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás”. Poco imaginaba el expremier británico que después de una pavorosa guerra mundial provocada por regímenes totalitarios, de millones de víctimas de diferentes dictaduras a lo largo y ancho de este mundo, en pleno siglo XXI y entre la población más joven y supuestamente mejor formada, más de la mitad de los jóvenes británicos y uno de cada cuatro jóvenes varones españoles piensan que, en algunas circunstancias, el autoritarismo puede ser preferible a la democracia.
O las instituciones democráticas y la ciudadanía que se considera como tal nos ponemos las pilas, o el futuro de aquello que pensábamos que no tendría vuelta atrás se antoja muy, muy preocupante.
Artículo demoledor, lúcido y claro.
Me deja con sabor amargo y también agradecida.
Enhorabuena
Adriana