De Granada a Kenia: tres guarderías acogen y educan ya a más de 200 niños y niñas sin recursos
- Diputación ha invertido hasta 70.000 euros en la construcción de estas tres guarderías, a las que próximamente se sumará una cuarta
West Pokot, Kenia, un territorio con escasez de agua, comida limitada y una sanidad y una educación completamente atrasadas. Allí, hace 27 años, la asociación granadina Calor y Café empezó a aportar su granito de arena, construyendo guarderías por todo el país para que niños y niñas tuvieran acceso a una educación digna desde pequeños. Con ese mismo objetivo, la Diputación de Granada ha contribuido desde 2018 con hasta 70.000 euros, lo que ha permitido a la asociación poner en marcha tres guarderías, en las que actualmente se acoge y educa a un total de 210 niños y niñas kenianos sin recursos.
Gracias a esta iniciativa, estos niños reciben una educación y una comida diaria en las tres guarderías que Calor y Café y Diputación han construido conjuntamente en Kenia en estos últimos años. Estos centros se suman a otras 22 guarderías que la misma asociación ha levantado en otros lugares de Kenia, tanto por su cuenta como en colaboración con otras entidades.
“Los niños vienen a la guardería desde pequeñitos. Algunos tienen apenas tres años y cada día caminan solos durante cuatro o cinco kilómetros para llegar porque las distancias en África son muy grandes”, lamenta su fundadora y actual presidenta, Ana Sánchez, que asegura que también los hay que recorren el camino y aparecen en la guardería con su hermano en la espalda, con un bebé en la espalda, porque sus padres tienen que trabajar y no pueden ocuparse de él.
Desgraciadamente, según ha señalado la presidenta, por ahora no existe la posibilidad de facilitar un medio de transporte que recoja a los niños y los lleve a las guarderías. “Ni siquiera hay vías, son caminos y a veces hay que ir con un coche especial. Es imposible”, ha insistido. Además, en muchos casos, los padres mandan a sus hijos a la calle o al campo a trabajar con apenas cuatro o cinco años, especialmente a los varones, lo que explica que en los centros haya más niñas que niños. Por eso, Sánchez está convencida de que la solución es empezar por educar a los padres y concienciarles sobre lo importante que es que eduquen a sus hijos.
“Está costando mucho pero lo estamos consiguiendo. Después de 27 años de trabajo se empiezan a notar algunos avances. Nosotros tenemos que seguir ayudándoles y la Diputación tiene que seguir ayudándonos a nosotros. Sin su colaboración no habría sido posible construir estas tres guarderías. Es un milagro”, ha agradecido emocionada la presidenta de Calor y Café.
La institución provincial apoya esta iniciativa a través del área de Bienestar Social, que hasta ahora ha destinado casi 70.000 euros a la construcción de estas tres guarderías, 23.000 euros por cada una. Estas ayudas económicas son precisamente las que han hecho posible empezar a educar a más de 200 niños kenianos, ya que cada guardería acoge actualmente a un total de 70.
Por su parte, la diputada de Bienestar Social, Olvido de la Rosa, ha agradecido el trabajo que desarrollan ONGs granadinas como Calor y Café para que niños y niñas de los países en desarrollo puedan tener acceso a educación y alimentación.
“Estamos muy orgullosos de que a través de la orden de subvenciones a cooperación internacional puedan desarrollarse este tipo de proyectos que mejoren la calidad de vida de tantas personas”, ha apuntado.
Instalaciones y recursos
A día de hoy, las tres guarderías cuentan con un aula para impartir las clases a los niños; una pequeña cocina, y una habitación para los maestros, con cama y baño, ya que algunos a lo mejor tienen que andar diez kilómetros hasta su casa. Desde la asociación, se les proporciona material escolar a los niños, como lápices y pinturas, y se les enseñan los animales, las flores… Además, comunicarse allí es muy complicado, por eso se les enseña inglés. El poblado de West Pokot se encuentra entre Uganda y Etiopía y está principalmente habitado por la tribu Pokot, por lo que los niños y niñas de esas zonas hablan swahili y pokot.
En los centros también trabaja un “cocinero”, un hombre o una mujer que cada día va a recoger el agua a unos ocho kilómetros para así cocer el maíz y servirlo con habichuelas o como ugali, un puré de maíz típico de Kenia. Aunque hay muchos pozos de agua, solo hay un dispensario, al que la asociación manda dinero y medicinas para que sobreviva y cuide la estructura. Por otro lado, el cocinero también se encarga de que los niños tengan su plato y su cuchara y les sirve la comida, labores por las que se le pagan unos 50 euros, mientras que a cada maestro se le pagan cerca de 90 euros.
“La educación es muy importante allí. Si no van a la guardería, cuando llegan a la escuela son analfabetos totales”, ha asegurado la presidenta de Calor y Café, que desde la asociación trabaja día a día por mejorar el acceso de los niños y las niñas de Kenia a una educación digna desde pequeños. De hecho, apenas un año después de abrir la tercera guardería en colaboración con la Diputación de Granada, Ana Sánchez ya está preparando la construcción de una nueva, para la que también espera contar con la institución granadina y que, según ella, “ayudará a los niños y niñas de Kenia a tener una vida mejor y más fácil”.