Delincuentes de primaria
Los gritos racistas en el Bernabéu dirigidos a Lamine, Fati y Raphinha no han sido tratados de forma ejemplar. No detuvo el partido Vinicius como en Mestalla, ni desató su ira hacia los cafres vestidos con su camiseta y sólo cayó en condenarlos al día siguiente. Tuvieron mano de hierro la Federación y el CSD para sancionar al Atleti y al Valencia pero se vistió de seda para no castigar al Real Madrid. La policía ha identificado a tres racistas, ¡tan sólo tres!, de entre los miles que ornean en el estadio durante los partidos, uno de ellos menor de edad.
La textualidad de los insultos, «¡Hijo de puta, eres un mena de mierda, eso es lo que eres», «Puto moro» y «Puto negro!», remite al más que conocido e impune discurso político de Vox y del ala más radical del PP. Al blanqueo del racismo y la xenofobia contribuyen gran parte de los medios de comunicación y las redes sociales, facilitando el aprendizaje de estas conductas por monstruos menores de edad. El papel pedagógico de la familia reproduce la violencia física o verbal en casa o en los partidos jugados en las categorías infantil y juvenil.
La última víctima de la violencia machista ha sido una menor (15 años) a manos de un animal también menor (17). Un estudio de la UGR sobre éxito y abandono en Secundaria y FP alerta de que un 15% de las alumnas sufrió experiencias no consensuadas en la primera relación sexual, de que un 31% de menores dice aprender «mucho» sobre sexo con el porno, de que existe una violencia vinculada a dinámicas afectivas y sexuales marcadas por estereotipos y desigualdad o de que un 42% controlan a sus parejas con las redes sociales.
Tras casos como el del asesino menor de edad, está la huella del negacionismo de Vox, del ala radical del PP, de muchos jueces y fiscales, de la Conferencia Episcopal, de influencers tóxicos, de las letras del reguetón y de los medios de comunicación plegados al interés de quien los riega con dinero público. No es nuevo, es el nacionalcatolicismo 3.0, renacido en el siglo XXI. La misoginia es inherente a un patriarcado machista fuertemente arraigado en toda sociedad cimentada en el autoritarismo y apoyado por todas las religiones del mundo.
«La policía detiene a cinco menores por agredir a una pareja homosexual (“para que sepáis quién manda, maricones de mierda”)». «Condenado un menor a cuatro años por arrojar al tren a un joven por ser gay (“te vamos a tirar piedras, maricón”)». Son dos titulares y las palabras utilizadas por los menores agresores. Otro más: «La Conferencia Episcopal apoya cursos del obispo de Alcalá para ‘curar’ a homosexuales». Y otro: «Vox arremete contra charlas que tratan de prevenir el acoso homófobo y los abusos sexuales». ¿Queda claro?
Acaban de condenar a cinco jóvenes por agredir a un homosexual a quien “…despojaron de su camisa y arrojaron a una fuente, impactando su espalda contra uno de los caños (…) le arrojaron bebidas y llegaron a orinar sobre él al grito de ‘tú eres maricón, aquí no queremos maricones’,,,”. La vergonzosa condena ha sido de seis meses de cárcel y multas de 420 € para cada uno de los siete acusados. ¿No hubo odio? En la misma semana han sido condenadas cuatro alimañas, dos menores, por el asesinato homófobo de Samuel Luiz.
Negacionismo, desinformación y ataque a la educación en diversidad afectiva y sexual son el caldo de cultivo donde arraigan el odio al migrante, el acoso a las personas LGTBI y el desprecio a la mujer, estrechamente vinculados a ideologías extremistas que son un peligro serio para la convivencia y una amenaza real para la Democracia. Cada día hay más gente infectada, sobre todo en una infancia y una juventud de cuya educación han abdicado sus progenitores en favor de internet y las redes sociales, para provecho de la extrema derecha.