Curso nuevo, mentiras nuevas
Llevo más de 20 años en esto de la educación y las autoridades educativas no dejan de sorprenderme cada nuevo curso con nuevas formas, cada vez más imaginativas e ingeniosas, de manipular las cifras del sistema educativo y, por ende, de engañar a la población. Ayer nos quedamos todos “a cuadros” (y cuando digo todos me refiero a docentes, familias, y trabajadores de la enseñanza en general), al ver en la prensa que nuestro consejero de educación, Javier Imbroda, anunciaba un descenso de la ratio a 20 alumnos por aula. Algo que llevamos pidiendo desde mi sindicato, CCOO, desde hace años y que ayudaría, evidentemente, a mejorar la atención al alumnado, especialmente al que más lo necesita por presentar dificultades, ya sean personales, sociales o familiares, en el aprendizaje.
La realidad de nuestras aulas es muy diferente a la que nos pinta el consejero estrella Imbroda. Lo cierto es que la planificación educativa se sigue realizando en base a la ratio legal máxima (25 en Educación Infantil y Primaria, 30 en Educación Secundaria Obligatoria y 35 en Bachillerato), pero aumentada en un 10%, en opinión de CCOO ilegalmente, dado que la ley indica el máximo. En términos sencillos esto significa que hasta que no se superan los 28 alumnos en Infantil y Primaria, 33 en ESO y 38 en Bachillerato, no se desdobla la unidad, y esas son las cifras más realistas de lo que vamos a encontrar en las aulas. La excepción son las zonas rurales o despobladas, en las que el derecho a la educación del alumnado que vive en ellas obliga a las autoridades a mantener abiertas aulas con un número inferior, circunstancia que ha aprovechado el consejero para salir a bombo y platillo anunciando un descenso en la ratio que es una falacia y un fútil intento de manipulación. Digo fútil porque no engaña a nadie, las familias conocen perfectamente la masificación que sufren las aulas de sus hijas e hijos.
En vez de inventar nuevas formas de confundir y engañar a la opinión pública, las autoridades educativas harían bien en preocuparse de mejorar la educación, no con palabras y colonias de verano, sino garantizando la adecuada inversión en el sistema educativo. Una inversión posible (ya que el descenso de la natalidad en los últimos años disminuye la presión demográfica) y necesaria por el aumento en la diversidad de necesidades del alumnado. En particular es imprescindible encarar ya una disminución de la ratio y un aumento en personal de apoyo y refuerzo para el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo, la cobertura y estabilización del personal laboral de los centros (esencial para que los centros funcionen adecuadamente) y todo con criterios de gestión pública y de calidad. Es responsabilidad y obligación de las autoridades el garantizarlo, para eso están ahí.
Lo triste es que esto no es así. Año tras año se perpetúan unas ratios elevadas, unos centros que van envejeciendo por falta de renovación de instalaciones y equipos, un personal insuficiente o en precario, como ocurre con muchos servicios educativos y complementarios como es el aula matinal, los comedores escolares o las actividades extraescolares y diverso personal como los intérpretes de lengua de signos o monitores de educación especial. Y no hablemos de las vacantes de personal de administración y servicios (limpieza, conserjería, personal administrativo, etc.) que siguen sin cubrir.
En definitiva, curso nuevo y consejero nuevocon mentiras nuevas y muchas asignaturas pendientes que no parece tener la intención de solucionar.
* Mercedes I. González Liñán es Secretaria General de Enseñanza de CCOO de Granada.