De la N-342 al festival literario «Purullena Tiene Nombre de Mujer»
Hace años la imagen de Purullena estaba jalonada literalmente por aquellos «puestos» (tiendas) de cerámica que exhibían la tradición alfarera de la comarca y buena parte de la cerámica típica de España: Granada, Almería, Jaén, Córdoba, Talavera, Manises… Eran los tiempos en que al calor del asfalto de la nacional 342 pasaba por la localidad, camino de Granada o hacia la costa del sol, todo el turismo procedente del levante español y allende la frontera con Europa por Cataluña con el que muchas familias se ganaban la vida y conocían gentes de otros lugares, algunos muy distantes. Tengo la imagen de mi abuelo abriendo cartas que le llegaban de Francia, Alemania o Suiza con las manos temblorosas por la edad y la emoción.
La actividad de autobuses y turismos atestados de personas con ansias de adquirir productos típicos del país cesó casi de la noche a la mañana al inaugurarse la necesaria A92, para asombro de quienes habíamos dormido con el runrún incesante del trasiego de vehículos en la misma orilla de la carretera. Y con ello se inició el desmantelamiento de los «puestos», que salvo algunos valientes que aún permanecen dispersos por el pueblo y a la entrada del mismo, se convirtieron en fachadas atípicas de las viviendas que albergaban y dan aspecto cuasi fantasmagórico a la arteria principal de la localidad.
El rico melocotón y la actividad de la cooperativa también se toparon con dificultades para mantener los cultivos, esas de las que ahora se habla mucho y que vienen de lejos. Las pocas empresas que había sufrieron diferente destino hasta su extinción. Avinatur recaló hace poco con puestos de trabajo y alguna polémica. El resto lo forman pequeñas empresas familiares que intentan salir adelante como pueden.
Tras el drama vivido con la resignación de que quienes de sobra conocían su vinculación con el turismo, el camino para reinventarse está resultando lento y complicado. Nunca hubo tejido asociativo poderoso que aunara esfuerzos y creatividad para idear alternativas conjuntas. De hecho, hasta hace muy poco ni teníamos una asociación de mujeres como sí tienen muchas localidades de la comarca.
Me alegra que la actual corporación municipal lleve un tiempo trabajando para revertir esa situación y promueva e incentive cualquier iniciativa, por pequeña que sea, útil para crear tejido comunitario y mucho más, que esa apuesta tenga que ver con la vinculación que puede ofrecer la cultura, la capacidad de unir a la ciudadanía con el pegamento que ofrecen la reflexión y la belleza del arte en sentido amplio.
Ello explica que apoyase la instalación de un taller de pintura. En tan poco tiempo (empezó justo cuando se abrieron las grandes restricciones de la pandemia) ha organizado varias exposiciones exitosas que nos han descubierto cuanto arte había escondido a la espera de mostrarse entre nuestras paisanas y nuestros paisanos.
Comparto el recuerdo de mi emoción por el hecho de asistir a la inauguración de la biblioteca municipal de la localidad un 15 de diciembre de 2021. ¡En 2021, pobre María Moliner! Ya se vislumbraba en el acto una interesante relación: la de una administración pública que busca recursos para ofrecer servicio público a la ciudadanía y logra una subvención de la Diputación y la cadena de donaciones auspiciada por Antonio Tejada que consiguió un fondo más que pertinente para iniciar una biblioteca municipal.
Solo un mes después, la biblioteca mostraba su potencial para crear comunidad lectora, acogiendo el club de lectura «Letras y barro». Nació pequeño, casi con miedo al mantra de que en el pueblo es muy difícil unirse para hacer algo conjuntamente, pero se ha consolidado como un grupo de lectura con veinticinco mujeres -no hemos logrado convencer a ningún varón para que lea junto a nosotras- que comparten momentos en torno a los libros. Un grupo heterogéneo donde conviven mujeres que hasta entonces no habían leído un libro completo con aquellas otras que entre libro y libro que comentamos en el club leen otros tantos por su cuenta.
Casi de forma paralela se había iniciado el grupo de teatro que ya ha regalado cuatro representaciones a la localidad, con gran afluencia de público, por cierto.
Sin duda, el grupo más fiel a la nueva imagen que se va gestando del pueblo es el de las tejedoras, que aúnan hilo y conversación al tiempo que apoyan el resto de actividades con sus coloridas creaciones.
Y es así como parece que se están forjando nuevas relaciones, que nos acostumbramos a trabajar de la mano por un proyecto común. Prueba de ello es el festival que ahora empieza: «Purullena tiene nombre de mujer» en el que se han aunado voluntades individuales y colectivas para que todo luzca hermoso durante los nueve días de actividades, del 8 al 16 de marzo.
Envío agradecimiento y admiración a una lista de personas tan larga como la carretera de Granada que fue columna vertebral y sustento del pueblo: a las autoras que se han animado a participar, por la alegría y generosidad que mostraron con este festival recién nacido al aceptar la invitación para acudir, a los hombres y a las mujeres del pueblo que las presentan en cada evento, a quienes abren las puertas de sus establecimientos para acoger actividades, a las libreras de la librería Alquimia, a bares y restaurantes, así como a las panaderías. Al grupo de tejedoras, por embellecer el recuerdo de quienes nos acompañen. Y por supuesto, a toda la corporación local, en especial a su alcalde, José Luis Martínez Alcalde, que desde el inicio apostó por el festival y a Isabel Romero Tejada, concejala de igualdad que ha trabajado sin denuedo para hacerlo posible.
Tiempos, personas, servicios y espacios se han ido ensamblando en este festival que arranca con la clara vocación de que vuelvan los coches y los autobuses a pasar por nuestro pueblo, que acudan gentes a deleitarse con la nutrida representación de narradoras, poetas, ilustradoras y ensayistas mientras disfrutan de nuestra restauración y del admirable entorno natural del Geoparque.
Toda la información de actividades en Instagram del Festival: @fesival.purullena.